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Cuidados y atención amorosa

"Es importante cuidar la calidad del aire de casa"

Capìtulo 10 - La limpieza de los ojos, las orejas y la nariz

CATEGORÍA: Cuidados y atención amorosa
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TIEMPO DE LECTURA: 4 min

Después de una noche de sueño, los niños, como los adultos, pueden tener legañas en los ojos, debido al estancamiento de las secreciones producidas durante el descanso. La presencia por la mañana de moderados residuos de mucosidad en los ojos es normal. En cambio, si las secreciones son abundantes y densas, y el ojo está enrojecido y pegajoso, es oportuno consultar al pediatra, puesto que podría tratarse de una conjuntivitis.

Para la higiene ocular, suele bastar un poco de agua templada. Si no fuese suficiente, será necesario utilizar una gasa suave y estéril empapada en solución fisiológica o agua esterilizada, pasándola delicadamente por el párpado, desde el ángulo interno hacia el externo, y procurando cambiar la gasa antes de pasar al otro ojo.

Los oídos son órganos impermeables y pueden mojarse durante el baño sin ningún problema, pero solo deben lavarse en su parte más externa. De hecho, los oídos se limpian solos.

En cada baño, el agua, la humedad y la pequeña cantidad de producto de higiene que pueda penetrar en el conducto auditivo tienden a disolver y eliminar el exceso de cerumen. Una vez finalizado el baño, bastará con enjuagarlo y secarlo delicadamente con una toalla suave. Cuando el niño sea más mayorcito y se le seque el pelo, se podrá dirigir el aire del secador hacia el conducto con mucho cuidado, para evaporar la humedad residual.

Se sabe que el uso de bastoncillos de algodón es perjudicial porque compacta el cerumen y puede provocar lesiones en el canal auditivo. Cabe señalar que el cerumen tiene una función antibacteriana y protectora indispensable para la salud del canal auditivo. Sin embargo, su presencia se asocia, a menudo, a una falta de higiene y a un obstáculo para la audición. En realidad, solo puede generar molestias y escozor cuando se produce en exceso o cuando, precisamente, es empujado hacia el interior del canal auditivo, formando lo que se conoce como tapón de cera. En estos casos, es oportuno consultar al pediatra, quien, con una simple otoscopia, podrá prescribir un cerumenolítico o proceder a la extracción mecánica del tapón.

Pasemos a la nariz. En los primeros meses de vida, el pequeño es un respirador nasal obligatorio, es decir, solo respira por la nariz, y no por la boca, la cual, de forma primaria, necesita para agarrarse al pecho y comer. Por lo tanto, la nariz no solo es un órgano para que pase el aire, sino también un punto de conexión importante para todas las vías respiratorias, como los oídos, la garganta y los senos paranasales. Para el bebé, una posible congestión nasal resulta muy molesta, le impide descansar y mamar bien, y reduce el correcto aporte de oxígeno a los pulmones. ¿Cómo se previene la acumulación de secreciones en su naricita y cómo se despeja, dado que el niño, hasta al menos los tres años, no es capaz de sonarse solo?

Para mantener limpia la nariz del bebé en todo momento, hay que eliminar la mucosidad mediante lavados nasales específicamente estudiados para la edad neonatal e infantil. Un lavado nasal correcto consiste en la instilación por la nariz de una solución fisiológica a temperatura corporal, para limpiar las fosas nasales y eliminar el moco estancado. El lavado libera la nariz, elimina los agentes infecciosos y alergénicos, e impide que la mucosidad llegue a los oídos, las amígdalas, la garganta y los bronquios.

¿Cómo se efectúa el lavado nasal? Antes de llevarlo a cabo, es indispensable calentar la solución. A continuación, se aspira la solución fisiológica con una jeringuilla específica. Con el niño tendido sobre un cambiador o una superficie plana (se le puede envolver en una sabanita o un arrullo, para controlar mejor sus movimientos), y la cabeza girada hacia un lado, se introduce el dosificador (una jeringa provista de boquilla anatómica) en la fosa nasal superior y, con una ligera presión, se instila el líquido en la naricita. De este modo, la solución pasará de una fosa nasal a otra, favoreciendo la eliminación del exceso de mucosidad. A continuación, es preciso repetir la operación del otro lado, con la cabeza del niño girada hacia el lado contrario. Durante la fase de lavado, hay que asegurarse de que la boca del bebé permanece abierta. Al término del lavado, se debe incorporar al pequeño para favorecer la expulsión de los mocos, y limpiar la nariz con un pañuelo. (9)

Algunas veces, la congestión nasal puede no estar provocada por agentes infecciosos o alergénicos, sino depender de la sequedad de las mucosas.

Las células de la mucosa que recubre las vías respiratorias altas están provistas de cilios, unos finos pelitos “vibrantes” que actúan de “escoba” y expulsan la mucosidad hacia el exterior. El aire muy frío, muy caliente o muy seco puede paralizar los cilios temporalmente. Entonces, las secreciones se acumulan y la nariz se tapa. Por lo tanto, para mantener la mucosa de las vías respiratorias del pequeño a pleno rendimiento, es importante cuidar la calidad del aire de casa, evitando tener la calefacción al máximo y colocando en cada radiador un pequeño recipiente con agua que haga las veces de humidificador, o bien un paño mojado. El grado de humedad ideal en casa es del 50%.

Algunas veces, la congestión nasal puede no estar provocada por agentes infecciosos o alergénicos, sino depender de la sequedad de las mucosas. 

Dadas las condiciones climáticas de nuestro país, lo mejor que se puede hacer para establecer una temperatura y un grado de humedad adecuados en casa es abrir las ventanas a menudo y ventilar el ambiente. (10) Si se decide comprar un humidificador para la habitación del niño, es necesario limpiar los filtros con frecuencia, para evitar la acumulación de bacterias y hongos, que después se podrían dispersar en el aire, así como evitar añadir esencias perfumadas al agua del depósito, ya que podrían resultar irritantes.

9 N. Principi, S. Esposito, Nasal Irrigation: An Imprecisely Defined Medical Procedure, «International Journal of Environmental Research and Public Health», 14, 2017, n. 516

10 G. Chirico et al, Nasal congestion in infants and children: a literature review on efficacy and safety of non-pharmacological treatments, «Minerva Pediatrica», 66, 2014, pp. 549-557

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