Cuidados y atención amorosa
Capìtulo 9 - El masaje infantil
Si a los adultos nos piden que visualicemos el concepto de bienestar, la imagen de un buen masaje estaría en las preferencias de la mayoría. No hay nada más relajante que pasar un día en un centro de bienestar y realizarse un masaje regenerador. ¿Para los niños también es así? Ciertamente. Respetando ciertos límites y siguiendo algunas reglas, el masaje del bebé es una costumbre que le hace sentir bien.
El toque amoroso de la mamá y el papá le consuela, le transmite amor y seguridad y le recuerda sensaciones y emociones vividas durante los nueve meses de embarazo. A través de la piel y el tono muscular, el bebé logra comprender los códigos del lenguaje táctil, así como a percibir sentimientos y sensaciones de las personas que le cuidan. En consecuencia, desde los primeros días, la mamá y el papá pueden “dialogar” con su bebé practicando el contacto piel con piel, realizado de forma respetuosa y consciente. Mediante el intercambio continuo de mensajes corporales, el vínculo se refuerza y los papás aprenden a conocer e interpretar las necesidades de su hijo. (8)
Desde los primeros días, la mamá y el papá pueden “dialogar” con su bebé gracias al contacto piel con piel, realizado de forma respetuosa y consciente.
Las técnicas de lo que hoy conocemos como masaje infantil han sido perfeccionadas y difundidas en Occidente por la doctora estadounidense Vimala McClure. Tras un período de trabajo en un orfanato en la India, decidió estudiar y profundizar en los beneficios de la práctica aprendida allí. Cuando nació su primer hijo, en 1976, perfeccionó la secuencia de los masajes, comprobando en primera persona las reacciones y los beneficios, y la completó con movimientos del masaje sueco y con elementos de la reflexología. En 1981, junto a Audrey Downes, fundó la International Association of Infant Massage (IAIM), con el fin de promover la práctica y la investigación en el ámbito del masaje infantil. La secuencia de Vimala McClure, descrita en su totalidad en su primer libro Infant Massage: a Handbook for Loving Parents, publicado en España bajo el título Masaje Infantil: Guía Práctica para el Padre y la Madre, se enseña todavía hoy a los papás de todo el mundo (en España, la organización más importante en este campo es la AEMI, Asociación Española de Masaje Infantil).
Vimala McClure dividió los beneficios del masaje infantil en cuatro grandes áreas:
- ESTIMULACIÓN: además de estimular el tacto, el masaje actúa en todos los sistemas del cuerpo (cardiocirculatorio, respiratorio, gastrointestinal y motor) y ayuda al niño a tomar conciencia de su propio esquema corporal y a coordinar los movimientos. Durante el masaje, también se produce una estimulación de tipo sensorial: el bebé entra en contacto visual con la mamá o el papá, ve su rostro sonriente y sus ojos, escucha su voz y, a su vez, puede producir sonidos – tratando de imitarle -, y siente su olor, gracias al contacto y la cercanía. Así, aprende a relacionarse con el otro y a jugar con la cara y el cabello del adulto, con la boca y las manitas.
- ALIVIO: la práctica constante del masaje puede relajar las tensiones musculares y las molestias debidas a la dentición, además de proporcionar alivio en caso de cólicos del lactante, estreñimiento, gases y resfriado. Durante el masaje, también se puede liberar la tensión emocional.
- RELAJACIÓN: el masaje infantil relaja al niño y a la persona que lo realiza, liberando hormonas beneficiosas, como las endorfinas, la oxitocina y la prolactina, que ayudan a reducir el nivel de estrés. Los movimientos rítmicos de las manos y la ritualidad de los gestos ayudan al niño a adquirir la regularidad del ritmo sueñovigilia, así como a descargar las tensiones acumuladas durante el día a causa de los numerosos estímulos a los que el pequeño está expuesto.
- INTERACCIÓN: el masaje favorece el proceso de apego entre los papás y el bebé: les ayuda a entrar en contacto y a crear un fuerte vínculo. Es un momento de nutrición afectiva que hace que el pequeño se sienta apoyado, amado y escuchado, además de ayudar a los papás a reconocer las señales de su bebé, haciéndoles sentir competentes y seguros.
Siempre y cuando se empiece con una extremada delicadeza y gradualidad, es posible masajear al bebé desde los primeros días de vida, empezando con movimientos simples de contacto, para llegar, poco a poco, a técnicas cada vez más específicas. El contacto debe ser siempre suave y respetuoso, y es bueno avisar al bebé cada vez, pidiéndole permiso para darle el masaje, con frases sencillas de aproximación que pasarán a formar parte del mismo ritual.
Para saber si el niño está receptivo, basta con observar su comportamiento. Si realiza movimientos lentos y mira al adulto a la cara, significa que es un buen momento para darle el masaje. En cambio, si gira la cabeza hacia el otro lado, se pone rígido cuando le tocan y se muestra inquieto, es mejor dejarlo para otro momento.
El ambiente que rodea al masaje debe ser cálido y confortable, y no demasiado iluminado. Un poco de música de fondo a bajo volumen contribuirá a relajar aún más el ambiente. Lo ideal es que los papás y el bebé estén en contacto directo, por ejemplo, sentándose en el sofá, con la espalda apoyada y las piernas flexionadas, conteniendo al pequeño. Otra opción es sentarse en el suelo o en la cama con las piernas cruzadas, con el niño de frente sobre una colchoneta, o incluso en el mismo cambiador (mejor, si no es demasiado alto).
Antes de entrar en contacto con el niño, es oportuno quitarse los posibles anillos y pulseras, y calentarse las manos. A continuación, si el niño no está desnudo, se procederá a desvestirle poco a poco, empezando por las piernas. El pañal se le puede dejar puesto, pero es preferible quitárselo. Para facilitar el deslizamiento de las manos sobre la piel, se aconseja utilizar un aceite vegetal de alta calidad sin perfume, por ejemplo, aceite de almendras.
Para aprender las diferentes técnicas de masaje infantil, aconsejamos visitar la página web de la AEMI (https://masajeinfantil.org/aemi/).
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