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Artículos científicos

Tocar la arena, sentir el agua, escuchar el mar: el verano como estímulo multisensorial para el desarrollo

FOCUS: Recién nacido en verano
ESTE ARTÍCULO PERTENECE AL PRINCIPIO DEL BIENESTAR DEL BEBÉ: El desarrollo armónico del niño

Durante el periodo estival, el entorno marino ofrece un contexto rico en estímulos multisensoriales que pueden contribuir significativamente al desarrollo neuropsicológico del individuo, especialmente en los primeros años de vida. La experiencia vivida cerca del mar se configura como un verdadero laboratorio natural, donde la persona puede interactuar con estímulos sensoriales variados y complejos.

La literatura neurocientífica contemporánea destaca la importancia de la integración multisensorial en el desarrollo del sistema nervioso central, indicando cómo los ambientes ricos en estímulos táctiles, auditivos y propioceptivos favorecen la neuroplasticidad y el fortalecimiento de las habilidades cognitivas, motoras y emocionales (Kaplan, 1995).

La arena como estímulo táctil y motor

El contacto directo con la arena estimula los mecanorreceptores cutáneos (discos de Merkel, corpúsculos de Meissner, Pacini y Ruffini), favoreciendo el desarrollo de habilidades sensoriales tanto finas como gruesas. En la infancia, el juego con arena promueve la discriminación táctil, la coordinación ojo-mano y la conciencia corporal (body awareness).

Estudios en el ámbito de la terapia ocupacional han demostrado que experiencias táctiles ricas y no estructuradas, como la manipulación de arena, contribuyen a la maduración de la integración sensorial y a la regulación del sistema límbico. Estos procesos mejoran la gestión del estrés y las respuestas conductuales (Shonkoff & Phillips, 2000).

El agua y el movimiento: estímulos para la maduración motora

La interacción con el agua también aporta beneficios significativos. Su movimiento alrededor del cuerpo del recién nacido o del niño actúa como un estímulo sensorial dinámico, promoviendo la conciencia corporal y cinestésica. Estos estímulos favorecen comportamientos posturales espontáneos y activan circuitos cerebelosos y corticoespinales involucrados en el control del movimiento, contribuyendo a la maduración del sistema motor.

El sonido del mar: un ruido blanco natural

En los recién nacidos, la escucha del sonido rítmico de las olas marinas puede tener efectos neurofisiológicos especialmente beneficiosos. El sonido del mar, caracterizado por bajas frecuencias y repetitividad constante, forma parte de los denominados ruidos blancos, conocidos por su capacidad de calmar y favorecer la relajación. Este tipo de estimulación auditiva actúa como un estímulo hipnótico capaz de sincronizar los ritmos biológicos del neonato, mejorando la calidad del sueño y contribuyendo a la regulación del sistema nervioso autónomo, aún en fase de maduración durante los primeros meses de vida (Loewy et al., 2013).

 

Según la teoría de la neuroestética natural (Kaplan & Berman, 2010), el entorno natural estimula las redes cerebrales responsables de la atención involuntaria y de la regeneración cognitiva. El paisaje marino, con sus elementos armónicos –luz solar, colores suaves, sonidos orgánicos– favorece la desconexión de la atención voluntaria y el restablecimiento de las funciones ejecutivas.

Incluso acciones simples como tocar la arena con los pies o percibir el movimiento del agua sobre el cuerpo activan circuitos cerebrales complejos, apoyando la maduración motora y la conciencia corporal.

 

El entorno marino como espacio terapéutico y educativo

La experiencia sensorial del verano puede interpretarse como un acto terapéutico espontáneo, capaz de mejorar no solo el desarrollo neuropsicológico, sino también el bienestar mental. El uso consciente del entorno marino como espacio educativo y terapéutico abre perspectivas prometedoras para:

  • La educación al aire libre (outdoor education)
  • La rehabilitación sensorial
  • Las terapias ocupacionales

Intervenciones específicas en contextos naturales han demostrado ser eficaces en el tratamiento de los trastornos de integración sensorial, en la promoción del mindfulness infantil y en el desarrollo de habilidades socioemocionales en niños y adolescentes (White-Traut, 2002).

Clemo HR, Keniston LP, Merideith MA. Structural Basis of Multisensory Processing: Convergence. In: Murray MM, Wallace MT, editors. The Neural Basis of Multisensory Processes. World Health Organization. Integrating Early Childhood Development (ECD) activities into Nutrition Programmes in Emergencies. Why, What and How.

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Kaplan, R. (1995). The restorative benefits of nature: Toward an integrative framework. Journal of Environmental Psychology.

Kaplan, S., & Berman, M. G. (2010). Directed attention as a common resource for executive functioning and self-regulation. Perspectives on Psychological Science.

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White-Traut, R. C., Nelson, M. N., Silvestri, J. M., et al. (2002). Effect of auditory, tactile, visual and vestibular intervention on length of stay, alertness, and feeding progression in preterm infants. Dev Med Child Neurol.

White-Traut, R. C., Schwertz, D., McFarlin, B., Kogan, J. (2009). Salivary cortisol and behavioral state responses of healthy newborn infants to tactile-only and multisensory interventions. J Obstet Gynecol Neonatal Nurs.