Artículos científicos
Cómo funciona la melatonina en los neonatos y niños
La melatonina, a menudo llamada “la hormona del sueño”, es crucial en el proceso de regulación del ritmo sueño-vigilia. Su producción comienza a disminuir por la tarde, alcanzando su punto máximo durante la noche, y disminuye gradualmente hacia la mañana, preparando el cuerpo para despertarse. En los recién nacidos, la producción de melatonina es inicialmente baja y no muestra diferencias significativas entre el día y la noche. Esta es una de las razones por las cuales los recién nacidos no tienen un ritmo circadiano bien definido y tienden a dormir a intervalos durante todo el día y la noche. Con el crecimiento, los niveles de melatonina comienzan a estabilizarse, formando un ritmo circadiano más claro, con una producción nocturna más alta y una diurna más baja. Este desarrollo coincide con la maduración del sistema nervioso y la capacidad del niño para adaptarse a un ciclo de sueño más regular, más similar al de los adultos. La comprensión de estos procesos es fundamental para facilitar y respetar los ritmos naturales del niño, promoviendo un sueño saludable y un buen desarrollo general.
Evolución de los niveles de melatonina en los niños
Entre el cuarto y sexto mes de vida, se observa un aumento gradual en la producción de melatonina. Este aumento coincide con la maduración del ritmo circadiano del niño. El pico de producción de melatonina generalmente ocurre alrededor de los 3 años de edad. Este cambio en la producción de melatonina es un aspecto importante del desarrollo del niño, ya que desempeña un papel clave en la consolidación de un MODELO DE SUEÑO más regular y predecible. Durante este período, es útil establecer rutinas de sueño consistentes y crear un entorno propicio para el sueño, como una habitación oscura durante la noche, para ayudar al niño a sincronizar su reloj interno con los ciclos de luz y oscuridad externos. El cortisol (al igual que la melatonina) también influye en el sueño de los niños. De hecho, el cortisol, conocido como la hormona del estrés, se produce en respuesta al estrés físico o emocional. En los niños pequeños, una estimulación excesiva o actividad puede llevar a una producción elevada de cortisol, que puede perturbar su sueño. Cuando el cortisol está elevado, puede interferir efectivamente con la producción de melatonina, la hormona que promueve el sueño, creando así un ciclo en el que el niño puede tener dificultades para conciliar el sueño o incluso despertarse frecuentemente durante la noche. Gestionar el nivel de actividad y el estrés en los niños, especialmente antes de la hora de dormir, es crucial para promover un sueño saludable. Crear un ambiente relajante, mantener una rutina de sueño coherente y limitar la estimulación física o emocional excesiva, especialmente por la noche, puede ayudar a moderar los niveles de cortisol y favorecer la producción de melatonina, llevando a un sueño más tranquilo y reparador.