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Artículos científicos

Cómo proteger al recién nacido del calor del verano

FOCUS: Recién nacido en verano

Durante los meses de verano, el aumento de la temperatura ambiental, especialmente en presencia de una alta humedad relativa, puede comprometer la capacidad del recién nacido para disipar el calor. A diferencia de los adultos, los recién nacidos no poseen mecanismos termorreguladores eficaces (como la sudoración generalizada y los escalofríos), y su superficie corporal relativamente reducida en relación con la masa corporal limita aún más la eficacia de la dispersión térmica.

En condiciones de hipertermia, la vasodilatación periférica representa el principal mecanismo pasivo de disipación del calor. Sin embargo, en los recién nacidos, esta respuesta suele ser insuficiente, exponiéndolos a un alto riesgo de golpe de calor.

Riesgos asociados y signos clínicos de hipertermia

El golpe de calor (heat stroke) es una condición patológica aguda caracterizada por un aumento significativo de la temperatura corporal (>40 °C) asociado a alteraciones del sistema nervioso central. En lactantes y niños en la primera infancia, esta condición puede presentarse rápidamente tras una exposición prolongada a ambientes calurosos, especialmente si son cerrados y poco ventilados.

Las condiciones que pueden causar un golpe de calor incluyen:

  • Temperaturas elevadas, exposición solar directa
  • Alta humedad relativa
  • Poca ventilación
  • Deshidratación
  • Exceso de ropa o envoltura
  • Uso de materiales poco transpirables (por ejemplo, ropa de fibras sintéticas, revestimientos de cochecitos o parasoles no adecuados)

Los signos clínicos más frecuentes incluyen:

  • Piel caliente, enrojecida y seca (ausencia de sudoración)
  • Irritabilidad, letargo o somnolencia
  • Taquipnea
  • Deshidratación
  • Hipotonía, succión débil
  • Insomnio
  • Llanto
Recomendaciones preventivas durante los meses de verano

Para prevenir complicaciones térmicas en recién nacidos y niños pequeños durante el verano, es fundamental adoptar medidas preventivas específicas:

  • Monitorear la temperatura corporal palpando áreas como el cuello o el tórax, evitando manos y pies, que fisiológicamente son más fríos por la vasoconstricción periférica;
  • Evitar el exceso de ropa, prefiriendo prendas ligeras, de fibras naturales y transpirables;
  • Mantener el ambiente doméstico bien ventilado y con temperatura controlada, evitando la exposición directa a la luz solar, especialmente en las horas más calurosas del día;
  • Garantizar una hidratación adecuada, promoviendo la lactancia materna o artificial con mayor frecuencia;
  • Nunca dejar al bebé en espacios cerrados y no ventilados, como vehículos, ni siquiera por períodos.

La exposición al sol proporciona numerosos beneficios al organismo.

  • Favorece la formación de vitamina D, indispensable para la absorción del calcio y su depósito en los huesos;
  • Ayuda a regular el ritmo sueño-vigilia;
  • Contribuye al tratamiento natural de algunas patologías cutáneas como psoriasis y dermatitis atópica;
  • Estimula la producción de melanina;
  • Actúa sobre ciertos mecanismos biológicos que influyen en el estado de ánimo.  

Pero es absolutamente necesario evitar que el recién nacido y los niños estén expuestos directamente al sol.

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