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Cursos de actividades acuáticas para bebés y niños: todo lo que necesitas saber
Durante los cursos de natación para bebés, los padres están presentes para construir un fuerte vínculo con su hijo, aunque a menudo el bebé ya puede moverse de forma autónoma. Muchos profesionales del sector y pediatras recomiendan comenzar con la natación después de los primeros 3 meses de vida del bebé. Durante las clases, un profesional experimentado supervisa atentamente la actividad mientras uno o ambos padres participan activamente para que la experiencia sea lo más placentera y cómoda posible.
Elegir la estructura adecuada
Es importante encontrar instalaciones equipadas que puedan albergar estos cursos de natación para bebés. Estas instalaciones deben incluir una piscina climatizada con una temperatura de alrededor de 32-34°C para evitar cambios térmicos bruscos y garantizar la máxima comodidad del bebé. Además, es necesario que haya un área dedicada al cambio de pañales y a la lactancia, para que los padres puedan gestionar las necesidades de su bebé sin problemas durante la sesión de natación.
Por lo general, los cursos de actividades acuáticas para bebés están estructurados en sesiones o clases semanales que duran entre 30 minutos y una hora cada una. En general, se recomienda participar en cursos de natación para bebés durante al menos unos meses, para que el niño pueda familiarizarse gradualmente con el agua y desarrollar sus habilidades de manera segura y cómoda. La frecuencia y la duración del curso también dependerán de las preferencias de los padres y las necesidades del niño.
Los beneficios de las actividades acuáticas en cada etapa de la vida
Cada etapa de la vida del bebé trae consigo una nueva forma de explorar el mundo, y en consecuencia, también las aventuras en la piscina cambian de vez en cuando.
Actividades acuáticas de 3 a 6 meses
De 3 a 6 meses, los bebés se convierten en pequeños campeones de la apnea voluntaria, esa capacidad innata que los protege de inhalar o ingerir líquidos cuando están bajo el agua. Cuando se trata de inmersión, los pequeños muestran un instinto sorprendente para protegerse del agua, un instinto que les ayuda a cerrar la glotis y mantener el control. Es una habilidad que viene de manera innata a los bebés, especialmente a aquellos que son amamantados, pero que puede ser cultivada y alentada durante las lecciones de actividades acuáticas, convirtiéndola en una segunda naturaleza mientras crecen. Se trata de un período mágico en el que el bebé se relaciona con el agua de manera completamente natural. Aunque los movimientos de brazos y piernas aún son un poco pasivos, la persona instructora y los padres pueden guiarlo con gentileza, apoyando su cuerpo mientras se acostumbra al entorno acuático. Durante los primeros seis meses de vida, los bebés son como pequeñas esponjas, listos para absorber cada nueva experiencia con ojos curiosos y sonrisas radiantes. Aún no son maestros en sentarse, pero ya tienen una relación especial con sus padres, una especie de simbiosis (bonding) que hace que cada momento juntos sea una oportunidad para acercarse aún más.
¿Qué es la apnea natural?
El bebé tiene un reflejo de apnea natural, también conocido como “reflejo de inmersión”, que se activa automáticamente cuando se sumerge en el agua. Este reflejo permite al bebé contener la respiración temporalmente y cerrar las vías respiratorias para protegerse de la inhalación de líquido. Cuando el niño se sumerge en agua, instintivamente aprieta la boca y cierra las vías respiratorias, manteniendo la respiración hasta que se le saca del agua, donde puede volver a respirar normalmente.
Actividades acuáticas de 6 a 12 meses
Antes de cumplir 12 meses, el lactante se vuelve cada vez más dueño de su respiración y comienza a jugar con ella según las actividades que realiza. Durante este período, los bebés hacen grandes progresos en su desarrollo motor. De pequeñas “plantitas” que apenas se mueven, se convierten en exploradores audaces listos para conquistar el mundo, o al menos, la piscina. Es un período mágico en el que los bebés pasan de la posición sentada al gateo y a la caminata, explorando cada rincón de su existencia con una curiosidad contagiosa. En la piscina, este deseo de descubrimiento se traduce en los primeros “pasos” independientes lejos de los brazos protectores de sus padres, a menudo con la ayuda de flotadores como manguitos o tubos de goma alrededor de la cintura. Aquí, los pequeños exploradores aprenden a controlar su cuerpo en el agua con una destreza sorprendente. Desde posiciones prona a supina, se sumergen en nuevas aventuras, experimentando las primeras entradas autónomas en el agua, tal vez con la ayuda de tapetes flotantes o pequeños toboganes. Es un momento emocionante tanto para ellos como para sus padres, que observan con orgullo y alegría cada nuevo logro alcanzado. Juntos, bebés y padres forman un equipo dinámico, explorando el mundo submarino con entusiasmo y diversión. Cada nado es una oportunidad para aprender, crecer y crear recuerdos inolvidables que durarán toda la vida. Es el momento en que comienza a explorar el movimiento voluntario del cuerpo y a poner las manitas en todo lo que pasa cerca. Aquí es donde entran en juego los juguetes flotantes, que lo ayudan a familiarizarse con la flotación de manera divertida.
Actividades acuáticas de 12 a 18 meses
Hasta los 18 meses, el pequeño vive las clases de natación como un verdadero momento de socialización. Es un período de crecimiento explosivo, tanto físico como mental y emocional. Siempre acompañado por los padres, el pequeño comienza a volverse cada vez más autónomo. Es el momento en que se acerca a la verdadera natación, experimentando la apnea y tal vez también alguna pequeña inmersión. ¡Un viaje extraordinario a través de las olas de la vida!
Durante este período, los niños se convierten en pequeños exploradores y continúan haciendo progresos sorprendentes en sus movimientos autónomos, tanto en tierra como en agua. Mientras mejoran sus habilidades motoras en tierra firme, convirtiéndose en expertos escaladores, corredores y saltadores, también se aventuran en nuevas aventuras en la piscina. Sus habilidades de flotación se vuelven cada vez más efectivas, mientras aprenden a moverse con la ayuda de herramientas como tubos flotantes conectados a la cintura o manguitos. Estos pequeños ayudantes les permiten experimentar nuevas formas de movimiento y adquirir confianza en el agua. Además de sus habilidades terrestres, los bebés adquieren nuevas competencias en el agua, incluidas diversas técnicas de inmersión y saltos. Es un momento emocionante para ellos, ya que descubren un nuevo mundo de posibilidades y desafíos en el agua, apoyados por el entusiasmo y el aliento de sus padres.
Los efectos positivos de las actividades acuáticas para el bebé
Los efectos positivos de las actividades acuáticas para el bebé son realmente numerosos:
- Estimulación sensorial y emocional: El entorno acuático estimula al bebé, ayudándolo a familiarizarse con nuevas sensaciones y a gestionar las emociones de manera positiva.
- Descubrimiento de posturas y desarrollo muscular: Gracias al empuje natural del agua, el bebé puede explorar nuevas posturas y fortalecer su aparato músculo-esquelético, mejorando fuerza y elasticidad.
- Mejora de la coordinación y la motricidad: Las actividades acuáticas ayudan al bebé a desarrollar una mejor coordinación y control muscular.
- Aprendizaje del control respiratorio: El bebé aprende rápidamente a gestionar su propia respiración, lo que lleva a un fortalecimiento del sistema cardiocirculatorio.
- Creación de un vínculo saludable con el agua: Gracias a las actividades acuáticas, el bebé desarrolla una relación positiva con el agua, que será valiosa en las etapas posteriores del crecimiento.
- Fortalecimiento del vínculo con los padres: Ambos padres participan activamente, estimulando el contacto físico y contribuyendo al desarrollo de las capacidades de respuesta del niño.
- Aumento de la confianza y la independencia: El bebé se siente alentado y apoyado durante las actividades en el agua, lo que lleva a una mayor confianza en sí mismo y facilita el aprendizaje.
- Diversión y socialización: Las clases de actividades acuáticas son divertidas y fomentan la creación de lazos con otros bebés, promoviendo la socialización desde una edad temprana.
- Regularización del apetito y del sueño: La actividad física en el agua puede estimular el apetito y favorecer un sueño más regular en el bebé.
En esencia, las actividades acuáticas son una experiencia rica en beneficios tanto físicos como emocionales para el bebé, contribuyendo a su sano desarrollo global.