El buen sueño
Capìtulo 5 - El lugar en el que el bebé duerme
Aunque, en los primeros meses, el pequeño duerma en la misma habitación con los papás, es bueno e importante empezar a pensar en su propia habitación. Identificar y definir un espacio cálido, bonito y seguro para dedicar al niño es un recorrido mental y emocional que ayuda a los futuros papás a abrirse y a acogerle de la mejor manera.
Lo primero que hay que hacer es analizar la disposición de la casa. Lo ideal es poder tener la habitación del bebé junto a la de los papás, para reducir la distancia que se tenga que recorrer por las noches, así como que no esté muy lejos del cuarto de baño, para facilitar los momentos del cambio de pañal y el baño del bebé. Además, si es posible, hay que tener en cuenta la entrada de luz y la tranquilidad. Lo mejor es optar por una habitación luminosa y alejada de la calle o de las escaleras. Una vez decidido el espacio, toca pensar en los colores que van a predominar, sobre todo en los de las paredes, ya que algunas tonalidades son tranquilizantes, mientras que otras, todo lo contrario. Lo principal es que la habitación del bebé se transforme en un lugar de bienestar. (17).
Según el feng shui, antigua disciplina china que estudia los flujos energéticos del espacio que nos rodea, con el fin de mejorar la calidad de vida, el azul transmite serenidad, ayuda a concentrarse y difunde energía positiva. El amarillo es el color de la luz y, por lo tanto, de la salud y el bienestar. El naranja transmite energía, mientras que el rojo es el color de la fortuna. Otros colores tienen significados diferentes: por ejemplo, el rosa es tranquilizante; el verde es el color del equilibrio físico y mental; y el violeta, el del buen humor. Para conseguir un espacio que sea al mismo tiempo fuente de energía y bienestar, el feng shui aconseja elegir los colores en función de la época en la que el bebé haya nacido, para equilibrar los factores Yin y Yang presentes en cada uno de forma distinta: blanco, azul y crema para los bebés nacidos en primavera o verano; verde, rosa y amarillo, para los nacidos en otoño o invierno.
Lo que debe elegirse cuidadosamente es la pintura de las paredes, que debe tener un coeficiente COV (que indica el porcentaje de Compuestos Orgánicos Volátiles) bajo, dando preferencia a las pinturas ecológicas a base de agua. En el mercado, también se pueden encontrar pinturas “anticontaminación”, por decirlo así, y antibacterias, capaces de reducir la contaminación interior porque eliminan las sustancias dañinas presentes en el aire, como moho, bacterias y esporas, logrando un ambiente más saludable en el tiempo.
Una vez definido el color de las paredes y de las cortinas, que deben ser de una tonalidad similar, se puede empezar a pensar en el mobiliario.
En esta primera etapa de la vida, el recién nacido no necesita una habitación demasiado llena y definida.Conviene tener únicamente los muebles indispensables, una especie de base de partida que, con el tiempo, se irá modificando en función de las etapas del crecimiento, así como de las necesidades, los gustos y los deseos del niño. Los imprescindibles son el moisés o la cuna, un mueble cambiador, una cómoda para guardar la ropita y los accesorios del pequeño, y unas cestas para sus primeros juguetes. Es preferible elegir muebles de madera clara o blanca, con formas ligeras y ángulos redondeados, por supuesto, provistos de la homologación y las garantías específicas para los productos de puericultura.
¿Y la distribución? Si se puede elegir, el feng shui recomienda colocar la cuna o el moisés lo más alejados posible de la puerta y de la ventana, para permitir la circulación natural de energía. El cabecero debe estar dirigido hacia una pared, para recrear la seguridad que el pequeño tenía dentro de la barriga. El cambiador puede estar cerca de la puerta sin ningún problema, porque el niño solo está ahí durante unos minutos, y siempre bajo la vigilancia de los papás. El material ideal para el suelo es la madera, pero es conveniente que esté barnizada con productos atóxicos de origen vegetal. De lo contrario, el suelo puede “calentarse” con alfombras de pelo corto, de base antideslizante, que sean fáciles de lavar y mantener limpias, para evitar que se acumulen el polvo y los ácaros. Por último, hay que tener en cuenta la luz, que es una importante fuente de energía Yang. El consejo es utilizar una luz cálida de techo o de pared que ilumine todo el ambiente y, después, un punto de luz más localizado para iluminar el cambiador. Finalmente, una lámpara de cristal de sal puede influir positivamente en el bienestar del niño, gracias a la ionización del aire y al color que difunde en la estancia.
17 Sociedad Italiana de Pediatría Preventiva y Social, Federación Italiana de Médicos Pediatras, Sociedad Italiana de Medicina Perinatal, Il bambino nella sua famiglia: guida pratica per i genitori, 2017
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