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Elegir y utilizar correctamente los productos de puericultura

"Llevando al bebé con ella, es más fácil sintonizar e intuir las necesidades del pequeño"

Capìtulo 9 - Fular, mochila portabebé y el arte de portear

CATEGORÍA: Elegir y utilizar correctamente los productos de puericultura
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El primer estímulo verdadero que podemos ofrecer a un recién nacido, con el fin de potenciar su desarrollo físico, cognitivo y emocional, es el de cogerlo en brazos, interactuar con él y hacerle sentir el contacto: este tipo de educación parental se llama de alto contacto o attachment parenting, y los padres que la practican realmente marcan la diferencia en la vida futura del niño. Los niños criados con papás de alto contacto tienen más confianza en ellos mismos, son más fuertes, tienen mejores prestaciones intelectuales y físicas, y alcanzan antes la independencia.

Los niños criados con papás de alto contacto tienen más confianza en ellos mismos, son más fuertes, tienen mejores prestaciones intelectuales y físicas, y alcanzan antes la independencia.

Una buena manera de garantizar el contacto con el niño y, al mismo tiempo, asegurar que la mamá o el papá siguen gozando de libertad de movimientos es lo que se conoce como babywearing, o porteo. Estudios efectuados en el campo de la neurociencia sostienen que el contacto sienta las bases de un apego seguro. Y no solo eso, sino que también estimula la producción de hormonas positivas, como la serotonina y la dopamina, que tranquilizan al bebé y favorecen un crecimiento sereno. Asimismo, ayudan a la mamá: llevando al bebé con ella, es más fácil sintonizar e intuir las necesidades del pequeño, gracias al lenguaje no verbal guiado por las hormonas del amor. No en vano, el contacto piel con piel se recomienda en los hospitales por sus beneficios terapéuticos en caso de parto pretérmino. Durante la estancia en el hospital, el denominado método canguro consiste en poner al recién nacido prematuro sobre el pecho de la mamá: la sincronía térmica permite al pequeño ahorrar energía, sus constantes vitales se estabilizan y también se facilita la puesta en marcha de la lactancia.

El hecho de ser porteado por la mamá o el papá permite al bebé recibir el consuelo constante de su presencia dulce y amorosa, y también ser mecido, gracias al movimiento de la persona que lo portea, participando de la vida familiar en primera línea y desarrollando el sentido del equilibrio.

Una vez en casa, el uso del fular portabebés permite al adulto y al bebé seguir permaneciendo muy unidos, y sin excluir al papá, que, al portear a su hijo, puede aprender a conocerlo de forma más íntima y a relacionarse con él más fácilmente. Asimismo, el hecho de ser porteado por la mamá o el papá permite al bebé recibir el consuelo constante de su presencia dulce y amorosa, y también ser mecido, gracias al movimiento de la persona que lo portea, participando de la vida familiar siempre en primera línea y desarrollando el sentido del equilibrio. De hecho, el bebé sigue los movimientos del porteador, adaptándose poco a poco, empujando con las piernas y moviendo el cuello, para después volver a dormirse cómodamente. El fular también es un aliado válido para dar el pecho con comodidad y discreción cuando nos encontramos fuera de casa, o bien para alimentar a los niños que sufren regurgitación con frecuencia, o reflujo gastroesofágico, para los cuales es más conveniente mamar en posición vertical.

Cuando el pequeño no está tumbado, sino sentado con las piernas separadas, el fular favorece la posición correcta de la cadera y el desarrollo del acetábulo, la cavidad de la pelvis que aloja la cabeza del fémur.

En la elección de la mochila portabebés y en su uso, es necesario controlar la posición de las piernas del bebé. En los primeros meses, los cartílagos de las articulaciones femorales son blandos, y existe la posibilidad de que la cabeza del fémur se desplace de su emplazamiento natural, provocando una displasia de cadera (7). La posición ideal para prevenir la displasia es la que se denomina “de ranita”, con las rodillas separadas y las piernas flexionadas, en forma de M, y con las rodillas más altas que el culito. Además, es importante colocar al niño de manera que las piernas flexionadas abracen la cintura del adulto, bien sostenidas por debajo de los muslos, y que la cabecita siempre esté bien apoyada y sujeta.

Las mochilas ergonómicas portabebés y los fulares portabebés representan apoyos válidos para todo lo que hemos mencionado, pero no deben utilizarse durante largos períodos de tiempo y, sobre todo, no deben concebirse como medios alternativos al cochecito. La separación de la figura de referencia, si bien gradual, es necesaria para ampliar los horizontes del desarrollo cognitivo y emocional del bebé.

7  V. Galati et al., Developmental dysplasia of the hip in the newborn: A systematic review, «World Journal of Orthopaedics», 4, 2013, pp. 32-41

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