Artículos científicos
Hidratación y bienestar del recién nacido
El agua representa un elemento esencial para la vida y desempeña un papel fundamental no solo en el organismo del recién nacido y del lactante, sino también en cada célula del cuerpo humano. Es el principal medio a través del cual se transportan nutrientes y oxígeno, así como se eliminan los productos de desecho, contribuyendo así al mantenimiento del equilibrio metabólico y funcional del organismo.
En el recién nacido, el agua cumple funciones específicas de particular relevancia: regula el volumen celular, contribuye a la termorregulación —especialmente crítica en los primeros meses de vida— y facilita los procesos digestivos. A nivel estructural, el agua también cumple una función mecánica de protección y lubricación de las articulaciones y tejidos blandos, manteniendo la elasticidad cutánea y la correcta hidratación de las mucosas.
Garantizar un adecuado equilibrio hídrico, especialmente durante los meses de verano, es esencial para el bienestar general del recién nacido y para prevenir condiciones relacionadas con la deshidratación, que pueden surgir rápidamente debido a la inmadurez de los mecanismos de autorregulación fisiológica.
Principales funciones del agua en el recién nacido
En los recién nacidos, el agua cumple varias funciones vitales:
- Hidratación: mantiene el equilibrio hídrico del cuerpo, fundamental para todas las funciones fisiológicas. En los primeros meses, los lactantes reciben el agua necesaria principalmente a través de la leche materna, que está compuesta en un 87% por agua.
- Regulación de la temperatura corporal: ayuda a controlar la temperatura, lo cual es crucial, ya que su sistema de termorregulación aún es inmaduro.
- Transporte de nutrientes y oxígeno: el agua es el componente principal de la sangre, que lleva nutrientes esenciales y oxígeno a las células.
- Eliminación de residuos: facilita la expulsión de productos de desecho a través de la orina y las heces, previniendo la acumulación de toxinas.
- Procesos metabólicos: es un disolvente esencial para muchas reacciones químicas y procesos metabólicos.
- Lubricación y protección de tejidos: mantiene húmedos y lubricados tejidos como articulaciones y mucosas, ayudando a prevenir irritaciones e infecciones.
- Soporte de la piel y las mucosas: mantiene la elasticidad e hidratación de la piel y las mucosas, protegiendo la delicada barrera cutánea del bebé.
- Crecimiento y desarrollo: es fundamental para el desarrollo celular y el rápido ritmo de crecimiento típico de los primeros meses de vida.
El balance hídrico en los primeros meses
El balance hídrico es el equilibrio entre el agua ingerida y la eliminada. En la etapa neonatal, este equilibrio es especialmente delicado debido a la alta proporción de agua corporal y la rapidez con la que se pierde a través del sudor, la respiración, la orina y las heces.
Durante el verano, la atención a la hidratación debe intensificarse. Las temperaturas superiores a 30 °C, combinadas con baja humedad, pueden triplicar las pérdidas de agua por evaporación cutánea.
El papel de la leche materna en la hidratación
Para los recién nacidos alimentados exclusivamente con lactancia materna, la leche representa una fuente completa y suficiente de líquidos, incluso en verano:
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Composición acuosa: alrededor del 87% es agua.
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Adaptabilidad: su composición puede variar según el clima, haciéndose más acuosa en periodos de calor.
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Lactancia a demanda: permite al bebé obtener líquidos según su propio ritmo.
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Efecto protector: incluso en condiciones de calor extremo, no es necesario ofrecer agua adicional a los lactantes alimentados exclusivamente con leche materna (fuente: Sociedad Italiana de Pediatría).
Cuándo introducir el agua
Con el inicio de la alimentación complementaria, alrededor de los 6 meses, es adecuado introducir el agua como parte de la dieta, tanto en lactantes amamantados como en aquellos alimentados con fórmula.
Recomendaciones nutricionales (LARN)
- 6–12 meses: aproximadamente 800 ml de agua al día, incluyendo la contenida en alimentos y leche.
- En clima templado: unos 400–600 ml de agua para beber diariamente.
- En clima caluroso: las necesidades pueden aumentar, por lo que se recomienda ofrecer agua con mayor frecuencia.
Se aconseja ofrecer agua potable natural sin gas varias veces al día, especialmente durante las comidas. Dar medio vaso de agua por comida es una buena práctica.
Desde el inicio del destete, las frutas y verduras aportan significativamente a la hidratación diaria del niño. Los alimentos ricos en agua apoyan el balance hídrico y aportan micronutrientes valiosos.
Contenido medio de agua en los alimentos:
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Frutas y verduras: ~85%
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Leche y derivados frescos: 50–70%
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Pasta y arroz cocidos: 60–65%
El agua es mucho más que una simple bebida: es un elemento esencial para el funcionamiento adecuado del organismo en crecimiento. En los primeros meses de vida, la hidratación a través de la leche materna es suficiente; a partir de los 6 meses, el agua se convierte en un complemento necesario de la alimentación. Un balance hídrico adecuado es sinónimo de salud, bienestar y desarrollo armónico. En verano, una vigilancia cuidadosa de la hidratación del recién nacido es una de las atenciones más simples, pero fundamentales que podemos ofrecer.