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El desarrollo armónico del niño

"Es el instrumento por excelencia a través del cual el niño construye el significado del mundo y aprende a relacionarse con los demás"

Capìtulo 8 - Los beneficios del juego

CATEGORÍA: El desarrollo armónico del niño
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TIEMPO DE LECTURA: 7 min

El Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, con la Resolución 44/25 del 20 de noviembre de 1989, reconoce el juego como un derecho inviolable e incuestionable de todos los niños. El juego forma parte de manera fundamental del desarrollo social, físico, cognitivo y emocional de los niños, así como del bienestar de los pequeños. Entre los elementos necesarios para la maduración psicofísica del niño, el juego ocupa una posición clave: es el instrumento por excelencia a través del cual el niño construye el significado del mundo y aprende a relacionarse con los demás.

El juego permite al niño experimentar y elaborar activamente la representación de la realidad externa, así como aprender a conocerse a sí mismo y al mundo que le rodea, además de empezar a consolidar las primeras formas de autocontrol y de interacción social.

En los primeros años de vida, no existe distinción entre el juego y el aprendizaje. Desde las primeras manipulaciones del niño que descubre los objetos con las manos y la boca, sacudiéndolos para escuchar el ruido que hacen, a las representaciones elaboradas por los más mayorcitos, que fingen ser astronautas, doctores o magos, y que construyen solos las reglas para interactuar en su mundo imaginario, el juego hace crecer el cerebro, literalmente.

Explorar un ambiente rico en estímulos favorece la producción del factor neurotrófico cerebral, una proteína que actúa en las neuronas y que promueve el desarrollo de la memoria, el pensamiento superior y las competencias piscomotoras.

Al principio, las experiencias de juego más estimulantes y tranquilizadoras son los mimos, los abrazos y las sonrisas de los papás, y son las que ponen al pequeño en contacto con el mundo. Los sonidos y los gestos de amor nutren la relación y ayudan al niño a adquirir nuevas habilidades cognitivas, sociales y afectivas.

Entre los tres y los seis meses, el niño empieza a jugar explorando su propio cuerpo: empieza con las manos, moviéndolas, mirándolas y mordiéndolas. Después, pasa a los pies, tocándolos y llevándoselos a la boca, para conocerlos mejor. Poco a poco, descubre los objetos, los observa durante un tiempo para estudiarlos y, en cuanto puede, los agarra, se los lleva a la boca y los golpea para descubrir el origen del sonido. En esta etapa, cuando está tumbado boca arriba sobre una superficie blandita, intenta alcanzar los pequeños objetos que se colocan a su alrededor, estirando los brazos y elevando la cabeza. Durante el baño, se queda totalmente absorto por las gotas de agua que le salpican cuando chapotea con sus movimientos, y agarra, a menudo mordisqueándolos, los animalitos flotantes que tiene a su alrededor.

Entre los seis y los nueve meses, llega el momento del “juego del cu-cú”: la mamá o el papá sonríen al niño, se tapan la cara con las manos y, a continuación, se descubren diciendo “cu-cú”.

En esta etapa, será interesante observar su reacción ante la desaparición momentánea y a la reaparición de un objeto. Esconderle un juguete debajo de una tela y volver a descubrirlo inmediatamente le ayudará a comprender “la permanencia del objeto”, es decir, la conciencia de que una cosa, o una persona, sigue existiendo incluso cuando sale de su control visual, y que le será sumamente útil para la elaboración de las primeras separaciones del adulto de referencia.

Cuando empiece a permanecer sentado, verá las cosas desde un punto de vista diferente y utilizará las manos y los brazos con más eficacia. Una de las actividades que más le gustan en esta etapa es vaciar un recipiente lleno de objetos para volver a introducirlos dentro. La “cesta de los tesoros” es un gran clásico, llena de objetos diversos en su forma, sus colores y su textura, y que el niño puede manipular a su antojo, sacándolos de uno en uno o volcándolos todos a la vez, para después reintroducirlos en la cestita, recibiendo así estímulos sensoriales diferentes y muy gratificantes.

De forma gradual, empezará a apreciar los primeros juegos de apilar y encajar piezas, que le permitirán afinar su capacidad de manipulación.

Para ejercitar la coordinación y ayudarle a entender la potencialidad de su cuerpo, es ideal el juego de las “palmas, palmitas”: observando a la mamá mientras da palmas con las manos y canta la canción, el niño experimenta un inmenso placer, y se muestra muy satisfecho cuando logra repetir sus gestos.

Entre los nueve y los doce meses, el juego de las construcciones26 ha demostrado ser muy útil. Desde los más básicos, como los cubos para apilar, a los más sofisticados, las construcciones mejoran la coordinación de los movimientos, la habilidad visualespacial y el pensamiento abstracto. Cada vez apreciará más las pelotas de tela o de goma, del tamaño justo para poderlas coger con la mano, hacerlas rodar o lanzarlas.

Entre los doce y los dieciocho meses, cuando haya aprendido a caminar con más habilidad y haya madurado su motricidad fina, el niño apreciará los juegos de arrastrar y empujar, así como los juegos complejos de encajar piezas y los primeros puzles. Empezará a hacer garabatos y dibujos, empuñando cada vez con más destreza las tizas, las ceras o los lápices de colores.

A partir de los dieciocho meses, iniciará sus primeros juegos de rol: fingirá que es otra persona y creará situaciones y ambientaciones ficticias utilizando muñecas y peluches. Diferentes estudios han demostrado los beneficios de los juegos de simulación.(27) Contribuyen al desarrollo del lenguaje, la empatía, la capacidad de razonamiento y de resolución de problemas, y el control de las emociones, además de fomentar la apertura mental y la experimentación. También es el momento de los trasvases de diferentes materiales, como harina, arena o semillas, así como de la plastilina y las construcciones más complejas.

Los niños y las niñas suelen tener formas distintas de jugar. (28) Los primeros son más dados al contacto físico y a las actividades de movimiento, tanto por motivos biológicos como por la influencia de las costumbres culturales. Sin embargo, no existen en absoluto juegos o juguetes que solo sean adecuados para niños o para niñas. Todos y todas pueden divertirse y obtener beneficios de cualquier tipo de entretenimiento.

26  J. J. Jirout e N. S. Newcombe, Building blocks for developing spatial skills: evidence from a large, representative U.S. sample, «Psychological Science», 26, 2015, pp. 302-310

27  D. Buchsbaum et al., The power of possibility: causal learning, counterfactual rea-soning, and pretend play, «Philosophical Transactions of the Royal Society B: Biological Sciences», 367, 2012, pp. 2202-2212

28  B. Auyeaung et al., Fetal testosterone predicts sexually differentiated childhood beha-vior in girls and boys, «Psychological Science», 20, 2009, pp .144-148

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