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Artículos científicos

Parto en verano: maximizar la salud y el confort materno-fetal

FOCUS: Familia y maternidad

La estación estival ofrece un contexto ambiental único que, si se gestiona de manera consciente, puede favorecer diversos aspectos de la experiencia perinatal, contribuyendo positivamente a la salud materno-fetal. El aumento de las temperaturas, la adaptación del estilo de vida y las variaciones endocrinas naturales relacionadas con la estacionalidad representan factores dinámicos que interactúan de manera compleja, pero potencialmente armónica, con la fisiología del embarazo.

Este análisis examina proactivamente la literatura científica relativa al parto durante los meses de verano, con especial atención a la termorregulación materna, la organización de la asistencia clínica, el confort psicofísico y los resultados neonatales.

Impacto de las altas temperaturas en el embarazo

El parto, evento fisiológico por excelencia, está influenciado por múltiples factores ambientales, biológicos y psicosociales. En este contexto, la estacionalidad obstétrica emerge como un ámbito de creciente interés científico: el verano, con sus particularidades climáticas, representa una oportunidad para promover una gestión obstétrica más personalizada, orientada a la prevención y al bienestar global.

Durante el embarazo, el cuerpo femenino muestra una extraordinaria capacidad de adaptación térmica, gracias a la vasodilatación periférica, el aumento de la sudoración y la modulación del metabolismo basal. Estos mecanismos, especialmente activados en los meses estivales, requieren un adecuado soporte a través de estrategias educativas simples, que pueden favorecer en una óptima regulación térmica y un mayor confort materno.

Planificación obstétrica en los meses cálidos

La evidencia actual (Kuehn & McCormick, 2017) subraya la importancia de planificar la atención obstétrica en función de los cambios térmicos ambientales. Algunos estudios observacionales sugieren que los días muy calurosos (>35°C) están asociados a una mayor activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, fenómeno que – si se monitoriza adecuadamente – puede abordarse mediante medidas preventivas eficaces como el reposo térmico, la correcta hidratación y el refuerzo del seguimiento clínico.

Las modernas salas de parto climatizadas, diseñadas para ofrecer estabilidad térmica y confort sensorial, contribuyen a optimizar la percepción del dolor y a mejorar la eficacia de las técnicas analgésicas. Además, los entornos asistenciales con control térmico favorecen una estabilidad circulatoria adecuada, incluso en los contextos más complejos del posparto.

 

Hidratación y alimentación veraniega

Desde el punto de vista hidro-electrolítico, el verano exige una valoración cuidadosa de la hidratación fisiológica, elemento clave para mantenerla perfusión útero-placentaria y favorecer el bienestar materno-fetal. La ingesta regular de líquidos, asociada a una dieta rica en micronutrientes y antioxidantes estacionales, representa una estrategia simple pero altamente eficaz para mantener el equilibrio homeostático incluso en climas cálidos.

También el recién nacido, gracias a su extraordinaria plasticidad adaptativa, se beneficia de un entorno veraniego bien gestionado. Algunas evidencias sugieren un aumento de la bilirrubinemia fisiológica durante los meses de verano, condición fácilmente controlable mediante el inicio precoz lactancia materna y una educación específica a los padres sobre la gestión del microclima doméstico y la hidratación neonatal.

Bienestar psicofísico y ritmo circadiano

Por último, la estación estival – asociada a días más largos, mayor exposición a la luz natural y posibilidad de actividad física al aire libre – puede tener efectos positivos sobre el estado de ánimo materno y el ritmo circadiano, favoreciendo la liberación de serotonina y melatonina y apoyando una experiencia de embarazo armoniosa.

 

Mecanismos fisiológicos del aumento en la percepción del calor

Durante el embarazo, el organismo materno activa mecanismos fisiológicos complejos para sustentar el crecimiento del bebé. Por ello muchas futuras madres perciben más calor incluso en ambientes frescos:

  • Aumento de la temperatura basal: en los primeros meses, la hormona progesterona induce un leve aumento de la temperatura corporal.
  • Mayor flujo sanguíneo: para nutrir y oxigenar al feto, el volumen sanguíneo aumenta, intensificando el trabajo cardíaco y generando una sensación de calor en la piel.
  • Activación de la sudoración: el cuerpo se adapta favoreciendo la dispersión del calor y la eliminación de toxinas, haciendo la piel más reactiva.
Recomendaciones prácticas para la gestión veraniega del embarazo

Para favorecer el bienestar materno-fetal durante el verano, se recomienda seguir algunas estrategias basadas en la evidencia:

  • Mantener un entorno térmicamente adecuado (temperatura entre 20°C y 24°C, humedad relativa 40–60%) en casa y en los lugares de permanencia prolongada.
  • Evitar la exposición solar directa durante las horas centrales del día (11:00–17:00), optando por ambientes sombreados y ventilados.
  • Usar ropa transpirable e hipoalergénica, preferiblemente de fibras naturales (algodón, lino), para facilitar la dispersión del calor corporal.
  • Ingerir al menos 2,5–3 litros de líquidos al día, preferiblemente agua con bajo residuo seco, complementando con soluciones orales ricas en electrolitos en caso de sudoración abundante.
  • Seguir una alimentación rica en frutas y verduras frescas de temporada, que aportan vitaminas, antioxidantes y minerales esenciales.
  • Limitar el consumo de bebidas azucaradas, cafeína y alimentos hiperproteicos durante las horas calurosas, ya que pueden aumentar la termogénesis.
  • Mantener una actividad física moderada y regular, prefiriendo horarios frescos (mañana o tarde), con actividades como caminatas, natación o gimnasia prenatal suave, que favorecen la circulación y reducen el edema.
  • Priorizar ambientes climatizados o al aire libre pero sombreados, evitando esfuerzos prolongados o excesivos.
  • Realizar controles prenatales con regularidad, con atención particular a la presión arterial, peso corporal, latido fetal y dinámica uterina.
  • Detectar y registrar cualquier señal precoz de activación uterina (contracciones rítmicas, sensación de tensión pélvica) y comentarlas de inmediato con el equipo obstétrico.
  • Utilizar calendarios de hidratación y de monitoreo de movimientos fetales para favorecer la conciencia materna y el involucramiento activo en la gestión del embarazo.
  • Promover momentos de relajación, mindfulness o respiración guiada, que favorecen el equilibrio neurovegetativo y reducen la percepción del estrés ambiental.
  • Mantener una red de apoyo familiar y profesional, con posibilidad de consulta obstétrica o psicológica incluso a distancia, si fuera necesario.

American College of Obstetricians and Gynecologists (ACOG). Optimizing postpartum care. Committee Opinion No. 736, 2018.

Auger N, Fraser WD, Sauve R, et al. Risk of preterm birth associated with maternal exposure to extreme heat: A retrospective cohort study. Environ Health Perspect. 2014;122(10):1100–1106.

Kuehn L, McCormick S. Heat exposure and maternal health: A systematic review. Environ Res. 2017;156:730–740.

Wesselink AK, et al. Ambient temperature and risk of stillbirth: A systematic review and meta-analysis. Environ Health Perspect. 2020;128(8):086001.