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Su bienestar empieza mucho antes de nacer

"Más en general, la salud de la futura mamá influye en la del niño"

Capítulo 2 - Aprender a ralentizar

CATEGORÍA: Su bienestar empieza mucho antes de nacer
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En el pasado, la vida prenatal estaba rodeada de un total misterio, pero hoy sabemos que el pequeño, desde las primeras etapas de la gestación, es un ser sensible, inteligente, sociable, y psicológica y emocionalmente capaz de percibir y elaborar sensaciones. Por ello, es posible establecer un contacto con él.

En el vínculo prenatal, madre e hijo se comunican a distintos niveles para aprender a conocerse. Mientras la mamá descubre al bebé, él la descubre a ella y el mundo en el que vive. El primer nivel es fisiológico: lo que la futura mamá come, bebe, inhala o absorbe pasa a través de la sangre a la placenta, y se transmite al pequeño. Más en general, la salud de la futura mamá influye en la del niño.

Sin embargo, la salud no solo viene dada por la ausencia de enfermedad y por un estilo de vida saludable, sino, en un sentido más amplio, por el bienestar físico y psicológico de una persona. Aun en ausencia de enfermedad física, una condición prolongada de estrés en la embarazada, así como de tensión en el trabajo o en la familia, dificultades económicas y aislamiento social, también constituyen factores de riesgo para el desarrollo del niño que nacerá.

El estrés materno puede tener consecuencias para la salud del feto. Por ejemplo, podría provocar la producción de cortisol, y la exposición prologada a una concentración elevada de esta hormona durante la vida prenatal limita el desarrollo físico y cognitivo, y predispone a enfermedades metabólicas como la diabetes y la hipertensión.(7) A través de pequeños fragmentos de ARN liberados por la placenta durante los nueve meses, el organismo de la futura mamá regula y guía la expresión de los genes del futuro bebé, para adaptarle a las condiciones ambientales que encontrará en la vida fuera del útero materno. El estrés también interfiere en este mecanismo, predisponiendo al pequeño a patologías caracterizadas por un estado de inflamación crónica (8).

Para ofrecer a su hijo las mejores condiciones de partida y una mayor oportunidad de salud, la futura mamá debería gozar de una existencia tranquila, protegida de traumas y tensiones, dedicándose a actividades gratificantes, incluido su trabajo, si la satisface y no es demasiado exigente, y encontrando tiempo suficiente para desconectar, relajarse y regalarse tiempo para familiarizarse con el pequeño que crece dentro de ella, escucharle y empezar a establecer contacto con él. Las experiencias agradables favorecen la relajación y aumentan la conciencia del propio cuerpo, estimulando la producción de una mayor cantidad de hormonas saludables, entre las que se encuentra la oxitocina, la hormona que el organismo produce de forma natural durante el embarazo, el parto, el posparto, la actividad sexual y en todas las ocasiones condicionadas por un sentimiento de amor. Una condición indudablemente favorable tanto para la mamá como para el bebé, el cual, a su vez, entra en un estado de bienestar.

A pesar del ritmo intenso de la vida, todas las futuras mamás deben recibir apoyo para crear ocasiones en las que disponer de tiempo y espacio para dedicarse a ocupaciones agradables y relajantes que favorezcan su bienestar y el de su hijo. Por poner un ejemplo, no hay que descuidar el efecto beneficioso y restaurador de un sano descanso, también durante las horas diurnas. Es aconsejable realizar una pausa a mitad de jornada, ya que ayuda a frenar el ritmo estresante y es determinante para reequilibrar el organismo. Tumbarse a descansar un tiempo en el sofá, leyendo un libro o escuchando música, puede ser muy relajante y revitalizador. Asimismo, es ideal gozar de un fin de semana fuera de la ciudad para disfrutar en plenitud de los beneficios de la vida al aire libre, llena de estímulos positivos, como la posibilidad de descubrir lugares y paisajes nuevos, obras de arte y buena gastronomía.

Además, representa una ocasión ideal para estrechar y reforzar la relación de pareja. Además, representa una ocasión ideal para estrechar y reforzar la relación de pareja. En este sentido, la actividad sexual también es beneficiosa. Son raros los casos en los que, durante el embarazo, resulta necesario suspender las relaciones sexuales.9 En todas las otras circunstancias, si la matrona o el ginecólogo no lo prohíben expresamente, hacer el amor durante el embarazo no comporta ningún riesgo; por el contrario, favorece la buena marcha del embarazo. Las leves contracciones uterinas provocadas por la relación y las prostaglandinas contenidas en el líquido seminal no pueden desencadenar el parto antes de tiempo y, si la pareja está sana y se siguen las reglas higiénicas con normalidad, no hay peligro de transmitir infecciones al futuro bebé, que está bien protegido por las membranas y el sellado del cuello del útero. La intimidad es beneficiosa para el organismo y el estado de ánimo de la futura mamá, y refuerza, además, la relación de pareja.

Un segundo nivel del bonding es el comportamental: las acciones de la mamá y el papá son percibidas por el bebé, y viceversa. Al acariciar la tripa, hablar y cantar al bebé, los papás podrán notar sus movimientos y advertir pequeños golpecitos realizados con los pies o con los codos.

Hoy en día, se sabe que el feto cambia su comportamiento como respuesta a diferentes estímulos (auditivos, olfativos y gustativos), logrando memorizar y reconocer algunos de ellos después de nacer.

Alrededor de los cinco meses de gestación, el pequeño empieza a elaborar los estímulos internos y externos al cuerpo de la mamá, en primer lugar, el latido de su corazón10, que consigue tranquilizarle tanto dentro de la barriga como después de nacer, cuando se le apoya sobre el pecho de la madre o cuando se le hace escuchar el sonido de la grabación del latido. Al mismo tiempo, también se activan las papilas gustativas y, a través de la ingestión de pequeñas cantidades de líquido amniótico, el pequeño puede saborear lo que la mamá come. Entre los seis y los siete meses de embarazo, el futuro bebé puede abrir los ojos y responder a estímulos luminosos. Sobre todo, puede reconocer las voces de la mamá y el papá por su timbre, su intensidad y la duración de los sonidos respecto a otras voces.

Hablar al niño y leerle cuentos e historias desde el embarazo es un magnífico método para comunicarse y sentar las bases de la futura relación. Hablar al niño y leerle cuentos e historias desde el embarazo es un magnífico método para comunicarse y sentar las bases de la futura relación. También lo es la música o el uso de las voces para cantar o emitir sonidos de forma rítmica y repetitiva. En la dimensión lúdico-creativa que se crea con el canto, la futura madre alimenta el vínculo y la relación empática con su bebé, sintonizando con él y adaptándose al fenómeno fisiológico de regresión que tiene lugar en el embarazo (11).

Asimismo, la visualización, que se basa en el uso de imágenes mentales elaboradas en un estado de relajación profunda, permite entrar en contacto con el pequeño, imaginándolo en situaciones positivas. En general, las primeras visualizaciones son guiadas por un experto que ayuda a la mujer a relajarse y le sugiere las imágenes en las que concentrarse, como sucede, por ejemplo, en los cursos de acompañamiento al nacimiento. Más adelante, la futura mamá puede realizar los ejercicios sola o con la ayuda de una voz grabada. La visualización puede ser útil en una etapa inicial del embarazo, hasta el cuarto o quinto mes, cuando todavía no se notan los movimientos del bebé. Después, será mucho más fácil sentir la presencia del pequeño y, por lo tanto, establecer un contacto. En realidad, el niño empieza a moverse desde el final del tercer mes, pero todavía es demasiado pequeño para que la mamá logre sentirlo. Con el paso de las semanas, y con la maduración de los músculos y el sistema nervioso, sus movimientos cada vez son más activos y coordinados.

De las 11 a las 14 semanas, el feto empieza a fruncir el ceño y a mover los labios y la cabeza. Se trata de movimientos muy útiles para el desarrollo del reflejo de succión.

Alrededor de las 18 semanas, su rostro ya adopta expresiones, se chupa los dedos y agarra el cordón umbilical.

A partir de la semana 19, se impulsa con los pies apoyándose en la pared uterina, empieza a girar la cabeza y a arquear la espalda.

Si se trata del primer hijo, la futura mamá podría darse cuenta de cualquier cosa en cualquier momento entre las semanas 16 y 18, pero depende mucho del estilo de vida y del ritmo diario de la mamá, así como de su capacidad para escuchar a su propio cuerpo y captar las señales. Al principio, el movimiento se percibe de forma esporádica e inesperada; a partir de las 20 semanas, en cambio, empieza a convertirse en una cita habitual, que es, ante todo, un signo de vitalidad y bienestar.

Una señal positiva tan importante que, hasta hace algunos años, durante las últimas semanas de gestación, se recomendaba contar los movimientos percibidos en el transcurso de dos horas y comprobar que fueran al menos diez en un día. (12) En caso contrario, se aconsejaba la realización de un control. Se trataba de una precaución sensata, pero, tal y como estaba planteada, generaba ansiedad. Hoy en día, normalmente, se recomienda prestar atención a la actividad fetal e indicar a la matrona o al ginecólogo los posibles cambios repentinos de frecuencia o en las características de los movimientos.

El movimiento también es una forma de comunicación que permite a la mamá y al bebé entrar en sintonía, así como entender el tipo de carácter del futuro bebé, ya sea más tranquilo o más activo. Por ejemplo, pellizcando ligeramente con los dedos la barriga de la mamá y esperando la respuesta del niño.

No solo las caricias de la mamá, sino también las del papá, contribuyen a hacer al bebé más fuerte y seguro. Si el papá pone la mano sobre la barriga, el pequeño puede ralentizar su ritmo cardíaco, que se vuelve más regular. Esto sucede porque el feto es capaz de distinguir el toque paterno. Cuando el papá llega a casa, el niño se mueve más, como si se pusiese contento. Percibe su llegada por el timbre de la voz, que pronto, alrededor de los seis o siete meses, aprende a diferenciar del de la madre.

(7) L. Wallack, K. Thornburg, “Developmental origins, epigenetic and equity: moving upstream”, Maternal and Child Health Journal 20 (2016) pp 935-940

(8) F. C. R. Zucchi et al, “Maternal Stress Induces Epigenetic Signatures of Psychiatric and Neurological Diseases in the Offspring”, PLoS ONE 8 (2013) n. 56967

(9) S. MacPhedran, “Recommendations in High-Risk Pregnancies: What is the Evidence?”, Sexual Medicine Reviews 6 (2018) pp 343-357

(10) Salk L. – Mother’s heartbeat as an imprinting stimulus. Transactions of the New York Academy of Sciences, Series 2 (4), 53-63.

(11) Nardi M.T. La relazione Sonora. Casa Editrice La Scuola, Brescia, 2009

(12) Royal College of Obstetricians and Gynaecologists, “Reduced Fetal Movements”, Green-top Guideline n. 57, 2011

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