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El buen sueño

"Si el pequeño deja de llorar o se duerme, significa que está tranquilo y sereno"

Capìtulo 8 - Precauciones útiles para favorecer el sueño

CATEGORÍA: El buen sueño
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TIEMPO DE LECTURA: 6 min

Que la cuestión del sueño es importante para los papás lo demuestra la cantidad de dispositivos que existen en el mercado para favorecer el sueño de los más pequeñitos: carillones, lucecitas nocturnas, cunas que se mecen automáticamente… Todos prometen maravillas, ¿pero cuántos de ellos son verdaderamente eficaces? La ciencia nos da algunas indicaciones para orientarnos entre tanta oferta.

Las luces que tienen un fuerte componente azulado interfieren en la percepción de la alternancia entre el día y la noche, engañan al cerebro haciéndole creer que es hora de estar despierto y no favorecen el sueño en absoluto.(22) Por esta razón, es un error que los pequeños vean dibujos animados o imágenes relajantes con la esperanza de inducir el sueño, sobre todo si se proyectan en las pantallas de los móviles o las tablets, que tienen un componente azul más marcado. Lo mejor es apagar todas las pantallas, como mínimo, una hora antes del momento previsto para el sueño. Estas consideraciones también sirven para los puntos de luz nocturnos, las lucecitas que se usan para los niños que tienen miedo a la oscuridad, durante el cambio de pañal nocturno o durante la toma de la noche. Es preferible optar por una lucecita de baja intensidad de color anaranjado.

Pasando de la vista al oído, escuchar un sonido amortiguado y rítmico tiene un efecto relajante (23) y ayuda a los adultos y los niños a abandonarse al sueño. No obstante, hay que controlar el volumen de los dispositivos que producen sonidos, nanas o ruido blanco. Si es demasiado alto, no solo no ayuda a dormir, sino que provoca sobreexcitación al niño y puede dañar su oído.

Una condición que ayuda a los niños, sobre todo a los más pequeños, a sentirse protegidos y, por lo tanto, a relajarse y a conciliar el sueño con más facilidad es la contención física: fajar al bebé y envolverle evoca en el pequeño las sensaciones de la vida prenatal. (24) La contención de un bebé no solo implica ofrecerle unos límites, recreando la situación que tenía en el útero materno, sino también contener su emotividad. La mamá y el papá pueden convertirse a su vez en un nido para su bebé, manteniéndole bien sujeto y envuelto de la cabecita a los pies, con los brazos. Es lo que se conoce como método Holding, (25) estudiado en profundidad por la psicoterapeuta Martha Welch. Experimentado en Estados Unidos en los años setenta, primero, con niños que presentaban autismo, y, posteriormente, con bebés neurotípicos, el método utiliza diferentes gestos pensados para tranquilizar, calmar y relajar a los más pequeños. Para favorecer el sueño del bebé, Welch aconseja mantener una mano firme sobre su cabecita y la otra sobre sus piernas, recogidas sobre su pecho, hasta que el pequeño se relaje y se abandone al sueño.

Los mimos y los gestos de contención deben disfrutarse: si el pequeño deja de llorar o se duerme, significa que está tranquilo y sereno; de lo contrario, es mejor no insistir y volver a probar en otro momento. En cualquier caso, para que se convierta en una experiencia agradable y relajante para el bebé, hay que evitar los movimientos bruscos, sobre todo cuando se pone al bebé a dormir en la cuna. (26) En el traslado de los brazos a la cuna, se le puede hablar dulcemente, con voz baja y tranquila.

La contención es el fundamento en el que se basa la costumbre común en muchas culturas de fajar a los pequeños con sábanas o telas. Según la antigua técnica del Wrapping (envolver), de cuya existencia se tiene constancia desde tiempos prehistóricos, para favorecer la relación con el niño y relajarle, es una buena costumbre envolver al recién nacido (con menos de dos meses) en una sábana de lino que lo contenga, pero que le deje los brazos y las piernas libres para que pueda moverse. Para los pequeños que les gusta, puede ser una solución eficaz, siempre y cuando se respeten algunas reglas de seguridad. La sábana (o bien el arrullo o el saco de dormir) nunca debe cubrir la cabeza o la cara del bebé, ni colocarse de manera que su cabecita pueda deslizarse hacia abajo. La tela con la que se le envuelve no debe estar tan ceñida como para obstaculizar la plena expansión del diafragma y los pulmones, es decir, la respiración. Tampoco debe ser demasiado pesada, para evitar que el niño pase calor. Las piernas no le deben quedar estiradas y juntas, sino estar flexionadas “como una ranita”, y disponer de una cierta libertad de movimientos. Por último, debemos dejar de envolver o arrullar al bebé en el momento en que aprenda a darse la vuelta solito y ponerse de lado, ya que podría quedar boca bajo, en posición prona, y no ser capaz de volver a girarse hacia arriba por estar envuelto.

Otro clásico aliado utilizado desde tiempos inmemoriales para tranquilizar a los niños es el chupete. Para los bebés a los que les gusta, su efecto calmante y consolador ha quedado demostrado por numerosos estudios.27 La succión no nutritiva es un reflejo instintivo, ya presente en el útero. Alrededor de la semana 15 de embarazo, el feto suele empezar a chuparse el pulgar para tranquilizarse y consolarse. La succión estimula la producción de serotonina, que favorece la calma y devuelve parte de las sensaciones agradables experimentadas por el bebé a través del contacto con el pecho materno. Una vez iniciada la lactancia, y aproximadamente hasta los dos años (para no interferir en el desarrollo de la dentición), se puede ofrecer el chupete como instrumento de relajación y consuelo complementario. La única contraindicación tiene que ver con los despertares: poco después de dormirse, inevitablemente, el chupete se cae de la boca del bebé, que, durante los despertares nocturnos fisiológicos, detectará que no lo tiene. Es probable que esta situación le haga más proclive a reclamar a la mamá o el papá.

Sucede lo mismo con la práctica de acunar al niño en brazos o en una cuna balancín. La percepción del movimiento ondulatorio por parte del vestíbulo, la zona del oído interno responsable de la orientación espacial, posee un efecto calmante demostrado en adultos y en niños, y favorece el sueño. (28) Sin embargo, una vez interrumpido el movimiento, al primer despertar, es probable que el bebé reclame la atención para vol-ver a ser mecido antes de volver a dormirse.

Algunas cunas permiten un movimiento de balancín continuo, mientras que otras oscilan en función de los movimientos del niño, pero esto no excluye que el pequeño pueda llamar al despertarse igualmente. Lo que reclama no es, por supuesto, el movimiento ondulatorio, ¡sino la reconfortante presencia de sus papás!

22  V. Gabel et al., Differential impact in young and older individuals of blue-enriched white light on circadian physiology and alertness during sustained wakefulness, «Scientific Reports», 7, 2017, n. 7620

23  M. Bellesi et al., Enhancement of sleep slow waves: underlying mechanisms and practical consequences, «Frontiers in Systems Neuroscience», 8, 2014, n. 208

24  P. Franco et al., Influence of swaddling on sleep and arousal characteristics of healthy infants, «Pediatrics», 115, 2005, pp. 1307-1311

25  Martha G. Welch, Holding Time, 1988

26  Elisabetta Renzetti*, Anna Maria Bonetti**, Immacolata Dall’Oglio***, Ilaria Cam-pagna****, Claudia Carlin***, * Terapia Intensiva Neonatale, ** Reabilitazione funziona-le, *** Struttura Sviluppo Professioni sanitarie, Formazione continua e Ricerca,**** Área de Investigación de Enfermedades Multifactoriales y Enfermedades Complejas del Hospi-tal Bambino Gesù de Roma

27  R. Butler et al., Pacifier Use, Finger Sucking, and Infant Sleep, «Behavioral Sleep Medicine», 14, 2016, pp. 615-623

28  A. A. Perrault et al., Whole-Night Continuous Rocking Entrains Spontaneous Neural Oscillations with Benefits for Sleep and Memory, «Current Biology», 29, 2019, pp. 402–411

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