El desarrollo armónico del niño
Capìtulo 5 - Las primeras palabras y el desarrollo del lenguaje
La palabra no es el único medio del que disponemos para comunicarnos. Los gestos, la mímica facial y las miradas permiten expresar sentimientos y estados de ánimo con gran eficacia. Precisamente, a través del lenguaje corporal, el bebé dialoga con los papás en los primeros meses de vida, acompañándolo de vocalizaciones no articuladas, así como del llanto. Estos son sus primeros instrumentos para atraer la atención de la mamá y el papá, y para comunicar sus necesidades. Como sucede en el caso del desarrollo motor, no existe una edad precisa en la que el niño adquiere la capacidad de balbucear, es decir, de pronunciar sílabas formadas por vocales y consonantes, como ma-ma-ma o pa-pa-pa, y de producir las primeras palabras con sentido completo. Más bien, existen ventanas temporales amplias y un gran margen de variabilidad, que depende tanto de la predisposición individual como de la exposición a los estímulos ambientales; en primer lugar, la motivación por parte de los papás.
En los primeros meses, el bebé no se comunica de forma intencional y, cuando llora o extiende las manitas hacia alguna cosa que desea, simplemente, está expresando sus necesidades aprovechando las competencias que ya ha adquirido. La mamá o el papá, al reaccionar a sus demandas, refuerzan en el niño la certeza de que sus acciones obtienen siempre una respuesta y, en consecuencia, le enseñan poco a poco a realizar gestos intencionales (o deícticos), dirigidos a otro ser humano. El niño extenderá los brazos, abriendo y cerrando las manitas, para decir que quiere algo. O bien enseñará u ofrecerá a un adulto un objeto que tiene en la mano, o también señalará con el dedo lo que quiere alcanzar.
Alrededor de los seis meses, muchos niños son capaces de comprender el significado de algunas palabras que oyen repetir a menudo en contextos específicos. Por ejemplo, “agua”, pronunciada cuando le ofrecen el biberón. Entre los cuatro y los diez meses, muchos empiezan a hacer experimentos de lalación de forma intencional y, a los diez meses, más del 50% de los niños pronuncia la primera palabra inteligible, mientras que el 25% llega al año sin haber pronunciado nunca una palabra. (17)
El paso de la lalación a las primeras palabras tiene muchos matices y depende en gran medida de la interpretación de los papás: (18 si, por ejemplo, el niño dice bi-bi-bi señalando el biberón, podría haber balbuceado o pronunciado, por aproximación, la palabra “biberón”.
¿Cómo se puede favorecer el desarrollo del lenguaje?
El niño tiene una predisposición innata para el lenguaje, pero, para expresar su potencial de la mejor manera, necesita sumergirse en un “baño sonoro”, no solo de palabras, sino de frases, sonidos, cantos y risas. No aprenderá a hablar pasivamente escuchando monólogos de adultos o asistiendo a diálogos entre adultos a través de una pantalla. Necesitará mantener conversaciones estimulantes y participar en ellas junto con la persona que cuida de él o ella. (19)
El niño tiene una predisposición innata para el lenguaje, pero, para expresar su potencial de la mejor manera, necesita sumergirse en un “baño sonoro”, no solo de palabras, sino de frases, sonidos, cantos y risas.
Cuanto más se le estimule y se le motive para participar, más rápido será el proceso de aprendizaje del niño. Estos son algunos consejos para que los papás los pongan en práctica desde el principio:
- Hablar al niño con un tono de voz afectuoso, mirándole a los ojos durante toda la duración del diálogo. Así, al niño le gustará mantener la relación y permanecerá “conectado” con la mamá o el papá, respondiendo con vocalizaciones y movimientos.
- Comentar con frases sencillas las diferentes actividades diarias que le implican, acentuando algunos sonidos (por ejemplo, “ya está listo el puréee”, “cuánto pipíii”, etc.), con el fin de atraer su atención.
- Jugar con el niño utilizando objetos sonoros de la vida cotidiana (cucharas, tapas, etc.).
- Asignar a objetos específicos una etiqueta sonora y enfatizarla20 (por ejemplo, “brrrr”, por el sonido de la lavadora centrifugando; “tin”, por el microondas; o “bum”, por el sonido de un armario cerrándose). No obstante, hay que procurar no sustituir las palabras por estas etiquetas sonoras: hay que decir “la lavadora hace “brrr”, ¡pero no llamar “brrr” a la lavadora!
- Imitar con la voz los sonidos agradables de la naturaleza: la lluvia golpeando los cristales de las ventanas, el canto de los pájaros, el rumor de las hojas mecidas por el viento…
- Cantar sílabas sueltas (/ba/ma/la) o reproducir el sonido /mmm…/ con la boca cerrada, en lugar de palabras enteras.
- Cantar nanas y canciones infantiles, o “su canción”, la que habéis inventado para él.
- Proponerle diferentes géneros musicales (clásica, jazz, country, etc.), y no hacerle escuchar únicamente “música infantil”. Escuchar música juntos, acompañando las canciones de gestos y expresiones faciales.
- Ofrecerle pequeños objetos sonoros e instrumentos (por ejemplo, libros musicales de tela), de los que el niño explorará su sonoridad de forma activa, manipulándolos, frotándolos o golpeándolos.
17 R.M. Schneider et al., Large-scale investigations of variability in children’s first words, «Proceedings of the 37th Annual Conference of the Cognitive Science Society», 2015, pp. 2210-2115
18 GD.K. Oller et al., Intuitive identification of infant vocal sounds by parents, «Develop-mental Science», 4, 2001, pp. 49-60
19 V. Leong et al., Speaker gaze increases information coupling between infant and adult brains, «PNAS», 114, 2017, pp. 13290-13295
20 P.K. Kuhl, Early language acquisition: Cracking the speech code, «Nature Neuro-science», 5, 2015, pp. 831-843
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