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Artículos científicos

El desarrollo del lenguaje en el recién nacido

FOCUS: El vínculo
ESTE ARTÍCULO PERTENECE AL PRINCIPIO DEL BIENESTAR DEL BEBÉ: Su bienestar empieza mucho antes de nacer

El lenguaje del recién nacido se desarrolla progresivamente, partiendo de una forma inicial de comunicación predominantemente no verbal y refleja, que evoluciona gradualmente hacia expresiones intencionales y estructuradas. Desde las primeras semanas de vida, el bebé utiliza el cuerpo, la voz y la mirada para relacionarse con el entorno y con las personas de referencia. Comprender y valorar estas primeras formas comunicativas es fundamental para promover el bienestar global del niño y favorecer un desarrollo lingüístico y afectivo saludable.

0–2 meses: las primeras formas de comunicación

Durante los primeros meses, el recién nacido reconoce y discrimina voces familiares, especialmente las de la madre y el padre, aunque aún no comprenda su significado. La comunicación ocurre principalmente a través de:

  • el contacto visual, que establece una conexión afectiva;
  • el llanto, que representa una forma primaria de expresión relacionada con necesidades o malestar;
  • la sonrisa, como manifestación temprana de bienestar y respuesta social.

Ya hacia la tercera semana de vida, el bebé comienza a emitir sonidos variados, como pequeños gruñidos o chasquidos con la lengua, que representan los primeros intentos de exploración vocal.

2–4 meses: vocalizaciones y atención compartida

En esta etapa surgen vocalizaciones más articuladas, que varían en duración, intensidad y tono. El bebé comienza a manifestar estados de bienestar, deseo de atención o simplemente placer al escuchar su propia voz. Exclamaciones como “ooooh” o “aaah” se vuelven frecuentes y suelen provocar respuestas entusiastas por parte de los adultos, iniciando así los primeros intercambios comunicativos bidireccionales.

4–6 meses: conciencia de los sonidos y de las relaciones

El recién nacido empieza a experimentar activamente su capacidad vocal, emitiendo sonidos y gritos de forma autoestimulante. Las expresiones vocales reflejan sus estados emocionales y cambian en función de las interacciones sociales. Durante esta fase, el bebé muestra un interés creciente por las relaciones interpersonales y puede manifestar señales de aburrimiento o frustración en ausencia de estímulos.

6–8 meses: gestos, intencionalidad y atención al otro

Entre los seis y ocho meses, el bebé comienza a comunicarse de forma más intencional. Los gestos adquieren una función comunicativa (como estirar los brazos o señalar), y los balbuceos se hacen más frecuentes y dirigidos. El niño:

  • muestra atención hacia quienes le hablan;
  • responde a su nombre;
  • gira o inclina la cabeza ante estímulos auditivos;
  • se siente atraído por palabras familiares, aunque aún no comprenda su significado.
9–12 meses: primeras palabras y comprensión contextual

Durante el último trimestre del primer año, aparecen las primeras palabras reconocibles: “mamá”, “papá”, “papa”, “nana”, “baño”. Estos términos, a menudo vinculados con rutinas cotidianas, marcan el inicio de la verdadera producción lingüística.

Al mismo tiempo, se observa una creciente capacidad de imitación y comprensión del lenguaje:

  • el niño responde a órdenes verbales simples (por ejemplo: “di adiós”, “manda un beso”);
  • utiliza gestos intencionales para expresar deseos;
  • señala objetos, a veces acompañando el gesto con vocalizaciones o balbuceos.

 

El desarrollo del lenguaje durante los primeros doce meses de vida es un proceso complejo pero profundamente natural, que implica dimensiones sensoriales, afectivas y sociales. Cada etapa representa un paso fundamental hacia la comunicación verbal. Ofrecer un entorno relacional rico, responder de forma sintonizada a las señales del bebé y promover el intercambio afectivo diario son acciones clave para favorecer un desarrollo lingüístico armónico y seguro.