Capìtulo 14 – Prevenir la depresión posparto

La salud mental no es menos importante que la salud física de la futura mamá. Del 10% al 15% de las mujeres que dan a luz experimentan, en los meses sucesivos, trastornos depresivos más o menos graves, que inciden negativamente tanto en su salud como en su relación con el recién nacido, pudiendo afectar al desarrollo afectivo y cognitivo del niño.39 Se trata de la depresión posparto, que no debe confundirse con el llamado baby blues, una condición fisiológica transitoria de cansancio e inestabilidad emocional que se produce inmediatamente después del parto, y que suele superarse espontáneamente en diez o 15 días. La verdadera depresión posparto se puede manifestar incluso tres meses después del parto, persiste una media de tres a seis meses y, en el 25-30% de los casos, un año o más.

Los síntomas más característicos son: ansiedad, tristeza, abatimiento, miedo a hacer daño al bebé y preocupación injustificada por su salud, trastornos del sueño, pérdida del apetito, sentimiento de culpa e ineptitud. Es una patología multifactorial, es decir, depende de la convergencia de diferentes factores: la predisposición a sufrir trastornos depresivos, problemas de salud de la madre o el niño, los cambios hormonales del puerperio, la falta de apoyo social, problemas económicos o la mala relación con la pareja o con familiares.

Para combatir la depresión posparto es preciso actuar rápidamente en todos estos frentes. En primer lugar, la pareja y las personas cercanas a la mamá que sufre depresión deben ayudarla en el cuidado del niño y aligerar su carga de trabajo, para que tenga tiempo de descansar. Las visitas a domicilio por parte de matronas en las semanas posteriores al parto, así como la asistencia a grupos de ayuda, infunden seguridad y mitigan el estrés. De todas formas, en los casos más graves, es necesario recurrir a un especialista.

Sin embargo, la depresión posparto, como tantas enfermedades, se puede prevenir en gran parte. A menudo, las mujeres que manifiestan trastornos depresivos después del nacimiento del niño ya los sufrían durante el embarazo, aunque de manera más sutil. La ansiedad, el aislamiento social, los conflictos familiares y los problemas de salud de la madre o del futuro bebé constituyen otros precursores de la depresión posparto que deberían alertar a la mujer, a las personas que la rodean y a los profesionales sanitarios que la asisten. En presencia de estas señales de alarma, es fundamental hablar con personas cercanas, como la matrona, el ginecólogo/a, el médico de familia y, en última instancia, contactar con un servicio especializado.

Capìtulo 13 – La primera toma

Apenas nace, el bebé, colocado sobre el cuerpo de la mamá, que acaba de experimentar de lleno su poder generativo, mueve las manitas para explorar un territorio desconocido, pero familiar al mismo tiempo. Se agarra donde puede, se impulsa hacia delante, se desplaza lentamente, apoya la boca abierta aquí y allá, hasta que encuentra el pezón, su objetivo. Se agarra, primero, con cierta torpeza, y, después de algún ajuste, con más seguridad, y, por fin, succiona satisfecho y se relaja. El breast crawl (36) (arrastre al pecho) representa una escena increíble en su ternura y su natural perfección. El arrastre hacia el pecho es algo que todos los recién nacidos son llevados a hacer por instinto si se les apoya sobre el cuerpo de la mamá y se les deja tranquilos, guiados por el tacto, el olfato y el gusto. Así es como se realiza espontáneamente la primera toma, justo después de nacer.

Como hemos visto, el reflejo de succión es innato y, ya en estado fetal, el pequeño es capaz de nutrirse. La primera media hora después del nacimiento es el mejor momento para favorecer el inicio de la lactancia, porque coincide con una fase de vigilia y actividad del pequeño, estados definidos como quiet alert y active alert (alerta tranquila y alerta activa). Una vez transcurre este tiempo, media hora o una hora después, el recién nacido suele quedar-se dormido.

La Organización Mundial de la Salud reconoce y apoya la experiencia del contacto piel con piel nada más nacer, así como el inicio precoz de la lactancia materna, que conlleva múltiples beneficios para el desarrollo del niño.37  El calostro, la primera leche producida por la madre, es un concentrado de anticuerpos, vitaminas y proteínas que estimulan el sistema inmunitario, protegiendo al pequeño del riesgo de infecciones respiratorias e intestinales. Asimismo, posee un efecto biomodulador que ayuda al intestino a liberarse del meconio, la sustancia de desecho producida por el aparato digestivo durante el embarazo, además de favorecer la maduración de la mucosa y la microbiota intestinal.

La primera media hora después del nacimiento es el mejor momento para favorecer el inicio de la lactancia, porque coincide con una fase de vigilia y actividad del pequeño, estados definidos como quiet alert y active alert.

El contacto piel con piel estabiliza la temperatura corporal del bebé y favorece la transferencia de la flora bacteriana materna a su organismo antes de que otros microbios, no beneficiosos, sino nocivos, colonicen sus mucosas. Además de en la vida intrauterina, al nacer, tiene lugar un paso de bacterias a través del canal del parto. Si el bebé viene al mundo mediante cesárea, pierde esta oportunidad, por lo que tiene una inmunidad más débil. Por este motivo, todavía es mucho más importante que pueda disfrutar de un contacto piel con piel precoz. Según la OMS, el contacto piel con piel precoz es un recurso todavía más valioso en caso de parto prematuro. Gracias al llamado “método canguro”, el niño mantiene una temperatura corporal adecuada incluso sin incubadora, su ritmo cardíaco se regula, la oxigenación es mejor y se reduce el riesgo de hipoglucemia. Lo demuestran los resultados de un metaanálisis publicado en la revista Pediatrics.38 Un equipo de investigadores de Boston examinó más de mil estudios dedicados al contacto piel con piel entre la mamá y el bebé, seleccionando 124. Los resultados confirmaron que el método canguro reduce el riesgo de mortalidad en un 36%, protege al bebé del riesgo de infecciones incluso muy graves, como la sepsis, y favorece el éxito de la lactancia materna. De acuerdo con el metaanálisis, el método canguro aumenta en un 50% la probabilidad de lactancia ma-terna exclusiva en el momento del alta hospitalaria, y también favorece la duración de las tomas: cuando la mamá y el bebé pueden estar juntos después del nacimiento, la lactancia dura más tiempo.

El agarre precoz al pecho también es bueno para la mamá, dado que la succión del pezón estimula la producción de oxitocina, que, a su vez, favorece la contracción del útero, la expulsión de la placenta y la detención rápida de la pérdida de sangre.

En último lugar, pero no menos importante, para la mamá y el recién nacido, el contacto piel con piel en los primeros instantes después del parto representa la manera más mágica de reencontrarse. Ayuda a la mamá y a su hijo a establecer un primer vínculo de conocimiento y amor recíprocos, los cimientos del vínculo seguro que guiará un desarrollo sereno y equilibrado del pequeño en los meses y años venideros. El conocimiento recíproco se hace cada vez más profundo a medida que pasan los días, siempre que la mamá tenga la posibilidad de permanecer en contacto continuo con el bebé, día y noche, para familia-rizarse con sus ritmos y sus necesidades, así como para aprender a re-conocer sus demandas para responder con prontitud. Prácticamente, todos los hospitales ofrecen el rooming-in, es decir, la posibilidad de que la mamá y el bebé compartan la misma habitación las 24 horas durante la estancia en el hospital, sin separarse, de manera que la lactancia que acaba de iniciarse pueda consolidarse.

Capìtulo 12 – Juntos, para acoger al recién nacido

Si bien algunos estudiosos, como Frédérik Leboyer, que definió en más de una ocasión a los padres como “intrusos”, acusándoles de apartar la atención de la madre del recién nacido, o Michel Odent, que hablaba del poder generativo de las mujeres y aseguraba que la presen-cia del padre podía bloquear los mecanismos automáticos, instinti-vos, que facilitan la expulsión del feto, hoy en día, están ampliamente reconocidos los efectos positivos de la presencia y la cercanía de una persona de confianza para la buena marcha del parto.

Es altamente recomendable que el acompañante esté presente durante el preparto, el parto y el posparto, si así lo desea la mamá. La futura mamá debe elegir a alguien en quien confíe plenamente y que estará atento a sus necesidades físicas y emocionales, brindándole apoyo en cada fase del proceso. Lo más habitual es que las embaraza-das elijan a su pareja como acompañante, pero otras deciden que sea algún familiar directo, como su madre, una hermana o alguna otra persona de su confianza. (35)

Una mujer que pare a un bebé tiene el derecho y la necesidad de es-tar acompañada por personas que faciliten el proceso. No obstante, las personas de confianza y los profesionales sanitarios deben estar predispuestos (cada uno, en su papel) para evitar obstaculizar el desa-rrollo fisiológico y personalísimo del acontecimiento del parto.

Para lograr un parto respetado y con un resultado materno-fetal de plena salud, el papá también desempeña un papel determinante, sobre todo porque, como persona íntima y consciente, a través del trabajo sinérgico de apoyo e interacción constructiva con el personal sanitario, puede infundir confianza en las capacidades de la mamá y el bebé, facilitando así el recorrido del nacimiento.

Participar en el nacimiento de un hijo es una gran oportunidad de crecimiento personal, una página para escribir en la historia de la pa-reja, un viaje en la afectividad y una emoción extraordinaria. Así, es bueno que el papá participe en el curso de preparación al parto, ¡para estar bien preparado para la cita más excitante de la vida!

Capìtulo 11 – Elegir dónde dar a luz

El nacimiento de un niño es un acontecimiento marcado por el paso del crecimiento intrauterino a la adaptación extrauterina. Si el embarazo se ha desarrollado de manera normal y sin complicaciones, la futura mamá y el bebé gozan de buena salud, el pequeño nace a término y en posición fetal óptima, y sin más factores de riesgo, también se espera que el parto sea fisiológico, es decir, normal.

Para la asistencia al parto, es fundamental valorar el riesgo obstétri-co de forma adecuada. Sin embargo, el nivel de riesgo es dinámico, pu-diendo variar a lo largo de las semanas de gestación, e incluso durante el mismo parto. La futura mamá necesita contar con los cuidados de los profesionales sanitarios más adecuados, es decir, las matronas, del mis-mo modo que los ginecólogos y las ginecólogas, que aúnan esfuerzos con ellas para que todo transcurra sin sobresaltos.

En España, el parto de bajo riesgo es competencia de la matrona, lo que quiere decir que, durante el parto, ella será la responsable de cuidar y acompañar a la mamá en todo el proceso, con unos altos niveles de resul-tados obstétricos y neonatales: menor número de intervenciones, menos episiotomías, menos partos instrumentales y menor número de cesáreas. Además, se cuenta con una mayor satisfacción por parte de la mujer, que, con el apoyo de la matrona, siente una mayor sensación de control de la situación y refuerza la confianza en su propia capacidad como madre.

Si el nivel de riesgo aumenta, la asistencia durante el parto se llevará a cabo de forma conjunta entre la matrona y el ginecólogo/a, que habrá sido informado/a de la situación por parte de la matrona. También pue-de ser necesaria la presencia de un neonatólogo/a para asegurar la co-rrecta adaptación del recién nacido a la vida extrauterina.

Actualmente, nuestro sistema nacional de salud está incorporando la posibilidad de parir en centros de nacimiento adscritos a hospitales. Se trata de unidades lideradas por matronas que ofrecen cuidados de muy baja intervención.

Otra opción con la que las embarazadas cuentan a la hora de parir es el parto planificado en el domicilio. En la actualidad, solo está disponible a nivel privado. Existe evidencia científica suficiente para garan-tizar la seguridad y los resultados obstétricos y perinatales óptimos, siempre y cuando se reúnan unas determinadas condiciones, como las detalladas en el documento de la FAME Recomendaciones sobre la aten-ción al parto en casa 33, además del protocolo de seguridad de la Asocia-ción Nacional Nacer en casa y casa de Maternidad.

Según la evidencia científica, parir en casa es seguro siempre que se cumplan unas condiciones para proporcionar unos cuidados y una asis-tencia de calidad a la mujer y a su familia. Entre ellos, siempre se contem-pla que el embarazo sea único, cefálico y de bajo riesgo. La futura madre debe estar sana y no tener enfermedades previas. El domicilio tiene que estar a media hora del hospital de referencia y con facilidad de acceso para una ambulancia, puesto que, incluso con un parto fisiológico en el que todo parece perfecto, existen riesgos.

Para las mujeres que deciden dar a luz en un hospital, existe una amplia red de paritorios del sistema nacional de salud equipados para pres-tar atención a la inmensa mayoría de las embarazadas, tanto a aquellas de bajo riesgo como de alto riesgo. Estos centros cuentan con personal ade-cuado y entrenado (matronas, obstetras, neonatólogos y anestesistas), y con recursos como salas de dilatación, paritorios y quirófanos.

Cada vez son más frecuentes las llamadas UTPR (Unidades de Tra-bajo de Parto y Recuperación). Se trata de espacios polivalentes en los que se lleva a cabo todo el proceso del nacimiento: dilatación, expulsi-vo, puerperio inmediato e inicio de la lactancia materna, si así lo desea la futura mamá. Las UTPR cuentan con muchas ventajas. Entre otras, se respeta mucho más la intimidad de la embarazada, que puede estar acompañada en todo momento, al mismo tiempo que se dispone de los recursos materiales necesarios para casi cualquier situación que pueda ocurrir en el devenir del nacimiento del bebé.

Según las últimas estadísticas del Ministerio de Sanidad, el 89,2% de los partos se produjeron en hospitales públicos o concertados; el 10,5%, en clínicas privadas; y el 0,1%, en otros lugares. El 63,9% de las madres dieron a luz en un centro hospitalario que atiende más de mil partos al año; y el 5,8%, en un centro que atiende menos de quinientos partos al año.

Existen situaciones en las que el hospital y el paritorio que corres-ponde a la futura mamá por su lugar de residencia no pueden hacerse cargo del parto, ya sea por los antecedentes personales de la embaraza-da o por factores de riesgo específico del embarazo, como puede ser la prematuridad extrema.

Es importante tener en cuenta la presencia de problemas fetales y, en caso de parto pretérmino, puede ser necesaria la derivación de la mamá a otro centro que disponga de una unidad de Cuidados Intensivos Neonatales o de Neonatología, fundamental para la supervivencia y la calidad de vida del bebé en determinados casos:

  • Prematuros extremos: 24-28 semanas.
  • Muy prematuros: 28 a 31 semanas + 6 días.
  • Prematuros moderados: 32 a 33 semanas + 6 días.
  • Prematuros tardíos: 34 a 36 semanas + 6 días.

Según las estadísticas, se encuentran activas 173 unidades de Cuidados Intensivos Neonatales, 104 de las cuales forman parte de hospitales que asisten más de mil partos al año. El resto corresponden a hospitales que asisten de 500 a 800 partos al año. (34)

La asistencia autónoma por parte de una matrona no incluye la anal-gesia epidural durante la dilatación y el parto. Las competencias de las matronas se limitan a la aplicación de técnicas analgésicas no farma-cológicas. Las mujeres que quieren disfrutar de la epidural deben in-formarse con anterioridad. A pesar de que la analgesia en el parto es un recurso que debería estar al alcance de todas las parturientas que la so-liciten, lo cierto es que, actualmente, no todos los hospitales garantizan este servicio, puesto que requiere de la presencia de un anestesista de guardia durante las 24 horas.

Como para el resto de los aspectos que afectan a la salud reproduc-tiva y el embarazo, en lo que se refiere al lugar en el que se va a dar a luz y al tipo de asistencia al parto, la madre también debe tomar una decisión informada y consciente, sobre la base de sus necesidades y sus preferencias. Por esta razón, es importante que, durante el embarazo, la futura mamá se informe de las diferentes opciones disponibles y las referencias hospitalarias de su zona, visitándolas en persona o telefo-neando para conocer los protocolos establecidos. ¿Está prevista la asis-tencia continua y personalizada por parte de la matrona? ¿Y la presencia de la pareja u otra persona de confianza en el parto? ¿Qué porcentaje de partos acaban en cesárea? ¿Y en cuántos partos se recurre a la ventosa?

¿Y a la episiotomía? ¿Se garantiza el contacto piel con piel entre la mamá y el bebé inmediatamente después del nacimiento?

Capìtulo 10 – Entre los síntomas típicos

La promoción de la salud debe generar capacidad y conciencia. Esta frase da una buena idea de la utilidad de los cursos de preparación al nacimiento: sirven para informar a la futura mamá y al futuro papá, involucrarles activamente en los procesos de decisiones sobre el embarazo y el parto, reforzar su confianza en sus propias competencias, y permitirles compartir experiencias, dudas y emociones con otras futuras mamás y futuros papás que están viviendo el mismo recorrido. También se trata de un momento útil y muy valioso para la pareja, para afrontar los cambios juntos y prepararse para sus nuevos papeles.

Los cursos de preparación al nacimiento sirven para informar a la futura mamá y al futuro papá, involucrarles activamente en los procesos de decisiones sobre el embarazo y el parto, reforzar su confianza en sus propias competencias, y permitirles compartir experiencias, dudas y emociones con otras futuras familias que están viviendo el mismo recorrido.

En nuestro país, las embarazadas cuentan con acceso libre y gratuito a los programas de preparación al nacimiento ofrecidos por los servicios de salud de todas las comunidades autónomas. La educación perinatal para la preparación al nacimiento es un componente básico de la atención sanitaria durante el período prenatal. En las sesiones, se debe promover la implementación de prácticas basadas en la evidencia, facilitando, además, la participación informada de las futuras mamás y sus parejas en su propio embarazo, parto y puerperio, y consiguiendo así una mayor satisfacción y mejores resultados.

Se recomienda que este programa incluya unas sesiones mínimas,
como las que mencionamos a continuación: (32)

  • Introducción.
  • La gestación y los cambios que comporta.
  • Embarazo y bienestar.
  • El proceso del parto.
  • Situaciones que definen el desarrollo del parto.
  • Puerperio.
  • Lactancia materna.
  • Atención al recién nacido.

Cada sesión consta de unos objetivos y de la realización de actividades y estrategias relacionadas con el tema de la sesión. Se ofrecen materiales y recursos didácticos y audiovisuales. Asimismo, se trabaja en el fomento de la conciencia corporal y el entrenamiento psicofísico, con ejercicios de pujos, masajes, respiración y relajación. Además, se abordan estilos de vida saludables, particularidades de la atención al nacimiento en el área de salud correspondiente a la embarazada, signos de alarma durante el embarazo, recursos no farmacológicos y farmacológicos para afrontar el dolor, etc. Es un foro imprescindible y enriquecedor. Los profesionales deben ofrecer a todas las embarazadas y sus parejas la oportunidad de participar en un programa de preparación al nacimiento, con el fin de adquirir conocimientos y habilidades relacionadas con el embarazo, el parto, los cuidados del puerperio y el recién nacido, y la lactancia.

El hecho de haber asistido a un curso de educación maternal aumenta la probabilidad de tener un parto vaginal y de iniciar la lactancia materna de forma precoz, así como de prolongarla más allá de los seis meses del bebé.

Capìtulo 9 – Náuseas en el embarazo

En el primer trimestre de embarazo, las náuseas y los vómitos son muy frecuentes y se consideran adaptaciones psicobiológicas de la gestante. Entre los síntomas típicos, las náuseas son de los primeros en aparecer, y muchas veces se acompañan de una percepción alterada de los sabores y de un aumento de la sensibilidad a los olores.

Comúnmente, se denominan náuseas matutinas, pero sus síntomas pueden aparecer a lo largo de todo el día, e incluso de la noche.29 En general, los síntomas aparecen entre la cuarta y la novena semana de gestación, se agudizan entre las siete y las 12 semanas y tienden a desaparecer entre la 12 y la 16. Únicamente se habla de hiperémesis gravídica cuando estos síntomas persisten más allá del primer trimestre o aumentan de intensidad, con vómitos continuos, desequilibrio electrolítico, pérdida de peso, cetosis y acetonuria.

Los casos típicos de náuseas del embarazo no comportan, en general, ningún riesgo para la madre ni para el feto. En cambio, pueden ser perjudiciales cuando son tan intensas que producen una pérdida excesiva de líquidos y de nutrientes a través del vómito, llegando a disminuir el peso de la madre y generando un estado de estrés potencialmente nocivo para el feto.30 Para atenuar la sensación de náuseas, los expertos proponen una serie de recomendaciones, que enumeramos a continuación:

  • Dormir un número de horas adecuado para estar bien descansada, ya que la fatiga del embarazo empeora las náuseas. Al despertar, se recomienda levantarse lentamente, para evitar bajadas bruscas de la presión sanguínea.
  • Evitar ir a lugares donde haga calor, porque, con el aumento de la temperatura, la sensación de náuseas se acentúa.
  • Dar un paseo diario.
  • No tumbarse después de haber comido.
  • Evitar lavarse los dientes inmediatamente después de las comidas.
  • Evitar los desplazamientos largos en coche.

Por lo que respecta a la alimentación, proponemos algunos consejos
muy útiles: (31)

  • Consumir frecuentemente pequeños tentempiés y raciones pequeñas de comida, dando preferencia a los alimentos fríos.
  • Dar preferencia a alimentos ricos en proteínas y pobres en grasas. Por lo tanto, los platos principales deben acompañarse de un segundo plato, alternando legumbres, quesos, carne, pescado y huevos. Para los tentempiés, están indicados los frutos secos (nueces, avellanas, almendras y anacardos) en cantidades moderadas, así como semillas (calabaza, girasol y sésamo). En algunos casos, puede ir bien consumir alimentos que contengan jengibre.
  • Aumentar el consumo de fibra (frutas, verduras, legumbres, tostadas integrales, pasta y pan integrales) para evitar la aparición de estreñimiento, que podría aumentar la sensación de malestar.
  • Hidratarse con regularidad para compensar la pérdida de líquidos provocada por los episodios de vómito.
  • Evitar los alimentos y los olores que empeoren la sensación de náuseas.
  • Masticar lentamente para favorecer la digestión.

Capìtulo 8 – Trabajo y permisos

El embarazo no es una enfermedad y, por lo tanto, no es incompatible con la actividad laboral, siempre y cuando no se trate de un trabajo mani fiestamente arriesgado para la salud de la madre y del bebé, y que el embarazo progrese sin complicaciones o patologías que requieran reposo. Sin embargo, en los últimos meses de embarazo, el sedentarismo en el trabajo, cuya carga de estrés parece mínima, pueden llevar a la madre y al bebé a vivir el parto en condiciones no óptimas.

Para que el parto transcurra de la mejor manera, la mamá necesita reposo y dedicarse con mimo al bebé que está en su barriga, explorando sus movimientos y disponiendo de tiempo para preparar la pelvis y el periné. Desde el 1 de enero de 2021, ambos progenitores disfrutan de un permiso laboral de maternidad y paternidad, personal e intransferible, de 16 semanas de duración, que comienzan a contar a partir del nacimiento del bebé. El proceso para igualar ambos permisos de manera progresiva viene recogido en el Real Decreto Ley de medidas urgentes para garantía de la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en el empleo y la ocupación, aprobado en marzo de 2019. Este permiso también se puede disfrutar en los supuestos de adopción, acogimiento familiar y tutela, siempre que se acrediten los requisitos exigidos en cada caso. Es evidente que el permiso actual no concuerda con lo establecido por la OMS, que recomienda la lactancia materna exclusiva y a demanda durante seis meses, como mínimo.

Actualmente, en España, los permisos de maternidad y paternidad corresponden a 16 semanas a partir del nacimiento del bebé.

Las 16 semanas de permiso para ambos progenitores se podrán dividir de la siguiente manera(27):

  • Seis semanas obligatorias, ininterrumpidas y a jornada completa, posteriores al parto (resolución judicial o decisión administrativa en el caso de adopción). La madre biológica puede anticipar este período hasta cuatro semanas antes de la fecha probable de parto.
  • Las 10 semanas restantes se disfrutarán en períodos semanales, de forma acumulada o interrumpida, dentro de los 12 meses siguientes al parto, o bien la resolución judicial o decisión administrativa en el caso de adopción.

Además, se establecen determinados supuestos de ampliación de este plazo:

  • Ampliación en una semana para cada progenitor por cada hijo/a, a partir del segundo, en caso de nacimiento, adopción o acogimiento múltiples.
  • Ampliación en una semana para cada progenitor en caso de discapacidad del hijo/a.
  • Ampliación por parto prematuro y hospitalización (por un periodo superior a siete días) a continuación del parto, hasta un máximo de 13 semanas.

Desde el punto de vista formal, no existe obligación de comunicar a la empresa que la trabajadora está embarazada. Así, en caso de que se produzca un despido injustificado, este sería nulo, con independencia de que la empresa conociera o no su estado, por lo que la trabajadora tendría derecho a su readmisión en su puesto de trabajo. Si el puesto de trabajo supone un riesgo para el embarazo, la trabajadora puede solicitar a su empresa el cambio a un puesto compatible con su estado. Si no fuera posible, podrá solicitar la suspensión de su contrato para pasar a cargo de la Seguridad Social. En este caso, percibiría una prestación equivalente al 100% de su base reguladora mientras persista la situación de riesgo y hasta el día en que inicie su baja por maternidad. Desde abril de 2019, la prestación por nacimiento y cuidado del menor sustituye y unifica en una única modalidad a las de maternidad y paternidad, y protege los períodos de descanso y permisos derivados del nacimiento de hijo/a, adopción o guarda con fines de adopción, así como el acogimiento familiar. Se puede solicitar tanto de forma telemática como por correo ordinario y presencialmente en los Centros de Atención e Información de la Seguridad Social (CAISS). 28

Capìtulo 7 – El diagnóstico prenatal

Cuando se habla de visitas y exámenes del embarazo, no se puede evitar pensar en otro tema importante, que suele rondar por la cabeza de todas las futuras mamás y los futuros papás: el diagnóstico prenatal.

La detección prenatal de anomalías genéticas que puedan generar importantes discapacidades individuales siempre ha sido uno de los grandes retos de la medicina fetal. Actualmente, el diagnóstico requiere de la obtención de material genético fetal. Este material se obtiene a través de pruebas invasivas, no del todo inocuas, que comportan un riesgo de pérdida fetal. Se trata de la biopsia corial (BC), la amniocentesis (AC) y la cordocentesis. Por lo tanto, al margen del coste económico que representan, existen limitaciones éticas para realizar un cribado universal a todas las gestantes.

Asesoramiento a los padres. La información es un derecho fundamental; toda futura mamá debe ser informada de la posibilidad de ser incluida en el programa de cribado que se desarrolla en su área de salud: en qué consiste, fases del cribado, fiabilidad, alternativas, técnicas invasivas y posibilidades tras el diagnóstico. Se debe proporcionar toda la información antes de las semanas 10-12 de embarazo, aclarando dudas y comprobando su comprensión. Desde el punto de vista legal, es suficiente con el consentimiento verbal. (24)

Principalmente, el diagnóstico prenatal se concentra en la detección de la cromosomopatía más frecuente, la trisomía 21, que es la causante del síndrome de Down. La detección de las trisomías 13 y 18 también es consecuencia de este cribado. Existen otras muchas anomalías que comportan graves discapacidades en los individuos que las padecen para las que, sin embargo, a pesar de que se pueden diagnosticar con los métodos diagnósticos actuales, hoy en día no existen sistemas de cribado eficaces.

Actualmente, no disponemos de un programa de cribado poblacional uniforme en todos los sistemas de salud autonómicos, ni tampoco en la medicina privada. El cribado debe reunir unas condiciones mínimas: ser equitativo y factible desde el punto de vista técnico y económico (al menos, el 80% de las gestantes deben tener acceso al cribado), la prueba elegida debe mantener un rendimiento adecuado y, por último, las gestantes de alto riesgo deben tener acceso a la prueba diagnóstica. Organizar un programa de cribado eficaz requiere un gran esfuerzo de coordinación entre la atención primaria y la hospitalaria, además de una importante inversión económica en personal capaz de asesorar antes y después del cribado, solicitar analíticas específicas en caso necesario y realizar derivaciones dentro de los plazos estipulados. Además, se requiere personal formado en la realización de las pruebas diagnósticas, así como recursos materiales y un sistema de control de calidad que asegure que el cribado funciona como es debido. La elección del método de cribado es fundamental, ya que permite identificar a grupos de gestantes de alto riesgo, con los que emplear las técnicas diagnósticas. Hoy en día, en nuestro país, la estrategia recomendada por el Sistema Nacional de Salud es el cribado combinado del primer trimestre (CCPT) para la trisomía 21, que considera riesgo alto el valor igual o superior a 1 entre 250.25

El CCPT en dos tiempos presenta un excelente rendimiento y se lleva a cabo del siguiente modo:

  • 9-10 semanas de gestación:
    • Asesoramiento precribado.
    • Extracción de sangre para el test combinado (ß-hCG y PAPP-A).
  • 12 semanas de gestación:
    • Ecografía detallada.
    • Cribado combinado.
    • Análisis de los resultados.
    • Decidir si es necesaria una técnica invasiva de diagnóstico.

El CCPT en un tiempo consiste en realizar la analítica de sangre y la ecografía en el mismo día. Los resultados se entregan en dos horas, aproximadamente. En nuestro entorno, esta modalidad es menos frecuente, ya que no todas las áreas de salud disponen de recursos suficientes.

El ADN-lc poblacional consiste en detectar material genético fetal en la sangre materna. Es muy útil para las trisomías 21, 18 y 13, pero el factor económico impide su implantación en el sistema público a corto y medio plazo. Sí está disponible en la medicina privada. Si el resultado de las pruebas de cribado es de bajo riesgo y la ecografía es normal, se recomienda seguir con los controles habituales. Sin embargo, si los resultados son de riesgo alto, las alternativas son:(26)

  • No realizar ningún otro test y esperar a la ecografía morfológica de las 20-22 semanas. Es posible aproximarse al diagnóstico a través de marcadores ecográficos, pero no existe una certeza total.
  • Técnica invasiva. Consiste en la obtención de material genético fetal para su estudio. El resultado tarda de tres a cuatro días laborables y conlleva un riesgo de aborto de 1 entre 1.000.
    • Biopsia corial entre las semanas 11 y 15.
    • Amniocentesis a partir de la semana 16

Capìtulo 5 – Madres informadas y bien asistidas

El acceso a conocimientos correctos y a una información que sea respetuosa con las decisiones personales tiene efectos concretos y evaluables sobre la salud de la embarazada y del bebé que está en camino. La evidencia científica demuestra que las futuras mamás que reciben una información adecuada por parte del personal sanitario y están implicadas en las decisiones sobre la gestión de su embarazo recurren a la cesárea con menor frecuencia, ponen en marcha la lactancia materna precoz con mayor frecuencia (en las dos primeras horas desde el nacimiento), la prolongan durante más tiempo (más allá de los cinco meses) y la probabilidad de que tengan que llevar a sus hijos al hospital por cualquier razón en el primer año de vida es menor.

En una época en la que las embarazadas se enfrentan a mensajes alarmistas de todo tipo, falsos mitos, injerencias no pedidas, y quizás están sometidas a un exceso de prácticas asistenciales no necesarias, la información basada en pruebas de eficacia demostrada se convierte en un valioso instrumento de promoción de la salud, un instrumento que sirve a las futuras mamás para tomar decisiones informadas sobre la base de sus necesidades y sus preferencias, y después de haberlas puesto en común con los profesionales que las asisten. En este sentido, la mujer se convierte en la protagonista activa de su embarazo y su parto. Los profesionales sanitarios la informan, la acompañan y la aconsejan, pero las decisiones son suyas.

¿Cuáles son los profesionales que acompañan a las futuras mamás durante el embarazo? En España, el 81,1% de los partos son atendidos en la red del SNS (Sistema Nacional de Salud), quedando el 19,9% para la sanidad privada (18). Todas las mujeres aprecian la continuidad, es decir, tener la posibilidad de que el seguimiento del embarazo, el parto y el posparto sea realizado por la misma persona, con la que se establece una relación de confianza. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirma que la continuidad es beneficiosa para la salud (19). Se asocia a una menor incidencia de ingresos durante el embarazo, a un menor recurso a la instrumentalización del parto, como el uso de ventosa, así como a una mayor frecuencia de la lactancia materna y una mayor satisfacción de la mujer y de su pareja (20).

Además de continuada, la asistencia debe ser personalizada, adaptada al núcleo familiar y diversificada en función del riesgo. Debe comprender un recorrido de exámenes e intervenciones diagnósticas diferente en función de si el embarazo es fisiológico o si se dan complicaciones debidas a patologías o riesgos. Gestionar todos los embarazos como si fueran de alto riesgo, apelando al principio de precaución, comporta una serie de gastos injustificados que, a menudo, corren por cuenta de la familia, así como una mayor probabilidad de intervenciones inadecuadas.

La figura profesional competente para cuidar de una mujer sana en el transcurso de un embarazo de bajo riesgo es la matrona, cuya función es acompañar y favorecer la fisiología, pero estando preparada y equipada para intervenir en caso de que se produzcan señales de patología o de riesgo y, en caso necesario, implicando a la figura del ginecólogo u otros especialistas. Este modelo asistencial cuenta con el visto bueno de la Organización Mundial de la Salud: la embarazada supervisada con un enfoque personalizado y con continuidad durante el embarazo, el parto y el puerperio por una única matrona o por un pequeño grupo de matronas con las que haya establecido una relación de confianza (con la posible intervención por parte del ginecólogo o de otros especialistas en presencia de complicaciones) tiene una menor probabilidad de ser ingresada en el hospital durante el embarazo, o de requerir intervenciones médicas, como el uso de la ventosa, la cesárea o la episiotomía. Además, demuestra un mayor grado de satisfacción y sensación de control. En nuestro país, la asistencia de la matrona durante el embarazo es gratuita en la sanidad pública.

Capìtulo 4 – Mamá sana, niño sano

Las enfermedades no transmisibles, sobre todo las cardiovasculares, la diabetes y algunas formas de cáncer, actualmente son la primera causa de muerte en el mundo, y son en gran parte prevenibles adoptando un estilo de vida correcto: comiendo de forma equilibrada, realizando actividad física y evitando hábitos perjudiciales como el tabaco y el consumo no moderado de alcohol.

Son buenas costumbres que conviene enseñar lo antes posible a los niños para orientarles hacia un futuro de bienestar. ¿Qué significa “lo antes posible”? Nos lo dicen las investigaciones de los últimos años: incluso antes de nacer. De hecho, se habla de los primeros mil días, es decir, el período que va desde la concepción hasta los dos primeros años del niño, aproximadamente. Está demostrado que el estilo de vida de la futura mamá durante el embarazo y, mejor aún, desde la época preconcepcional, influye en la activación de los genes que están dirigiendo el desarrollo del futuro bebé, programando su metabolismo. Lo dice la nutrigenómica, la ciencia que estudia la relación entre la nutrición y el ADN: el patrimonio genético es sensible a los estilos de vida, en particular, a la dieta. El niño nacido de una madre que se alimenta mal, lleva una vida sedentaria, fuma y consume alcohol, está predispuesto a sufrir enfermedades como obesidad, diabetes, hipercolesterolemia y enfermedades crónicas inflamatorias (14). Por esta razón, la futura mamá, que quiere dar el máximo de oportunidades a su hijo y empezar a cuidarse desde el principio, debe esforzarse por corregir estilos de vida y hábitos perjudiciales desde el embarazo y, si es posible, antes de la concepción: dieta sana, actividad física, un índice de masa corporal óptimo y reducción de la exposición a sustancias dañinas. Esto vale tanto para la futura mamá como para el futuro papá. Es un gesto de amor y responsabilidad hacia su hijo que, a su vez, les permitirá ganar en salud.

Las recomendaciones sobre los estilos de vida durante el embarazo y los factores de riesgo evitables están recogidos en la guía del Ministerio de Sanidad (MS) (15), y aportan mucha información sobre el peso que los malos hábitos tienen para la salud de la mujer y del futuro bebé.

La dieta debe ser variada, incluir abundante fruta y verdura, así como cereales integrales, proteína de la carne, el pescado y las legumbres, y lácteos como la leche, el yogur y el queso. A una dieta equilibrada, se pueden añadir, si es necesario, alimentos enriquecidos y suplementos alimenticios. Entre estos, se recomienda el consumo de 0,4 mg diarios de ácido fólico, indispensable en la etapa de la preconcepción y en los primeros meses de embarazo para la prevención de los defectos del tubo neural, como la espina bífida y la labiopalatosquisis (labio leporino y paladar hendido), tanto que se aconseja consumirlo a todas las mujeres en edad fértil que no descarten un embarazo. El tabaco y el alcohol son potencialmente nocivos incluso en bajas cantidades, por lo que están totalmente prohibidos durante todo el embarazo. Por último, salvo contraindicaciones específicas, se aconseja una actividad física moderada durante los nueve meses.

Conocer las reglas de un estilo de vida sano en el embarazo es un primer paso para lograr aplicarlas y hacer prevención. Saber por qué estas reglas son importantes, de dónde vienen y qué evidencias científicas las sostienen es aún más motivador para una futura mamá. Se recomienda ofrecer consejo individualizado sobre el inicio o el mantenimiento de la actividad física, así como la intensidad, la duración y la frecuencia de la misma (16). El mejor enfoque para promover comportamientos correctos es la comunicación personal entre la mujer y la persona que la atiende durante su embarazo, una comunicación que nunca debe servir para asustar, juzgar o ser moralizante, sino que debe ser clara y específica.

Capítulo 3 – Nueve meses para pensar en su salud

Durante el embarazo, no solo se sientan las bases de la futura relación entre los papás y el bebé. También se sientan las bases de su futuro bienestar. Ya está demostrado (13) que el desarrollo físico y neurológico, el metabolismo y la predisposición o la resistencia a una u otra enfermedad están determinados, o fuertemente condicionados, por lo que sucede durante los nueve meses de embarazo.

Se trata de un período intenso y valioso, durante el cual no solo se forma el niño, sino también la madre, que en estos nueve meses tiene la posibilidad de concienciarse poco a poco del cambio y de su nuevo papel. Un nuevo rol que requiere, desde el principio, pensar en el bienestar, la salud y la seguridad de su hijo, ya desde el mismo momento en que empieza a pensar en la maternidad, modificando costumbres y estilos de vida en función de su nuevo proyecto.

Por supuesto, se trata de una gran responsabilidad, pero, por naturaleza, las madres poseen los recursos necesarios para asistir a sus hijos de la mejor manera. Es un don innato que solo puede mejorar gracias a la confianza de la mamá en ella misma y al apoyo, emocional y concreto, de las personas que la rodean. Hoy en día, la futura mamá puede ser la protagonista de su embarazo y su parto, gracias a la posibilidad de acceder a una asistencia respetuosa, así como a una información basada en la evidencia científica, que le permite tomar las mejores decisiones para su salud y la de su hijo, ganando confianza y seguridad en sus propias competencias (empoderamiento).

Capítulo 2 – Aprender a ralentizar

En el pasado, la vida prenatal estaba rodeada de un total misterio, pero hoy sabemos que el pequeño, desde las primeras etapas de la gestación, es un ser sensible, inteligente, sociable, y psicológica y emocionalmente capaz de percibir y elaborar sensaciones. Por ello, es posible establecer un contacto con él.

En el vínculo prenatal, madre e hijo se comunican a distintos niveles para aprender a conocerse. Mientras la mamá descubre al bebé, él la descubre a ella y el mundo en el que vive. El primer nivel es fisiológico: lo que la futura mamá come, bebe, inhala o absorbe pasa a través de la sangre a la placenta, y se transmite al pequeño. Más en general, la salud de la futura mamá influye en la del niño.

Sin embargo, la salud no solo viene dada por la ausencia de enfermedad y por un estilo de vida saludable, sino, en un sentido más amplio, por el bienestar físico y psicológico de una persona. Aun en ausencia de enfermedad física, una condición prolongada de estrés en la embarazada, así como de tensión en el trabajo o en la familia, dificultades económicas y aislamiento social, también constituyen factores de riesgo para el desarrollo del niño que nacerá.

El estrés materno puede tener consecuencias para la salud del feto. Por ejemplo, podría provocar la producción de cortisol, y la exposición prologada a una concentración elevada de esta hormona durante la vida prenatal limita el desarrollo físico y cognitivo, y predispone a enfermedades metabólicas como la diabetes y la hipertensión.(7) A través de pequeños fragmentos de ARN liberados por la placenta durante los nueve meses, el organismo de la futura mamá regula y guía la expresión de los genes del futuro bebé, para adaptarle a las condiciones ambientales que encontrará en la vida fuera del útero materno. El estrés también interfiere en este mecanismo, predisponiendo al pequeño a patologías caracterizadas por un estado de inflamación crónica (8).

Para ofrecer a su hijo las mejores condiciones de partida y una mayor oportunidad de salud, la futura mamá debería gozar de una existencia tranquila, protegida de traumas y tensiones, dedicándose a actividades gratificantes, incluido su trabajo, si la satisface y no es demasiado exigente, y encontrando tiempo suficiente para desconectar, relajarse y regalarse tiempo para familiarizarse con el pequeño que crece dentro de ella, escucharle y empezar a establecer contacto con él. Las experiencias agradables favorecen la relajación y aumentan la conciencia del propio cuerpo, estimulando la producción de una mayor cantidad de hormonas saludables, entre las que se encuentra la oxitocina, la hormona que el organismo produce de forma natural durante el embarazo, el parto, el posparto, la actividad sexual y en todas las ocasiones condicionadas por un sentimiento de amor. Una condición indudablemente favorable tanto para la mamá como para el bebé, el cual, a su vez, entra en un estado de bienestar.

A pesar del ritmo intenso de la vida, todas las futuras mamás deben recibir apoyo para crear ocasiones en las que disponer de tiempo y espacio para dedicarse a ocupaciones agradables y relajantes que favorezcan su bienestar y el de su hijo. Por poner un ejemplo, no hay que descuidar el efecto beneficioso y restaurador de un sano descanso, también durante las horas diurnas. Es aconsejable realizar una pausa a mitad de jornada, ya que ayuda a frenar el ritmo estresante y es determinante para reequilibrar el organismo. Tumbarse a descansar un tiempo en el sofá, leyendo un libro o escuchando música, puede ser muy relajante y revitalizador. Asimismo, es ideal gozar de un fin de semana fuera de la ciudad para disfrutar en plenitud de los beneficios de la vida al aire libre, llena de estímulos positivos, como la posibilidad de descubrir lugares y paisajes nuevos, obras de arte y buena gastronomía.

Además, representa una ocasión ideal para estrechar y reforzar la relación de pareja. Además, representa una ocasión ideal para estrechar y reforzar la relación de pareja. En este sentido, la actividad sexual también es beneficiosa. Son raros los casos en los que, durante el embarazo, resulta necesario suspender las relaciones sexuales.9 En todas las otras circunstancias, si la matrona o el ginecólogo no lo prohíben expresamente, hacer el amor durante el embarazo no comporta ningún riesgo; por el contrario, favorece la buena marcha del embarazo. Las leves contracciones uterinas provocadas por la relación y las prostaglandinas contenidas en el líquido seminal no pueden desencadenar el parto antes de tiempo y, si la pareja está sana y se siguen las reglas higiénicas con normalidad, no hay peligro de transmitir infecciones al futuro bebé, que está bien protegido por las membranas y el sellado del cuello del útero. La intimidad es beneficiosa para el organismo y el estado de ánimo de la futura mamá, y refuerza, además, la relación de pareja.

Un segundo nivel del bonding es el comportamental: las acciones de la mamá y el papá son percibidas por el bebé, y viceversa. Al acariciar la tripa, hablar y cantar al bebé, los papás podrán notar sus movimientos y advertir pequeños golpecitos realizados con los pies o con los codos.

Hoy en día, se sabe que el feto cambia su comportamiento como respuesta a diferentes estímulos (auditivos, olfativos y gustativos), logrando memorizar y reconocer algunos de ellos después de nacer.

Alrededor de los cinco meses de gestación, el pequeño empieza a elaborar los estímulos internos y externos al cuerpo de la mamá, en primer lugar, el latido de su corazón10, que consigue tranquilizarle tanto dentro de la barriga como después de nacer, cuando se le apoya sobre el pecho de la madre o cuando se le hace escuchar el sonido de la grabación del latido. Al mismo tiempo, también se activan las papilas gustativas y, a través de la ingestión de pequeñas cantidades de líquido amniótico, el pequeño puede saborear lo que la mamá come. Entre los seis y los siete meses de embarazo, el futuro bebé puede abrir los ojos y responder a estímulos luminosos. Sobre todo, puede reconocer las voces de la mamá y el papá por su timbre, su intensidad y la duración de los sonidos respecto a otras voces.

Hablar al niño y leerle cuentos e historias desde el embarazo es un magnífico método para comunicarse y sentar las bases de la futura relación. Hablar al niño y leerle cuentos e historias desde el embarazo es un magnífico método para comunicarse y sentar las bases de la futura relación. También lo es la música o el uso de las voces para cantar o emitir sonidos de forma rítmica y repetitiva. En la dimensión lúdico-creativa que se crea con el canto, la futura madre alimenta el vínculo y la relación empática con su bebé, sintonizando con él y adaptándose al fenómeno fisiológico de regresión que tiene lugar en el embarazo (11).

Asimismo, la visualización, que se basa en el uso de imágenes mentales elaboradas en un estado de relajación profunda, permite entrar en contacto con el pequeño, imaginándolo en situaciones positivas. En general, las primeras visualizaciones son guiadas por un experto que ayuda a la mujer a relajarse y le sugiere las imágenes en las que concentrarse, como sucede, por ejemplo, en los cursos de acompañamiento al nacimiento. Más adelante, la futura mamá puede realizar los ejercicios sola o con la ayuda de una voz grabada. La visualización puede ser útil en una etapa inicial del embarazo, hasta el cuarto o quinto mes, cuando todavía no se notan los movimientos del bebé. Después, será mucho más fácil sentir la presencia del pequeño y, por lo tanto, establecer un contacto. En realidad, el niño empieza a moverse desde el final del tercer mes, pero todavía es demasiado pequeño para que la mamá logre sentirlo. Con el paso de las semanas, y con la maduración de los músculos y el sistema nervioso, sus movimientos cada vez son más activos y coordinados.

De las 11 a las 14 semanas, el feto empieza a fruncir el ceño y a mover los labios y la cabeza. Se trata de movimientos muy útiles para el desarrollo del reflejo de succión.

Alrededor de las 18 semanas, su rostro ya adopta expresiones, se chupa los dedos y agarra el cordón umbilical.

A partir de la semana 19, se impulsa con los pies apoyándose en la pared uterina, empieza a girar la cabeza y a arquear la espalda.

Si se trata del primer hijo, la futura mamá podría darse cuenta de cualquier cosa en cualquier momento entre las semanas 16 y 18, pero depende mucho del estilo de vida y del ritmo diario de la mamá, así como de su capacidad para escuchar a su propio cuerpo y captar las señales. Al principio, el movimiento se percibe de forma esporádica e inesperada; a partir de las 20 semanas, en cambio, empieza a convertirse en una cita habitual, que es, ante todo, un signo de vitalidad y bienestar.

Una señal positiva tan importante que, hasta hace algunos años, durante las últimas semanas de gestación, se recomendaba contar los movimientos percibidos en el transcurso de dos horas y comprobar que fueran al menos diez en un día. (12) En caso contrario, se aconsejaba la realización de un control. Se trataba de una precaución sensata, pero, tal y como estaba planteada, generaba ansiedad. Hoy en día, normalmente, se recomienda prestar atención a la actividad fetal e indicar a la matrona o al ginecólogo los posibles cambios repentinos de frecuencia o en las características de los movimientos.

El movimiento también es una forma de comunicación que permite a la mamá y al bebé entrar en sintonía, así como entender el tipo de carácter del futuro bebé, ya sea más tranquilo o más activo. Por ejemplo, pellizcando ligeramente con los dedos la barriga de la mamá y esperando la respuesta del niño.

No solo las caricias de la mamá, sino también las del papá, contribuyen a hacer al bebé más fuerte y seguro. Si el papá pone la mano sobre la barriga, el pequeño puede ralentizar su ritmo cardíaco, que se vuelve más regular. Esto sucede porque el feto es capaz de distinguir el toque paterno. Cuando el papá llega a casa, el niño se mueve más, como si se pusiese contento. Percibe su llegada por el timbre de la voz, que pronto, alrededor de los seis o siete meses, aprende a diferenciar del de la madre.

Capítulo 1 – Cuando comienza su bienestar

Empezamos a ser padres mucho antes del nacimiento de un hijo. Sucede cuando se descubre que se está esperando un bebé y, a veces, incluso antes, cuando se encara el deseo, o incluso el simple pensamiento, de tenerlo. Precisamente ahí, en la mente y en el corazón de una madre y de un padre, la idea del pequeño toma forma en la imaginación, los sueños y los proyectos. El embarazo es un período de intensa reflexión que permite a los papás sentar las bases del vínculo con el niño.

Para algunos, es un proceso lento, casi imperceptible, mientras que, para otros, es una emoción disruptiva. Las fantasías y las emociones forman parte del recorrido. Dedicar tiempo a escuchar los movimientos del niño en la barriga, imaginar qué está haciendo, si se mueve y cómo lo hace, y cuáles son sus emociones y su estado de ánimo no solo significa imaginar, sino que ya constituye una forma de relacionarse con él, aprovechando el tiempo de gestación para aprender a conocerle, de manera que el nacimiento no sea un encuentro, sino un reencuentro. Este proceso compuesto de escucha, imaginación y diálogo, a través del tacto y las posiciones del cuerpo, se denomina bonding prenatal.

El término inglés bonding significa “vínculo”, “apego”, y define un recorrido, en parte, consciente, y, en parte, inconsciente, a través del cual el bebé y sus papás se conectan en una relación íntima. El vínculo es bidireccional: los papás aprenden a intimar y a conocer al pequeño, y este les encuentra, experimenta y se relaciona con ellos enviando señales comunicativas incluso mucho antes de los movimientos fetales activos. Está demostrado que lograr establecer un vínculo sólido con el bebé en el vientre materno también favorece, entre innumerables beneficios, el vínculo entre el pequeño y sus papás después del nacimiento, y, además, reduce el riesgo de depresión posparto en la nueva mamá.(1)

En 1958, el psicoanalista inglés Donald Winnicott fue uno de los primeros en evidenciar cómo la relación entre los padres y el niño se originaba en las etapas anteriores al nacimiento. Según Winnicott, ya en los primeros meses de embarazo, la madre entra en un estado psicológico que se define como “preocupación materna primaria”, es decir, una condición de especial y elevada sensibilidad, entendida como un estado temporal de “retiro”, que lleva a la mujer a situar en primer plano a su hijo y a sintonizar con sus necesidades incluso antes de su nacimiento.

En 1969, el psicoanalista John Bowlby reconoció la conexión entre una relación cualitativa madre-hijo durante el embarazo y el desarrollo sereno de un individuo. (2)

Entre las investigaciones más reconocidas, la de M.S. Cranley (3) puso de manifiesto cómo, durante los nueve meses de gestación, se producían tanto el desarrollo psicofísico del feto como la transformación de la mujer en madre. Para la mujer, esto comporta tomar conciencia de una nueva identidad asociada a su nuevo papel; para el feto, implica crear su propio papel; y para ambos, significa crear una relación, la primera relación, que Cranley denomina vínculo prenatal, y que está estrechamente relacionada con el vínculo posnatal. Según la estudiosa, la calidad de la inversión afectiva prenatal influye en el proceso del embarazo y el parto, en la posterior relación de vínculo entre los papás y el bebé, y en el desarrollo psíquico infantil (4). Pero ¿en qué consiste concretamente el vínculo prenatal? Es el conjunto de representaciones cognitivas y emocionales de la mamá hacia el hijo que está dentro de su barriga, que algunos estudiosos han tratado de medir y clasificar.

Cranley propuso una escala de medición, la Maternal-Fetal Attachment Scale (MFAS), compuesta de cinco dimensiones distintas:

  • LA ASUNCIÓN DEL ROL (por ejemplo, me imagino cuidando de mi hijo).
  • LA DIFERENCIACIÓN CON RESPECTO AL FETO (por ejemplo, me gusta observar cómo se mueve mi barriga cuando mi bebé da pataditas).
  • LA INTERACCIÓN CON EL FETO (por ejemplo, hablo a mi hijo mientras me acaricio la barriga).
  • LA ATRIBUCIÓN DE CARACTERÍSTICAS AL FETO (por ejemplo, imagino cómo será mi hijo).
  • LA ENTREGA (por ejemplo, adopto comportamientos virtuosos que nunca había tenido antes del embarazo pensando en el bienestar del niño).

Otros investigadores (Müller y Condon) propusieron más tarde variantes de esta escala, incorporando la influencia que la mujer posee con respecto a la experiencia vivida con su propia madre, así como los pensamientos y los sentimientos maternos hacia el niño. Según Müller, el vínculo prenatal es “la relación afectuosa y única que se establece entre una mujer y su feto”, el cual intentó medir a través del PAI (Prenatal Attachment Inventory), un instrumento de valoración de los diferentes aspectos de la relación materno-fetal: interacción, comunicación, demostración de amor, disponibilidad para cuidar, proyección hacia el futuro y voluntad de compartir los progresos del embarazo con otras personas, empezando por el papá (5).

En las últimas décadas, la introducción de nuevas tecnologías ha permitido disponer de ecografías cada vez más sofisticadas. A pesar de las críticas que suscita el recurso frecuente a exámenes ecográficos no justificados por necesidades médicas, estas prácticas han permitido a los papás observar a su hijo en una representación visual, facilitándoles así la puesta en contacto con el feto “oculto” en el vientre materno.

A lo largo de los años, se han sucedido estudios vinculados a la relación materno-fetal que también han tenido en cuenta variables sociales, geográficas y culturales, destacando, al mismo tiempo, la importancia de invertir en una relación de calidad con el niño desde el embarazo. Ya sabemos que favorecer y sostener el vínculo prenatal significa crear una base sólida para la relación entre la mamá y el futuro bebé, que se consolida al nacer y en los primeros años de vida del niño (6).