Artículos científicos
Vínculo prenatal
Uno se convierte en padre o madre antes del nacimiento de un hijo, es decir, cuando descubre que está esperando un hijo o cuando surge el deseo, o simplemente la idea, de tenerlo. Y es ahí, en la mente y el corazón de una madre y un padre, donde la idea de un recién nacido toma forma, entre imaginación, sueños y planes.
Vinculación con el bebé en la barriga
La espera es un periodo de intensa reflexión que permite a los padres sentar las bases del vínculo afectivo con su bebé. Para algunos es un proceso lento, casi imperceptible, para otros es una emoción desbordante. Las fantasías y las emociones forman parte integrante del proceso. Dedicar tiempo a escuchar los movimientos del bebé en el vientre, imaginar qué está haciendo, si se mueve y cómo se mueve, incluso cuáles son sus emociones y su estado de ánimo, no es solo cuestión de fantasear: es ya una forma de entablar una relación con él, de utilizar el tiempo de espera para empezar a conocerlo, para que el nacimiento no sea un encuentro, sino un hallazgo. Este proceso de escucha, imaginación y diálogo, a través del tacto y las posturas corporales, se denomina vínculo prenatal. En el vínculo prenatal, madre e hijo se comunican a distintos niveles para conocerse: a medida que la madre descubre al niño, él la descubre a ella y al mundo en que vive.
Algunos antecedentes históricos
Ya en la antigüedad, el sentido común consideraba segura la relación entre la madre y el embrión. Por ejemplo, unos siglos antes de Cristo, en China, en el antiguo Egipto y también en la cultura judía, se consideraba la relación holística entre el devenir del bebé y la transformación de la mujer durante el embarazo. Algunos eruditos, gracias al estudio de las aptitudes psicofisiológicas reveladas en el embrión y su capacidad para responder a la estimulación intrauterina y extrauterina, empezaron a hablar de estados del “yo prenatal”.
El concepto del yo prenatal.
Desde el comienzo de la gestación, el bebé se ve continuamente afectado por flujos experienciales que van a formar y constituir su Yo. Cada momento de la vida embriofetal puede considerarse como un “estado del yo” particular. El yo es lo que nos permite entrar en contacto con el mundo exterior y representa la totalidad de lo que sentimos, pensamos y experimentamos como emoción.
El estado emocional del embrión
En el procesamiento del estado emocional del bebé en la fase de vinculación prenatal entran en juego tres elementos: el cerebro, el sistema nervioso autónomo y el sistema endocrino. Ahora bien, de estos tres elementos, la madre y el bebé solo comparten vínculos neurohormonales, por lo que el intercambio emocional entre madre e hijo se produce únicamente a través de esta interacción bioquímica. Cada forma de experiencia emocional materna se transmite, por tanto, al bebé a través del flujo hormonal, que, dependiendo del estímulo, produce una reacción motora, cardiaca y funcional específica.