El buen sueño
Capìtulo 1 - Todas las ventajas de un buen sueño
Existe una correlación directa entre las horas de sueño y el crecimiento óseo del niño. Gracias a unos mecanismos específicos, como la producción de la hormona somatotropina, una molécula que ordena a las células que se multipliquen, los huesos se estiran y el diámetro del esqueleto se expande. Esta hormona es producida por la hipófisis, una glándula situada en la base del cráneo que trabaja, sobre todo, durante el sueño.
En 2011, un grupo de investigadores de la Emory University de Atlanta (Estados Unidos) observaron1 que existen períodos en los que la estatura de los niños aumenta más rápidamente, con verdaderos saltos de crecimiento, que coinciden con los períodos en los que los pequeños duermen más tiempo a lo largo del día y multiplican el número de siestas. Naturalmente, esto no significa que se pueda forzar a un niño a dormir más tiempo para que sea más alto. La estatura máxima que cada individuo puede alcanzar está escrita en sus genes, y no se puede imponer el sueño a quien no lo tiene. No obstante, lo cierto es que favorecer un descanso tranquilo ayuda a los niños a desarrollarse, expresando al máximo su potencialidad genética.
El sueño también regula el equilibrio de otra hormona, la insulina, que controla el metabolismo de los azúcares, especialmente importante en los primeros años de vida, cuando el organismo aprende a gestionar sus recursos energéticos. Los niños que duermen poco en los primeros años de vida con respecto a sus necesidades están expuestos a un riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2 y obesidad con el crecimiento (2).
Un buen sueño también es fundamental para el desarrollo de las defensas inmunitarias del niño. De hecho, la carencia de sueño comporta una reducción de la capacidad de defensa contra las infecciones y una excesiva producción de citoquinas, moléculas que favorecen la aparición de enfermedades inflamatorias (3).
E che dire della maturazione del cervello, dello sviluppo delle capacità cognitive, della memoria, l’apprendimento del linguaggio, il controllo delle emozioni? È un’esperienza vissuta anche da adulti: dopo una buona nottata di riposo ci si sente rilassati e sereni, la mente è più sgombra e pronta a lavorare, la memoria funziona meglio. Per il cervello dei neonati, che è in fase di sviluppo e che sta perfezionando la rete di connessioni tra le diverse aree, il ruolo del sonno è ancor più importante. La buona nanna è un pilastro del baby wellness!
¿Y qué decir de la maduración del cerebro, el desarrollo de las capacidades cognitivas, la memoria, el aprendizaje del lenguaje y el control de las emociones? Se trata de una experiencia que también vivimos los adultos. Tras una noche de sueño reparador, nos sentimos más relajados y tranquilos, con la mente más despejada y preparada para trabajar, y con más capacidad de memoria. Para el cerebro del bebé, que está en fase de desarrollo y está perfeccionando la red de conexiones entre sus diferentes áreas, el papel del sueño es aún más importante. ¡El buen sueño es un pilar del bienestar del bebé!
La carencia de sueño comporta una reducción de la capacidad de defensa contra las infecciones y una excesiva producción de citoquinas, moléculas que favorecen la aparición de enfermedades inflamatorias.
En 2015, un grupo de investigación de la Universidad de Stanford, en California, (4) comprobó que los niños de entre seis y doce meses que aprendían un nuevo juego y, después, dormían un mínimo de media hora en las cuatro horas posteriores, al día siguiente, recordaban lo aprendido más que los pequeños que permanecieron despiertos durante más de cuatro horas tras haber aprendido el nuevo juego. Para los especialistas, es la señal de que el sueño sirve para consolidar la memoria a corto plazo. Por ello, los niños, que aprenden cosas nuevas incesantemente, no solo necesitan el sueño nocturno, sino también realizar pequeñas siestas durante el día. Pensemos, por ejemplo, en el esfuerzo que les supone aprender el lenguaje, el significado de las palabras y la estructura abstracta del discurso. En esta tarea, el sueño también tiene un papel fundamental.(5)
Sin embargo, cuando hablamos de buen sueño, es importante no tener en cuenta únicamente el número o la duración de las siestas, sino también su calidad. Un niño descansado está más tranquilo y es capaz de gestionar sus emociones con más facilidad. Cuando está cansado, está más irritable y es más propenso a sufrir rabietas. Según algunos estudios, la calidad del sueño condiciona el comportamiento y el desarrollo emocional de los pequeños no solo a corto, sino también a largo plazo, incluso a una distancia de años. Un grupo de psicólogos de Birmingham, en el Reino Unido,6 monitorizó durante dos años a más de 1.600 familias, preguntando a los padres acerca del número de horas de sueño, las posibles dificultades al dormir y el número de despertares nocturnos de sus hijos en los primeros meses de vida, así como su comportamiento a dos años. La investigación puso de manifiesto una correlación entre los trastornos del sueño y la existencia de problemas de comportamiento posteriores.
No obstante, cabe señalar que, al analizar correlaciones de este tipo, es preciso distinguir entre causas y efectos: ¿es la carencia de sueño la que hace que el comportamiento del niño sea difícil, o bien son los niños de carácter más inquieto quienes manifiestan problemas del sueño y, al crecer, de comportamiento? Es más, ¿existe una causa común, quizás una situación conflictiva dentro de la familia, que determine ambas situaciones?
1 M. Lampl, M. L. Johnson, Infant Growth in Length Follows Prolonged Sleep and Increased Naps, «Sleep», 34, 2011, pp. 641-650
2 A. L. Miller, J. C. Lumeng, M. K. LeBourgeois, Sleep Patterns and Obesity in Childhood, «Curr. Opin. Emdocrinol. Diabetes Obes.», 22, 2015, pp. 41-47
3 H. Moldofsky, Sleep and the Immune System, «International Journal of Immunopharma-cology», 17,1995, pp. 649-654
4 S. Seehagen, C. Konrad, J. Herbert, S. Schneider, Timely Sleep Facilitates Declarative Memory Consolidation in Infants, «PNAS», 112, 2015, pp. 1625-1629
5 R. Gomez, R. R. Bootzin, L. Nadel, Naps Promote Abstraction in Language-Learning Infants, «Psycol. Sci.», 17, 2006, pp. 670-674
6 I. Morales-Munoz, S. Lemola et al., Parent-reported early sleep problems and internalising, externalising and dysregulation symptoms in toddlers, «BMJ Pediatrics Open», 4, 2020, e000622
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