El buen sueño
Capìtulo 10 - Las reglas del sueño seguro
Por desgracia, hoy en día, siguen falleciendo bebés durante su primer año de vida. Habitualmente, estos fallecimientos tienen una causa trágica, como caídas, ahogamientos o estrangulamientos, o bien son la consecuencia de una enfermedad grave. En cambio, algunas causas no pueden llegar a identificarse nunca, ni siquiera a través de una autopsia.
Todos los episodios en los que un bebé, aparentemente sano, pierde la vida de forma inexplicable, que aparentemente ocurren durante el sueño, se achacan al Síndrome de Muerte Súbita del Lactante (SMSL), un acontecimiento raro que, en nuestro país, afecta a alrededor de uno de cada mil bebés y que suele tener más incidencia entre los dos y los cuatro meses. (30)
La ciencia todavía no ha aclarado la naturaleza del fenómeno, pero existe la hipótesis de que los niños afectados tienen algún tipo de alteración en los centros del cerebro que regulan los mecanismos del despertar. En condiciones de hipoxia, falta de oxígeno, no se activan como deberían y no inducen un despertar inmediato.
Para prevenir el riesgo de SMSL y de otras tipologías de muerte relacionadas con el sueño, la American Academy of Pediatrics (AAP) ha redactado una serie de recomendaciones que se actualizan cada cinco años. El último informe publicado por la AAP es de 2022 y efectúa, entre otras, las siguientes recomendaciones: (31)
- Compartir la habitación con los papás: es importante que el bebé duerma en la misma habitación que los padres, en una cuna (o moisés) junto a su cama, como mínimo y a ser posible, hasta los seis meses. La investigación científica ha demostrado que dormir en la habitación de los papás, pero en un espacio separado, reduce el riesgo de SMSL en un 50%. Si bien no existen indicaciones precisas acerca de la edad hasta la que el niño puede dormir en la habitación de los papás, los primeros seis meses son especialmente críticos, puesto que los porcentajes de SMSL y de otras muertes relacionadas con el sueño, concretamente, las que se producen en los casos en los que se comparte la misma cama, son más elevados en los primeros seis meses. Situar la cuna junto a la cama de los papás, de manera que se pueda acceder al pequeño fácilmente, puede favorecer la lactancia, la comodidad y el control del niño. La AAP aún no ha ofrecido indicaciones precisas sobre el uso de cunas colecho, pero el mensaje principal es el de no ceder a la tentación de poner al bebé en la misma cama de los papás. Para este propósito, una cuna que permita volver a colocar al bebé en su espacio separado puede representar una buena solución.
- Poner al bebé a dormir boca arriba, en posición supina, hasta los doce meses. Se ha demostrado que la posición supina durante el sueño es la que garantiza la mayor seguridad. Lamentablemente, los estudios llevados a cabo por la AAP han demostrado que la posición lateral también presenta una mayor incidencia de muerte súbita. No se trata de la posición en sí, sino de que, al dormir en posición lateral, es más factible que el pequeño acabe en posición prona, boca abajo, al darse la vuelta durante la noche. Cuando sea capaz de darse la vuelta solo, podrá permanecer en la posición que adopte. Poner a dormir al bebé boca arriba constantemente podría comportar un cierto grado de aplanamiento del occipital (plagiocefalia posicional). Para mitigar este riesgo, en los momentos de vigilia y bajo la supervisión de un adulto, la AAP aconseja efectuar unos ejercicios, poniendo al bebé boca abajo y de lado, con el fin de favorecer también su desarrollo motor.
- Utilizar un colchón plano, rígido y no inclinado: una superficie sólida mantiene su consistencia y no se hunde ni se adapta a la forma de la cabeza del niño. Los colchones demasiado blandos, incluidos los fabricados con memory foam, podrían crear hundimientos y aumentar, así, la posibilidad de asfixia.
- Retirar los objetos blandos, cojines y juguetes de la cuna: los objetos blandos, como cojines, peluches, mantas o colchas sueltas y los protectores de cuna, pueden obstruir la nariz y la boca del bebé, con el consiguiente riesgo de asfixia y atrapamiento.
- Procurar que la sábana y la colcha queden bien sujetas: las sábanas y la colcha no deben cubrir la cabeza del bebé y deben sujetarse al colchón firmemente. El niño debe colocarse con los pies tocando el fondo de la cuna o el moisés, de manera que no pueda deslizarse por debajo de la colcha.
- Ofrecer el chupete: la investigación de la AAP ha establecido que el uso del chupete reduce el riesgo de SMLS. Si bien el mecanismo no está del todo claro, y la cuestión está siendo muy discutida por parte de la comunidad científica, parecería que el efecto positivo deriva de la garantía de una succión más frecuente durante las horas nocturnas y un presunto estado de sueño más ligero por parte de los bebés habituados al chupete. En cualquier caso, nunca hay que forzar al niño a coger el chupete. Asimismo, es necesario retirar las posibles cadenitas o lazos del chupete.
- Evitar el sobrecalentamiento: los niños nunca deben estar demasiado abrigados ni llevar más prendas que las que los adultos llevarían para sentirse a gusto en el mismo ambiente. Para saber si el niño está pasando calor, solo hay que comprobar su temperatura corporal apoyándole una mano en el pecho, y ver si está sudando, tocándole la parte de atrás de la cabecita. La temperatura de la habitación en la que duerme debería situarse alrededor de 20ºC, con un porcentaje de humedad del 50-60%, para evitar la sequedad de las vías respiratorias. En los meses fríos, no hay que exagerar con la calefacción, pensando que, si se mantiene al pequeño calentito, se le está protegiendo. Por el contrario, los cambios de temperatura demasiado bruscos respecto al exterior comprometen el correcto funcionamiento protector de las células en forma de pestañas que recubren el primer tracto del sistema respiratorio y que, como si se tratase de pequeñas escobillas, eliminan buena parte de los virus y las bacterias. En cambio, en verano, se recomienda mantener la habitación bien ventilada y, si es necesario, recurrir a un climatizador que refresque la estancia, procurando no exponer al niño a la salida directa del aire.
- Favorecer la lactancia materna: la ciencia ha demostrado que la lactancia materna se asocia a una reducción del riesgo de SMSL del 60%, especialmente en los casos de lactancia materna exclusiva. La leche materna es una sustancia viva que cambia continuamente, tanto durante la toma como a lo largo del tiempo. Además, se adapta a las necesidades del niño durante su desarrollo y refuerza la maduración de su sistema nervioso central, favoreciendo, entre otras cosas, un mayor control de la respiración durante el sueño.
- No fumar: desde el embarazo, y a ser posible incluso antes, tanto la mamá como el papá deben decir adiós al tabaco. Sin embargo, si sigue habiendo alguien que fuma en casa, es preciso ser muy escrupulosos, no solo con respecto al humo pasivo, sino también al de tercera mano. Fumar fuera de casa no es suficiente: los residuos tóxicos se depositan en los ambientes, en el coche, en la ropa… Y los niños no solo los absorben a través de la respiración, sino también con la ingestión y a través de la absorción de la piel. Por ello, después de fumar fuera del ambiente doméstico o donde incluso pueda haber estado presente el niño, siempre hay que lavarse las manos y los dientes, y cambiarse de ropa. Numerosos estudios han demostrado de forma inequívoca que el hecho de fumar en casa se asocia a la aparición de muchas enfermedades y aumenta el riesgo de SMSL.
30 Ruiz Botia, Irene, Pia Cassanello Peñarroya, Ana Díez Izquierdo and José M Martín-ez Sánchez. Síndrome de muerte súbita del lactante: ¿siguen las familias las recomendacio-nes. Anales de Pediatría. https://www.analesdepediatria.org/es-sindrome-muerte-subi-ta-del-lactante-articulo-S1695403319302516. 2020.
31 https://publications.aap.org/view-large/9907607
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