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La salud, el bien más preciado

"Las defensas inmunitarias necesarias para combatir a los agentes patógenos que las provocan"

Capìtulo 8 - Si el niño está enfermo

CATEGORÍA: La salud, el bien más preciado
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TIEMPO DE LECTURA: 11 min

Antes o después, sucede, sobre todo si en casa hay un hermanito mayor que puede transmitir infecciones al pequeño, o cuando el niño empieza a asistir a la escuela infantil. Las vacunas protegen de infecciones graves, pero, para luchar contra las demás, el organismo construye poco a poco las defensas inmunitarias necesarias para combatir a los agentes patógenos que las provocan. Conozcamos los síntomas y enfermedades más frecuentes a esta edad.

  • FIEBRE:
    Es un síntoma muy común cuando existe una infección en curso. Se trata de un mecanismo de defensa activado por el organismo para combatir a los virus y las bacterias sensibles a la elevación de la temperatura. Por lo tanto, no necesariamente debe combatirse. Los especialistas recomiendan (25) el uso de paracetamol e ibuprofeno para bajar la temperatura únicamente cuando es muy alta (más de 38ºC), o bien la fiebre está asociada a malestar general, dolores musculares y dolor de cabeza. La temperatura debe tomarse en reposo y en un lugar fresco, para evitar que el resultado sea falseado por las condiciones ambientales. Los termómetros más precisos son los digitales, que se usan en contacto con la piel debajo de la axila o en la ingle. Los termómetros de infrarrojos sin contacto toman la temperatura en pocos segundos, pero son menos fiables. Durante los estados febriles, se recomienda mantener al niño bien hidratado ofreciéndole el pecho o bien agua. Las compresas frías sobre la frente no son eficaces contra la fiebre, pero pueden aliviar al pequeño. El niño podría rechazar la comida sólida cuando tiene fiebre. Su organismo se autorregula, por lo que no es preciso insistir. Tampoco hay que insistir en mantenerle acostado en la cama. Si el niño muestra un cierto grado de vitalidad, puede jugar y moverse, pero sin fatigarse en exceso. En cualquier caso, ante la presencia de fiebre persistente, sobre todo si se trata de un bebé de pocas semanas o meses, siempre se recomienda consultar al pediatra y seguir sus indicaciones.
  • TOS:
    Como la fiebre, la tos es un mecanismo de defensa natural del organismo, y no solo consiste en emitir aire por la boca ruidosamente, sino que es la manifestación de una cadena de acontecimientos, algunos voluntarios y otros espontáneos, que provocan el aumento momentáneo de la presión del aire en las vías respiratorias y su posterior expulsión. Existen dos categorías de tos: la tos productiva (o blanda), provocada por la mucosidad acumulada, y la tos seca, más rara en el niño, sin mucosidad. En cualquier caso, se trata de un síntoma muy molesto, que puede perturbar el sueño del niño y, en ocasiones, incluso inducirle el vómito. La tos es una ayuda, un mecanismo de defensa, que pretende limpiar de secreciones las vías respiratorias o expulsar algo que se haya aspirado. Es, por lo tanto, un reflejo de protección, y está gobernado por un centro nervioso situado en el cerebro, aunque también puede ser autoprovocada. (26) Por otro lado, la presencia de tos podría representar el primer signo de enfermedad o infección de las vías respiratorias altas (entre las más comunes, encontramos la gripe, el resfriado, la faringoamigdalitis, la bronquitis y la laringitis), o bien de patologías extrapulmonares, y su persistencia podría constituir un indicador útil, tanto para el médico como para los papás.
    Algunos tipos de tos tienen características que pueden sugerir un diagnóstico inmediato, motivo por el que es importante escuchar la tos del niño, puesto que los papás podrían explicar sus características de forma imprecisa. Asimismo, es importante determinar la cantidad de tos, si es catarral o seca. La descripción por parte de los papás de la tos catarral o seca, o de la tos nocturna, tiene una buena fiabilidad, mientras que la respiración sibilante o el estridor no suelen ser referidos de forma adecuada. En la mayoría de los casos, la tos puede tratarse eficazmente recurriendo a remedios sencillos, como hidratar al niño con mucha agua (u otros líquidos), para fluidificar el moco y, por lo tanto, eliminarlo mejor. También se puede humidificar el ambiente y evitar que el niño se exponga a sustancias irritantes, como el humo del tabaco o el polvo. En caso de tratamiento, es necesario distinguir la tos blanda de la seca. A nivel farmacológico, la tos se trata con expectorantes, mucolíticos y calmantes de la tos. Los dos primeros sirven para tratar la tos productiva, puesto que aumentan las secreciones en las vías respiratorias y las hacen más fluidas y más fácilmente eliminables. En cambio, los calmantes bloquean el reflejo de la tos e impiden al niño sentir la necesidad de toser. Sin embargo, antes de los dos años, están absolutamente contraindicados, y, entre los dos y los doce años, solo deben administrarse en caso de absoluta necesidad, y siempre bajo prescripción médica.

  • DOLOR DE OÍDO:
    Es un trastorno muy común en los dos o tres primeros años de vida. Puede ser el síntoma de una otitis externa, es decir, una inflamación de origen infeccioso (bacteriana o micótica) del conducto que va del pabellón auricular al tímpano. En estos casos, el malestar viene precedido de picor y está asociado a la emisión de pus o suero. La otitis externa está favorecida por el estancamiento de líquido en el conducto auditivo, motivo por el cual los niños que van regularmente a la piscina o a la playa deben secarse cuidadosamente. Para tratarla, el pediatra puede prescribir gotas antibióticas o antimicóticas y anestésicas, para aplicar localmente. Más habitualmente, el dolor de oído, u otalgia, es uno de los síntomas de la otitis media, (27) una infección del oído medio, la cavidad que se encuentra detrás del tímpano y que está conectada con las vías respiratorias. En la mayoría de los casos, la otitis media es de origen vírico, normalmente, relacionada con un resfriado, o con una infección vírica de las vías respiratorias. En estos casos, es preciso esperar a que pase espontáneamente, administrando un antiinflamatorio al niño para aliviar el dolor. Si la infección es de origen bacteriano, en cambio, el recurso al antibiótico es eficaz. El pediatra es quien debe explorar al niño que sufre dolor de oído, realizar el diagnóstico correcto y prescribir el tratamiento más oportuno. La exposición al humo del tabaco es un factor de riesgo para la aparición de otitis media en los niños, mientras que la vacunación antineumonía constituye un factor protector, puesto que, precisamente, el estreptococo pneumoniae se encuentra entre los principales responsables de la infección del oído medio en los niños.

  • RESFRIADO:
    Es una infección de las vías respiratorias altas de origen vírico que suele afectar a los niños, sobre todo a los que asisten a escuelas infantiles, tanto como para hacerles enfermar, de media, de seis a diez veces al año. Los síntomas característicos (28) del resfriado son congestión nasal, fiebre, malestar y, algunas veces, tos, inapetencia o náuseas. Al tratarse de una infección vírica, no es necesaria la administración de antibióticos, que solo son eficaces contra las bacterias. El resfriado se cura espontáneamente en unos 5-7 días, y el único tratamiento eficaz en espera de la curación espontánea tiene que ver con el alivio de la sintomatología: ibuprofeno o paracetamol contra la fiebre, el dolor de cabeza y los dolores musculares, e irrigación con solución fisiológica para aliviar la nariz tapada e inflamada. En la primera infancia, está absolutamente desaconsejado el empleo de aerosoles que despejan momentáneamente las vías respiratorias, puesto que provocan la constricción de los vasos sanguíneos de la mucosa nasal. Para recuperarse pronto, lo mejor es que el niño se quede en casa, tanto para evitar contagiar a sus compañeros como para protegerse de otras infecciones que podrían sobreponerse a la primera, aprovechando el momento de debilidad. Un niño resfriado debe beber con frecuencia, para reponer los líquidos perdidos a través de la expulsión de mucosidad y

  • GRIPE:
    Es una infección respiratoria vírica, muy contagiosa, producida por el virus de la gripe y característica del otoño y el invierno. Es una enfermedad del tracto respiratorio que afecta a personas de todas las edades y condición social, (29) con síntomas similares a los del resfriado, pero que suelen ser más intensos, como fiebre alta que se presenta de forma repentina y que puede durar más de una semana y provocar malestar, debilidad, dolores articulares, congestión nasal y tos. El virus responsable muta continuamente, y cada año circulan cepas nuevas, razón por la que haber tenido la gripe un año no protege de la posibilidad de contraerla de nuevo al año siguiente. Cada año, al inicio del otoño, antes de que el virus empiece a circular, se pone en marcha la campaña de vacunación antigripal, una vacuna que inmuniza contra las tres o cuatro cepas que se espera que serán las más difundidas en la estación que está a las puertas. Actualmente, la vacunación en España está recomendada para colectivos de adultos y niños de riesgo elevado, con enfermedades crónicas u otras condiciones de vulnerabilidad, así como embarazadas, adultos a partir de 60 años y personas que trabajan en contacto frecuente con el público. Los pediatras también aconsejan la vacunación contra la gripe a todos los niños de 6 a 59 meses de edad para su protección individual y para no trasmitir la enfermedad a los grupos más vulnerables de más edad. Asimismo, debería vacunarse de la gripe a los niños y resto de convivientes de enfermos en los que esta enfermedad podría resultar especialmente peligrosa, como los que tienen enfermedades crónicas o relacionadas con el sistema inmunitario. No existen fármacos antivirales específicos para tratar la gripe, y los antibióticos son inútiles, como en el resfriado. En este caso, el tratamiento también es sintomático, y siempre es oportuno consultar al pediatra cuando el niño enferma, sobre todo si es muy pequeño. En cualquier caso, es conveniente mantener a los bebés alejados de personas que manifiesten síntomas de resfriado o gripe, así como evitar los lugares masificados.
  • GASTROENTERITIS:
    Suele ser de origen vírico y es una infección muy común en los primeros años. Se transmite por contacto o a través del intercambio de juguetes u otros objetos que se hayan introducido en la boca. (30)  Se manifiesta con síntomas como náuseas, vómitos, diarrea, dolor de barriga y fiebre. Se considera una enfermedad benigna, que se cura espontáneamente al cabo de unos días. Sin embargo, en el caso de los niños de menos de un año, comporta el riesgo de deshidratación. Por ello, en el primer año del bebé, está prevista la vacuna contra el rotavirus, principal responsable de la gastroenteritis vírica. Ni la vacuna ni la infección confieren inmunidad permanente: los niños pueden contraer el rotavirus varias veces, pero, normalmente, las infecciones posteriores a la vacunación y a la primera infección son menos agresivas. Cuando un niño contrae gastroenteritis, siempre es necesario consultar al pediatra y seguir sus indicaciones. Debe beber a menudo para no deshidratarse. Si es pequeño, leche materna; si es más mayorcito, agua y soluciones salinas rehidratantes específicas, de venta en farmacias, siguiendo las indicaciones del pediatra. La administración de probióticos puede ayudar, ya que a veces acortan la duración de los síntomas.
  • CISTITIS:
    Es una infección de las vías urinarias bajas que suele deberse a la proliferación de bacterias que se encuentran normalmente en el intestino, por lo que no es contagiosa. (31) Afecta a las niñas en mayor medida, debido a la proximidad entre el ano y la uretra. Se manifiesta con síntomas como escozor durante la micción, dolor de barriga, temblores, a veces fiebre y presencia de sangre en la orina. Es común en los primeros años, pero, en los más pequeños, que aún no son capaces de indicar el origen exacto de la molestia, puede resultar difícil detectarla. Se diagnostica a través del análisis de una muestra de orina y el posterior cultivo de las bacterias presentes, para identificar a los patógenos responsables de la infección y prescribir el antibiótico adecuado.

25 Ares Álvarez J, Morillo Gutiérrez B. Manejo del paciente pediátrico con fiebre sin foco. En: AEPap (ed.). Congreso de Actualización Pediatría 2020. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2020. p. 397-408. https://www.aepap.org/sites/default/files/documento/archivos-adjuntos/ congreso2020/397-408_manejo_del_paciente.pdf 2020.

26 Tos en los niños. Asociación Española de Pediatría (AEP) (Internet): https://enfamilia. aeped.es/temas-salud/tos

27 Cubero Santos A, García Vera C, Lupiani Castellanos P. Guía de Algoritmos en Pediatría de Atención Primaria. Otitis media aguda. AEPap. 2017 (en línea) consultado el 16/11/2022. Disponible en algoritmos.aepap.org

28 Infección respiratoria de vías altas. Asociación Española de Pediatría (AEP): https://www.aepap.org/sites/default/files/infeccion_respiratoria_vias_altas.pdf

29 Gripe. Asociación Española de Pediatría: https://www.aepap.org/sites/default/files/infeccion_respiratoria_vias_altas.pdf

30 T. Capriati et al., ESPGHAN Guidelines for the management of acute gastroenteritis in Europeanchildren, 7, 2015, pp. 134-140

31 Clinical Guidelines, Urinary tract infection in under 16s: diagnosis and management, UK National Institute for Health and Care Excellence, actualizado hasta 2018

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