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Cuidados y atención amorosa

"Lo protege de las infecciones, mantiene la temperatura corporal y regula la pérdida de líquidos a través de la transpiración"

Capìtulo 3 - La higiene del niño

CATEGORÍA: Cuidados y atención amorosa
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TIEMPO DE LECTURA: 4 min

La piel de un niño con respecto a su peso corporal tiene una mayor extensión que la del adulto. Es un órgano propiamente dicho, el más grande del cuerpo, y regula la interacción entre el organismo y el ambiente externo: lo protege de las infecciones, mantiene la temperatura corporal y regula la pérdida de líquidos a través de la transpiración.

Respecto a la de los adultos, la piel de los niños es significativamente más delicada. Es más fina, menos elástica y más permeable. Las glándulas que producen el sebo todavía no están activas, y la secreción del sudor también es reducida, por lo que la regulación de la temperatura corporal es menos eficaz.

Fácilmente, la piel del bebé pierde agua a través de la transpiración, se seca, se irrita por la fricción y se macera en contacto prolongado con la orina y las heces. Es más propensa a sufrir los daños provocados por los rayos ultravioleta del sol, y los jabones que eliminan su capa natural de grasa la secan y la hacen más vulnerable a las irritaciones. (4)

En consecuencia, es importante lavar al pequeño con suma delicadeza, teniendo en cuenta el hecho de que, en los primeros meses, los bebés tienen pocas ocasiones de ensuciarse, con la excepción de la zona del pañal y de la posible regurgitación de leche.

Es suficiente con lavar al bebé con agua, sin ningún tipo de jabón, con la ayuda de una gasita, un trozo de algodón o un tejido suave, sin frotar con fuerza, o bien con una esponjita que debe ser lavada y secada cuidadosamente después de usarla, para prevenir la proliferación de bacterias y hongos.

Es importante lavar al pequeño con suma delicadeza, teniendo en cuenta el hecho de que, en los primeros meses, los bebés tienen pocas ocasiones de ensuciarse, con la excepción de la zona del pañal y de la posible regurgitación de leche.

Si se opta por el uso de un jabón, debe ser un producto estudiado específicamente para la piel del recién nacido, que respete la película hidrolipídica y, al mismo tiempo, desarrolle una acción calmante e hidratante. No debe contener alcohol ni parabenos, preferiblemente, sin jabón, y con tensioactivos de pH ligeramente ácido, puesto que la piel del bebé es ácida y los jabones convencionales, alcalinos, pueden alterar la composición de su flora bacteriana, aumentando el riesgo de infecciones e inflamación. (5) En caso de dermatitis atópica o eritema en la zona del pañal, es posible utilizar un producto en aceite que respete aún más la película hidrolipídica, pero siempre después de consultar al pediatra o al dermatólogo. Asimismo, la leche limpiadora puede ser un buen aliado: se aplica con un disco de algodón y no necesita aclararse con agua. Es ideal para la carita, las manos y la zona del pañal.

Después del aseo, se puede aplicar por todo el cuerpo un aceite natural un producto calmante específico para los más pequeños, sin colorantes ni perfumes, para reconstituir la barrera de grasa que impide que la piel se seque. El talco, que solía considerarse en otros tiempos el producto por excelencia para la higiene de los niños, ha demostrado recientemente ser peligroso para su salud, porque puede ser inhalado y provocarle trastornos respiratorios. (6)

En las primeras semanas de vida, antes del desprendimiento del muñón umbilical, algunos pediatras desaconsejan el baño por inmersión, y recomiendan, en su lugar, lavar al bebé con una esponja o un algodón mojado, prestando un especial cuidado a la cabecita, la cara, los pliegues del cuello y la zona del pañal, así como evitando el ombligo para mantenerlo seco. No obstante, diferentes estudios han demostrado que el baño por inmersión tampoco está contraindicado en esta etapa, siempre que se seque el muñón cuidadosamente después del baño.

4    R. Sarkar et al., Skin Care for the Newborn, «Indian Pediatrics», 47, 2010, pp. 593-598

5  J. McManus Kuller, Update on newborn bathing, «Newborn and Infant Nursing Re-views», 14, 2014, pp. 166-170

6  U. Blume-Peitavi et al., Bathing and cleansing in newborns from day 1 to first year of life: recommendations from a European round table meeting, «Journal of the European Academy of Dermatology and Venereology», 23, 2009, pp. 751-759

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