Elegir y utilizar correctamente los productos de puericultura
Capìtulo 3 - ¿Playa, montaña o campo?
En cuanto al destino de vacaciones, una excursión o una estancia en la montaña, el campo o la playa benefician al niño, por la posibilidad de disfrutar del aire puro y del contacto con la naturaleza. Numerosos estudios científicos han demostrado que las vacaciones en la montaña son beneficiosas para la salud de los niños y previenen muchas enfermedades. Subir a una cota alta comporta una mayor oxigenación y la consiguiente mayor producción de hemoglobina, sustancia a través de la cual los glóbulos rojos de la sangre transportan oxígeno a los pulmones. Asimismo, el aire de montaña resulta ser ventajoso para las patologías de las vías respiratorias.
Al aire libre, siempre hay que tener presente que no se debe exponer la piel del bebé a los rayos directos del sol, aun estando en la montaña y en invierno, y se deben aplicar productos solares de alta protección.
Un niño que goza de buena salud puede afrontar un viaje a la montaña desde los primeros días de vida. Sin embargo, hasta el año, sería mejor no ascender más de mil metros: una sensible variación de la presión puede provocar no pocas molestias al pequeño. Lo que hay que evitar a toda costa es el cambio repentino de presión. Por lo tanto, siempre se aconseja un paseo progresivo, tomándose todo el tiempo necesario para llegar a la meta de forma suave. Un cambio de presión brusco puede desencadenar una otitis barotraumática, un dolor agudo causado por una repentina y significativa presión negativa en el sistema neumático del hueso temporal, que determina la dislocación y el estiramiento de la membrana timpánica. En estos casos, es aconsejable regresar al valle lentamente y plantearse el ascenso en otro momento. A partir del año, se puede ascender más, incluso hasta cotas de 2.500 metros, siempre en condiciones de buena salud física, controlando las reacciones del niño y evitando el ascenso demasiado rápido. Estando al aire libre, siempre hay que tener presente que no se debe exponer la piel del niño a los rayos directos del sol, incluso en la montaña y en inverno, y que hay que defenderla con productos solares de alta protección.
En verano, sí al baño en el mar, incluso para los más pequeñitos, siempre que el agua esté limpia y no excesivamente fría, procurando aclarar la piel con una ducha de agua dulce al término del baño. Si el bebé tiene menos de tres meses y no estamos seguros de que el agua esté completamente limpia, es mejor poner una pequeña piscina hinchable debajo de la sombrilla y llenarla de agua dulce. El agua del mar no está esterilizada y el pequeño podría entrar en contacto con bacterias, y contraer una infección cutánea. Ante la duda, mejor esperar. También a partir de los tres meses, hay que tener cuidado con la temperatura del agua, puesto que los niños son más sensibles al frío que los adultos. Por consiguiente, es importante observar al pequeño para saber si la experiencia del baño le resulta agradable o no. Por último, hay que aclararle siempre la piel con agua dulce, también en el caso de los más mayorcitos. Cuando los niños son pequeños, hay que evitar permanecer en la playa en las horas de más calor, y dar preferencia a las primeras horas de la mañana y las de la segunda mitad de la tarde. Asimismo, siempre se le debe aplicar en la piel un producto solar que garantice una protección elevada antes de ir a la playa, y volver a aplicarla después del baño, aunque el pequeño juegue debajo de la sombrilla.
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