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El mejor alimento desde el principio

"Desde la más tierna infancia, alimentarse no solo es importante desde el punto de vista biológico, sino también psicológico, social y cultural."

Capìtulo 1 - El mejor alimento desde el principio

CATEGORÍA: El mejor alimento desde el principio
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Desde la más tierna infancia, alimentarse no solo es importante desde el punto de vista biológico, sino también psicológico, social y cultural. Nada más nacer, el bebé se acerca al pecho de la madre para favorecer el agarre y el buen inicio de la lactancia. De esta manera, el pequeño recibe el mejor alimento posible y se refuerza el vínculo profundo en-tre la mamá y el niño, el llamado bonding. Con el paso de los meses, los momentos vinculados a la lactancia y a los primeros purés continúan teniendo una relevancia fundamental también en el aspecto de las rela-ciones y el desarrollo psicofísico. Ya en la vida intrauterina, el niño experimenta y, poco a poco, per-fecciona su capacidad de alimentarse y deglutir.

Una vez nacido, el bebé cuenta con una potencialidad genética, que se manifiesta a través de comportamientos instintivos y que le permiten sobrevivir inmedia-tamente después de nacer: los reflejos. Algunos de ellos, por ejemplo, el reflejo de succión, constituyen las bases, junto a los sistemas senso-riales, sobre las que se construirán las posteriores habilidades. Con el tiempo, estas habilidades se transformarán en verdaderas capacidades. Durante el primer año, la función alimentaria se compone de nuevas experiencias que se suceden, una detrás de otra, rápidamente. No hay más que pensar que solo pasan seis meses desde que la alimentación del bebé, exclusivamente láctea, empieza a recibir la introducción gradual de los primeros purés y los primeros alimentos sólidos.

Para afrontar todas estas etapas del desarrollo, el pequeño debe experimentar múl-tiples novedades en los aspectos sensorial y motor. Aprende a conocer los diferentes sabores y a familiarizarse con diferentes temperaturas, texturas, formas y olores. Además, debe gestionar y perfeccionar la ac-tividad muscular a través de los movimientos de la boca, la lengua, las mejillas y la deglución (y, posteriormente, la masticación), así como, al mismo tiempo, desarrollar su madurez digestiva a nivel gástrico e in-testinal.

Cada día, el niño se enfrenta varias veces a muchas novedades que observar, afrontar y gestionar, por lo que resulta fundamental que se sienta apoyado y que exista un clima de confianza a su alrededor. A propósito de estos aspectos, la pedagoga italiana Maria Montes-sori fue una gran defensora de la autonomía de los niños, también en la mesa. Según Montessori, cuyo método de educación se ha estudiado y tomado como ejemplo en todo el mundo, los más pequeños deben sen-tirse libres para experimentar, tocar la comida, manipularla y llevár-sela a la boca con las manos. Asimismo, es importante que compartan todas las comidas posibles en familia, porque “a los niños no hace falta enseñarles, sino demostrarles cómo se come”. Si un niño se siente li-bre de actuar y percibe serenidad a su alrededor, sentirá comprensión y apoyo en todas las fases de esta etapa del crecimiento, tan delicada y determinante para su bienestar general.

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