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Artículos científicos

Cuidado del recién nacido

FOCUS: Necesidades del bebé
ESTE ARTÍCULO PERTENECE AL PRINCIPIO DEL BIENESTAR DEL BEBÉ: Cuidados y atención amorosa

Una de nuestras necesidades fundamentales en la vida, especialmente en los recién nacidos y niños, es poder contar con la madre y personas cercanas listas para recibirlos y protegerlos. Si esto es cierto para nosotros, lo es aún más y de manera más urgente para el bebé en sus primeros años de vida, ya que para su supervivencia depende totalmente de sus “figuras de cuidado”. De esta manera, podemos hablar del concepto de impronta, una fase delicada del proceso de cuidado, que sigue al nacimiento en un período breve pero crucial, único e irrepetible en toda la vida. Sostener al bebé y establecer con él un intercambio amoroso de miradas y caricias generan una oleada de sentimientos que iluminan la mente de la madre y del recién nacido, desencadenando un diálogo implícito. A través de estos intercambios, el bebé aprende a autorregular sus estados internos mediante la corteza prefrontal y “afina” su hemisferio derecho no verbal.

La función del cuidado es garantizar que el bebé satisfaga sus necesidades por parte de la figura principal de cuidado, generalmente la madre. El bebé reconoce en la figura principal de cuidado su “base segura” y es gracias a ella que puede sentirse protegido de estímulos excesivos y negativos, y ser alentado a tener curiosidad en explorar el mundo, sintiéndose profundamente que “existe y tiene derecho a existir”. Hablar con el bebé, comunicarse con él de manera tranquilizadora representa un intercambio amoroso en todos los casos. Cuanta más seguridad haya experimentado el bebé, más podrá explorar y disfrutar de la vida. La “base segura” acompañará al bebé durante todo su desarrollo y edad adulta, ya que la conservará en su interior incluso en esta fase de la vida.

VÍNCULO

El diálogo y la interacción entre la madre y el bebé comienzan biológicamente desde la concepción, se adaptan durante el embarazo y continúan estableciendo sus bases en los primeros meses de vida del bebé. Esta impronta es fundamental porque genera en las redes neuronales del feto un modelo de programación repetible en el futuro. Esta maduración ocurre a través de las experiencias que el feto en el útero (vinculación prenatal) y el recién nacido después del nacimiento (vinculación posnatal) experimentan en la relación con el otro, específicamente con la madre, y con el entorno que rodea a la madre.

El proceso de vinculación hace que los padres sean intuitivos con respecto a las señales y necesidades del pequeño, ansiosos por brindarle amor, afecto, nutrición y protección.

ARRASTRE AL PECHO

Se llama “Breast Crawling” la primera escalada de la vida, cuando el bebé recién nacido, dejado sin ser molestado y colocado piel a piel sobre el vientre de la madre, se mueve hacia el pecho materno con la intención de alcanzarlo y engancharse al seno.

Esta “escalada hacia el pecho” es una habilidad innata del recién nacido que, en el estado de vigilia activa en el que se encuentra inmediatamente después del parto, comienza su primer viaje hecho de empujones y pataditas para llegar a la meta: una vez alcanzado el esternón, el recién nacido hace rebotar la cabeza hacia arriba y hacia abajo y de un lado a otro. Cuando el recién nacido tiene acceso al pezón, su boca se abre y, después de un tiempo, se engancha y la succión ocurre de manera espontánea.

NECESIDAD DE CONTACTO

El contacto es una necesidad primitiva, un medio poderoso de conocimiento y descubrimiento, y es esencial para la supervivencia del bebé. En el primer año de vida, el bebé desarrolla un fuerte vínculo de apego con su madre (o su figura principal de cuidado) y utiliza todos sus recursos y sentidos para comunicar sus necesidades al mundo exterior.

Además, comienza a desarrollar importantes habilidades sociales y emocionales gracias a la similitud con el padre. El cuidado es como una “danza entre madre e hijo”, que comienza durante el embarazo, se consolida después del nacimiento y continúa durante todo el primer año de vida, haciendo que el padre sea intuitivo y estableciendo las bases para un desarrollo emocional saludable, favorecido por la presencia de algunos elementos esenciales, siendo fundamental el contacto físico a través del tacto.

No es casualidad que la piel sea nuestro primer órgano de comunicación y también el más eficiente de nuestros medios de protección. Así como también el sentido asociado, el tacto, es el primero en desarrollarse en el embrión humano. El cuidado del recién nacido también contribuye a al menos tres funciones primarias:

  • proporcionar un sentido de seguridad y protección;
  • regular las emociones, calmando la angustia y fomentando un sentido de calma;
  • ofrecer una base confiable para el recién nacido y el niño.

El contacto físico a través de la piel y mediante el tacto

El tacto es el primer sentido que se desarrolla en el útero materno, siendo el órgano más extenso y receptivo de todo el cuerpo. A través del contacto, todos producimos endorfinas y serotonina; además, las madres producen oxitocina (que ayuda a que el útero se contraiga, también llamada “hormona del amor”) y prolactina (que favorece la producción de leche y aumenta el deseo de cuidar al bebé), las cuales reducen los niveles de estrés. Durante el masaje, los padres acarician a su bebé de manera amorosa y lo hacen consciente de que es amado y respetado como persona. Se habla de “holding” (contención) y “handling” (manipulación) para referirse a cómo la madre sostiene entre sus brazos y toca al bebé. Ambas funciones contribuyen al desarrollo saludable del pequeño y la “manipulación”, en particular, lo hace consciente de su propio cuerpo.

Comunicación a través de la mirada

La vista es una herramienta muy poderosa para comunicar emociones, y a través de ella, durante el masaje, los padres pueden ser receptivos a las necesidades del bebé y transmitirle confianza y seguridad.

El oído y el olfato

El recién nacido, desde el útero, escucha la voz, los latidos del corazón y el olor de la madre, y los reconoce durante el masaje mediante la solicitud de permiso, canciones y el uso de aceites sin perfume. Escuchar la voz y el olor de la madre tranquiliza y calma al bebé.

SKIN-TO-SKIN (CONTACTO PIEL A PIEL):

Después del parto, cuando la madre se queda tranquila con su bebé, lo mira, lo toca, le habla, lo toma en sus brazos en su pecho desnudo y lo acoge en un abrazo cálido y amoroso llamado contacto piel a piel, o “skin to skin” en inglés, creando el comienzo de un vínculo único y privilegiado entre la madre y su hijo. En esos momentos, la madre se sentirá tan gratificada que sentirá menos cansancio y dolor, al igual que el recién nacido estará tan tranquilo que abrirá los ojos y buscará el pecho materno. El contacto, dadas sus ventajas, puede continuarse incluso después del período posnatal. Varios estudios han demostrado que:

  • calma al recién nacido;
  • regula el ritmo cardíaco y la respiración;
  • favorece la termorregulación;
  • disminuye la probabilidad de hipoglucemia;
  • favorece el agarre al pecho, la ingesta de calostro y la lactancia exclusiva y prolongada;
  • contribuye a crear y consolidar el vínculo entre madre y recién nacido;
  • facilita la recuperación del peso;
  • reduce el llanto;
  • aumenta las defensas inmunológicas del recién nacido;
  • mejora el vínculo madre-hijo.

Al mismo tiempo, para la madre, favorece el desprendimiento de la placenta, reduce la pérdida de sangre, aumenta la autoestima y el cuidado del hijo. En cuanto a las hormonas, las investigaciones han demostrado que durante esta práctica hay un aumento de la oxitocina y una reducción del cortisol salival en el recién nacido, la madre e incluso el padre. De hecho, en caso de cesárea o impedimento materno, se propone el contacto entre el recién nacido y el padre.

EL ROOMING-IN

El rooming-in es un modelo de atención que favorece la continuación del vínculo, ya que implica que la madre y el bebé permanezcan juntos las 24 horas del día, posiblemente en presencia del padre y otros miembros de la familia.

El rooming-in debería convertirse en una propuesta institucional por parte del Centro de Nacimiento y no solo una oportunidad ofrecida como alternativa al cuidado del niño en la guardería. Este tipo de modelo organizativo se considera válido para promover la lactancia materna por sus innumerables beneficios. En cuanto al recién nacido, se han observado casos de una evidente reducción de la hiperbilirrubinemia neonatal, gracias a la activación fisiológica de la función intestinal y hepática por parte de la leche materna. Gracias al rooming-in, la lactancia nocturna promueve el crecimiento del recién nacido, ya que la cantidad de grasas en la leche nocturna es más alta. Esta práctica también tiene un impacto positivo en la prevención de infecciones hospitalarias y cruzadas del recién nacido, principalmente en la piel, el sistema gastrointestinal y el respiratorio. Desde el punto de vista materno, se reduce la aparición de grietas en los pezones debido a una mala lactancia, el vaciado continuo del seno previene la aparición de obstrucciones mamarias, abscesos y mastitis, y el apego temprano al seno anticipa la llegada de la leche.

Por lo tanto, el rooming-in representa un período esencial de conocimiento temprano entre la madre y el recién nacido: entre los efectos a corto plazo se observa que las madres miran, hablan y tocan más a sus hijos, intensificando así el estrecho vínculo emocional que se desarrolla entre los padres y el niño al nacer. La información, la escucha grupal e individual y la asistencia personalizada a la madre se convierten, por lo tanto, en parte integral y fundamental de este modelo organizativo. Según los datos recopilados, surge un fuerte deseo de las madres de amamantar, y se consideran efectivas las intervenciones de sensibilización sobre la lactancia materna durante los cursos prenatales.

LACTANCIA MATERNA

La lactancia materna se convierte en un instrumento de comunicación fundamental en esta dimensión de diálogo porque garantiza la posibilidad de mantener las mismas modalidades de comunicación que comenzaron en el útero, ya que la leche está llena de hormonas maternas. Durante la lactancia, el bebé está envuelto en los brazos de la madre, siente los latidos del corazón, huele la piel de su madre, ve sus ojos y comprende que es amado porque su hambre se sacia y sus miedos se calman con este abrazo.

La lactancia materna se considera óptima desde el punto de vista nutricional, inmunológico, psicoafectivo y relacional. Ninguna industria farmacéutica ha logrado igualar este producto natural que se produce gratuitamente en toneladas cada año por todas las madres del mundo para sus hijos. Los beneficios están ahí, tanto para la salud materna como para la del bebé, pero también hay notables y importantes aspectos sociales. Los estudios epidemiológicos demuestran que la leche humana produce beneficios para el bebé en términos de salud, crecimiento, mejor desarrollo psicológico, reduce el riesgo de enfermedades agudas (infecciosas: diarrea, otitis, infecciones respiratorias, infecciones del tracto urinario, bacteriemias, enterocolitis necrotizante) y crónicas (obesidad, diabetes mellitus insulino dependiente, celiaquía, SIDS, etc.). Además, la leche materna es uno de los principales “motores” del desarrollo de la microbiota intestinal infantil. De hecho, es capaz de modular la microbiota intestinal tanto de manera directa como indirecta, ya que los microorganismos que contiene colonizan el tracto gastrointestinal del lactante.