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Artículos científicos

El sueño del niño en vacaciones

FOCUS: La importancia del sueño

El aumento de las temperaturas durante los meses de verano puede alterar la homeostasis del sueño en los niños, interfiriendo con la termorregulación inmadura de los lactantes, comprometiendo la calidad del sueño y aumentando el riesgo de despertares, deshidratación e irritabilidad.

Rutina del sueño diurno en vacaciones

El mantenimiento de una rutina regular de sueño diurno (siesta) es esencial incluso durante el periodo vacacional, ya que la regularidad circadiana promueve la estabilidad neurofisiológica y favorece la integración de las experiencias diurnas. Una “siesta reparadora” de 60–120 minutos en el horario habitual ayuda a restablecer el equilibrio hemodinámico tras estímulos ambientales intensos. Incluso una rutina parcialmente adaptada reduce el riesgo de desregulación emocional.

La posibilidad de hacer dormir al niño en ambientes exteriores puede ofrecer beneficios sensoriales y relajación neuropsicológica, siempre que se respeten estrictos criterios de seguridad ambiental:

  • Elección de ambientes frescos y sombreados (por ejemplo, pinares o espacios ventilados) para minimizar la exposición a los rayos UV y el riesgo de hipertermia;
  • Evitar el descanso durante las horas de máxima insolación (entre las 11:00 y las 16:00);
  • Utilizar cochecitos o cunas móviles conformes con las normativas de seguridad y que favorezcan la dispersión térmica y la ventilación corporal;
  • Priorizar horarios coherentes incluso en ambientes móviles, evitando superposiciones caóticas entre actividades estimulantes e intentos de inducción del sueño.

Aunque el sueño al aire libre tiende a ser de menor duración, puede resultar igualmente regenerador. En caso de dificultades para conciliar el sueño, se recomienda proponer actividades con baja carga sensorial tras la comida (lectura, música relajante) para facilitar la transición hacia un estado parasimpático.

En caso de que el niño no logre descansar conforme a la rutina establecida, es prioritario respetar las señales fisiológicas de somnolencia. La privación del sueño, voluntaria o inducida, puede provocar desorganización de los ritmos ultradianos y dificultades en la regulación afectiva.

Más que forzar la vigilia para cumplir con un horario preestablecido, es preferible atender la necesidad de descanso, incluso si esta se manifiesta en momentos no convencionales (por ejemplo, durante trayectos en coche). Si la siesta ocurre cerca de la noche, se recomienda limitar su duración a 30-45 minutos, con el fin de preservar la arquitectura del sueño nocturno y facilitar el inicio del sueño por la noche.

 El ritmo del sueño en los recién nacidos

En los recién nacidos (0–3 meses), la ausencia de un ritmo circadiano consolidado conlleva un patrón de sueño policíclico que puede alcanzar hasta 18-20 horas diarias. En esta etapa, no es oportuno imponer horarios rígidos, sino seguir el ritmo ultradiano endógeno y responder con flexibilidad a las señales conductuales. En niños mayores de 6 meses, el horario de conciliación del sueño puede modularse temporalmente en función de las dinámicas vacacionales, siempre que no se prolongue de forma crónica y sea compensado con un tiempo total de sueño adecuado en las 24 horas. Es fundamental observar con atención el comportamiento del niño ante variaciones horarias y adecuar la rutina nocturna de forma gradual.

Ropa nocturna en verano

La elección de la ropa nocturna debe basarse en criterios de seguridad térmica y transpirabilidad. El recién nacido no debe dormir completamente desnudo. Se recomienda el uso de un pañal y un body de algodón 100%, que representa la solución ideal, ya que absorbe eficazmente el sudor y permite una buena ventilación cutánea, reduciendo así el riesgo de dermatitis por sudoración, como la sudamina (miliaria). Un entorno nocturno adecuado, junto con un baño rápido por la noche con agua tibia, contribuye a reducir la carga térmica cutánea y facilita el inicio del sueño. Además, el uso de superficies de descanso adecuadamente ventiladas (cuna, cama o cochecito conforme a las normativas de seguridad) es esencial para mantener un microclima estable.

El papel del colchón en el sueño neonatal

Durante los meses de verano, la elección del colchón para el sueño del recién nacido adquiere una relevancia aún mayor, ya que debe garantizar no solo seguridad estructural y soporte postural, sino también una alta transpirabilidad para favorecer la disipación del calor corporal. En los primeros meses de vida, los lactantes pueden dormir hasta 18–19 horas al día: el microclima del descanso influye directamente en el bienestar térmico y la calidad del sueño, además de en la prevención del SMSL.

Características recomendadas:

  • Superficie: el colchoncito debe ser rígido o semirrígido, para evitar el hundimiento del cuerpo y garantizar una distribución uniforme del peso;
  • Transpirabilidad y ventilación: un adecuado paso del aire previene el sobrecalentamiento y favorece la regulación térmica corporal;
  • Adaptabilidad dimensional: el colchoncito debe ajustarse perfectamente a las dimensiones de la cuna, cama o cochecito, evitando espacios que puedan constituir riesgo de atrapamiento;
  • Higiene: se deben preferir productos desenfundables, con revestimientos de fibras naturales lavables a máquina, para reducir la carga alergénica y microbiana. 

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