Artículos científicos
Hipotermia neonatal y señales de frío en el recién nacido y el lactante
Los recién nacidos y los lactantes constituyen una población especialmente vulnerable a los cambios térmicos y a los golpes de frío, especialmente durante los meses de invierno. Su fisiología termorreguladora aún es inmadura: la limitada masa muscular, las escasas reservas energéticas y la elevada relación superficie corporal/peso favorecen una rápida pérdida de calor.
En los primeros meses de vida, cualquier exposición prolongada a temperaturas ambientales inferiores a la zona termoneutral puede inducir hipotermia, con posibles consecuencias metabólicas, neurológicas y cardiovasculares. La prevención requiere una buena comprensión de las señales de frío, de los factores ambientales y de las estrategias de protección térmica, tanto en casa como al aire libre.

Fisiopatología del golpe de frío
La hipotermia neonatal se desarrolla cuando la producción endógena de calor no logra compensar la pérdida térmica. En los recién nacidos, la baja capacidad de termogénesis inducida por el temblor muscular, junto con una adaptación vasomotora periférica todavía inmadura, aumenta la susceptibilidad a la pérdida de calor. La dispersión se produce por conducción (contacto con superficies frías), convección (aire frío), evaporación (humedad en la piel) y radiación.
La exposición repentina a temperaturas muy diferentes, como pasar de un ambiente calefaccionado al aire frío exterior, constituye un estrés térmico agudo que puede desestabilizar rápidamente la homeostasis neonatal. Los efectos fisiológicos incluyen aumento de la frecuencia cardíaca, incremento del metabolismo basal, movilización acelerada de las reservas energéticas y reducción de la perfusión periférica. En los casos más graves pueden aparecer letargo, apnea, hipoglucemia y alteración de la función renal.
Señales clínicas de frío
El reconocimiento precoz de las señales de frío es fundamental para prevenir la hipotermia.
Los recién nacidos y lactantes pueden manifestar:
- Cutáneas: extremidades frías, palidez o cianosis periférica, piel marmórea, labios y rostro pálidos.
- Conductuales: irritabilidad, llanto agudo, menor actividad motora, postura con extremidades flexionadas cerca del tronco para reducir la pérdida de calor.
- Fisiológicas: taquicardia compensatoria, taquipnea, hipotonía o letargo en fases avanzadas.
Por el contrario, señales de bienestar térmico incluyen color uniforme, piel tibia al tacto, actividad motora armónica, tono muscular normal y succión eficaz. La postura supina del recién nacido o lactante en la cuna, el moisés o el cochecito con espacio suficiente, con extremidades semiflexionadas, constituye un comportamiento adaptativo que permite ahorrar energía y reducir la pérdida de calor.
Factores ambientales en interiores (indoor)
Las condiciones del entorno doméstico influyen de manera significativa en la termorregulación del recién nacido. Temperaturas inferiores a 20 °C o corrientes de aire directas pueden aumentar el riesgo de golpes de frío en invierno, mientras que entornos excesivamente cálidos o con una humedad relativa elevada (>60%) pueden comprometer la capacidad de adaptación térmica de los lactantes más grandes.
Otros factores a considerar incluyen:
- Suelos fríos o superficies no aisladas (cerámica, mármol) en contacto con el recién nacido.
- Mala aislación de puertas y ventanas, que favorece la pérdida de calor.
- Ropa y tejidos inadecuados: los materiales sintéticos poco transpirables pueden dificultar la regulación térmica.
El uso de la estratificación de la ropa (layering) es la estrategia más eficaz para modular el calor corporal. Varias capas finas y transpirables permiten añadir o retirar prendas según la temperatura ambiente, reduciendo el riesgo de hipotermia.
Factores ambientales en exteriores (outdoor)
La exposición al exterior durante el invierno constituye un riesgo adicional. Las corrientes de aire, el viento, la lluvia y las bajas temperaturas aumentan la pérdida de calor, especialmente por la cabeza, que es una zona de alta dispersión térmica.
Los cambios bruscos de temperatura, como pasar de un ambiente interior cálido a condiciones exteriores frías, representan un estrés añadido: el organismo debe activar rápidamente mecanismos de vasoconstricción y aumentar el gasto energético, pero en los recién nacidos esta respuesta es inmadura. Esto puede provocar irritabilidad, disminución de la succión, menor actividad y mayor susceptibilidad a infecciones respiratorias.
Las estrategias preventivas incluyen:
- Evitar exposiciones prolongadas al aire libre en las horas más frías del día.
- Utilizar sacos de invierno en cochecito y carrito, así como cortavientos o cubiertas transpirables.
- Limitar los cambios bruscos entre ambientes cálidos e interiores y espacios exteriores fríos, favoreciendo una transición gradual.
Los golpes de frío en recién nacidos y lactantes son una emergencia térmica prevenible. El conocimiento de la fisiopatología, el reconocimiento precoz de los signos clínicos, una gestión adecuada de los ambientes interiores y exteriores y la adopción de estrategias eficaces de layering son fundamentales para garantizar un bienestar térmico óptimo y reducir el riesgo de complicaciones. La protección térmica durante los meses de invierno es un elemento central de los cuidados pediátricos, tanto en el hogar como en el ámbito hospitalario.
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