Skip to content

El mejor alimento desde el principio

"Los ingredientes principales de las comidas son la armonía y la serenidad familiar"

Capìtulo 11 - Purés industriales o hechos en casa

CATEGORÍA: El mejor alimento desde el principio
INTERESADO EN: 0+
TIEMPO DE LECTURA: 3 min

En las últimas décadas, en los lineales de los supermercados, se exhiben infinidad de productos de alimentación infantil destinados, precisamente, a la delicada etapa en la que los nuevos alimentos complementan la lactancia en la dieta de los niños: papillas de cereales, tarritos homogeneizados, “quesitos”, etc. Ofrecen a los papás y las mamás la ventaja de la practicidad, son productos listos para consumir y se conservan y se transportan fácilmente. Pero ¿son adecuados para las necesidades nutricionales del niño? ¿Su calidad y seguridad son comparables a las de los alimentos preparados en casa con ingredientes frescos?

Sobre este tema, se han formado a lo largo del tiempo verdaderas facciones que discuten acaloradamente en los medios de comunicación y las redes sociales. Los que se declaran favorables a los alimentos industriales aprecian, además de su sentido práctico, el hecho de que, por ley, estén sometidos a estrictos controles de seguridad antes de su comercialización, y también que su composición nutricional debe responder a criterios fijos establecidos por ley, a diferencia de los alimentos preparados en casa, cuya calidad puede variar en función de las materias primas utilizadas, de la receta empleada y de las formas de preparación y conservación. Quienes defienden la preparación casera de los purés critican los productos comerciales por su contenido excesivo en azúcares, el uso de conservantes y la falta de cooperación, observación y activación sensorial en la preparación de la comida por parte del niño.

Desde el punto de vista científico, existen pocos estudios comparativos entre la alimentación complementaria a base de purés hechos en casa y la que se basa en productos comerciales. La mayoría de los niños comen un poco de unos y un poco de otros, y los ingredientes y las preparaciones caseras varían de familia a familia. En definitiva, no existe un estándar único al que hacer referencia.

A partir de una comparativa basada en las recetas utilizadas por los progenitores, se desprende18 que los alimentos preparados en casa suelen ser, de media, más nutritivos que los industriales en cuanto a densidad calórica, contenido en proteínas y hierro. La cocina casera es, de media, más rica en sal, un poco excesiva, según las recomendaciones de los especialistas. Por otro lado, los productos industriales, si bien no pueden contener azúcares añadidos por ley, recurren a zumos de fruta y vegetales dulces, como la calabaza, la zanahoria y la patata, con el fin de lograr un sabor más apetecible para los niños19, conteniendo, así, una cantidad de azúcares no añadidos superior a la de las preparaciones caseras. Asimismo, el sabor de los alimentos industriales tiende a ser bastante uniforme respecto a la variedad de sabores que se ofrece a los niños a través de la cocina casera, que representa un buen entrenamiento para habituarles a la mayor variedad posible de ingredientes.

En resumen, los estudios llevados a cabo hasta el momento no concluyen diferencias significativas desde el punto de vista nutricional entre los purés hechos en casa y los productos industriales, siempre y cuando los papás sean conscientes del contenido y las características de los unos y los otros cuando los eligen y se los ofrecen a sus hijos. Por ejemplo, 100 gramos de un tarrito homogeneizado de pollo no equivalen a 100 gramos de carne. Contienen unos 40 gramos, o poco más, y otros ingredientes añadidos, como las patatas. Es lo que establece la normativa para la alimentación infantil que se comercializa en Europa.20 Si la denominación del producto contiene dos o más ingredientes, de los cuales la carne es el primero, por ejemplo “pollo y verduras”, el umbral mínimo de pollo admitido por la normativa es del 10%. Si la denominación es “verduras con pollo”, y la carne está en segundo lugar, el umbral mínimo desciende al 6%. Por lo tanto, para calcular cuánta carne ha comido en realidad el niño, no basta con leer la denominación del producto, sino que también es preciso verificar su contenido en la lista de ingredientes indicada en la etiqueta.

¿Y desde el punto de vista de la seguridad? La Directiva Europea sobre alimentos infantiles limita de forma rigurosa la presencia de residuos tóxicos de pesticidas y contaminantes en los productos industriales, así que, por lo tanto, no comportan un riesgo mayor que los purés hechos en casa. Los productos envasados requieren necesariamente la presencia de conservantes que, en cambio, están ausentes en las comidas preparadas con ingredientes frescos y servidas inmediatamente al niño. Aunque la normativa europea limita la lista de los aditivos admitidos, los especialistas coindicen en afirmar la superioridad de los alimentos frescos con respecto a los conservados. Así pues, las reglas fundamentales para elegir los productos a diario deben ser conciencia, variedad y flexibilidad, y también se debe tener en cuenta el tiempo del que disponen los papás.

En cualquier caso, el factor determinante para que el niño acepte las preparaciones que se le ofrecen no solo es el ambiente en el que se le dan los purés, sino también en el que se preparan. Los ingredientes principales de las comidas son la armonía y la serenidad familiar.

18  S. A. Carstairs et al., A comparison of prepared commercial infant feeding meals with home-cooked recipes, «Archives of Disease in Childhood», 101, 2016, pp. 1037-1042

19  K. Maslin, C. Venter, Nutritional aspects of commercially prepared infant foods in de-veloped countries: a narrative review, «Nutrition Research Reviews», 30, 2017, pp. 138-148

20  Directiva 2006/125/EC de la Comisión Europea 67

Lea las opiniones de...

Lea las opiniones sobre este artículo de fuentes científicas autorizadas o empresas especializadas.