Artículos científicos
Conductas instintivas y señales comportamentales de la madre y del recién nacido durante la lactancia materna
La lactancia materna no es solo un acto nutricional, sino un complejo proceso interactivo entre madre y recién nacido que involucra comportamientos instintivos, neuroendocrinos y sensoriales. Estos comportamientos están conservados evolutivamente y optimizan el agarre al pecho, la succión eficaz, la regulación fisiológica del recién nacido y el vínculo madre–bebé.
En los primeros minutos y horas después del nacimiento, el recién nacido manifiesta una secuencia de comportamientos instintivos, conocidos como neonatal instinctive behaviors, que favorecen el inicio autónomo de la lactancia. Paralelamente, la madre experimenta cambios neuroendocrinos, entre ellos la liberación de oxitocina y prolactina, que modulan las contracciones uterinas, la producción de leche y las respuestas comportamentales sensibles. Comprender estos comportamientos es fundamental para optimizar el apoyo a la lactancia, reducir el riesgo de dificultades en el agarre y favorecer una experiencia positiva para la madre y el recién nacido.

Bases neurofisiológicas de los comportamientos instintivos
RECIÉN NACIDO
El recién nacido manifiesta, inmediatamente después del nacimiento, una serie de comportamientos instintivos y reflejos primordiales que facilitan el contacto con la madre, el agarre al pecho y la succión eficaz. Estos comportamientos están conservados evolutivamente y regulados de manera rigurosa por el sistema nervioso central, los reflejos primitivos y señales sensoriales complejas.
- Señales de búsqueda del pezón: inmediatamente después del nacimiento, el recién nacido muestra movimientos de orientación hacia estímulos táctiles, olfativos y visuales procedentes de la madre. La orientación hacia el pecho, la exploración con la boca y las manos, y la búsqueda del pezón son comportamientos espontáneos que facilitan el agarre inicial y permiten al bebé establecer contacto eficaz con la madre sin instrucciones externas.
- Movimientos de autoposicionamiento: cuando el recién nacido se coloca sobre el pecho materno en skin-to-skin, puede desplazarse lentamente hacia el pezón. Estos movimientos incluyen la elevación de la cabeza, la exploración del pecho con manos y boca, y el acercamiento progresivo al pezón. Estudios observacionales han documentado cómo esta secuencia está estructurada en fases que conducen gradualmente a la succión, demostrando la capacidad del recién nacido de autorregularse y coordinar los movimientos según sus necesidades nutricionales.
- Succión inicial y modulación del ritmo: la succión precoz garantiza la ingesta nutritiva inmediata y activa señales neuroendocrinas fundamentales para la madre y el bebé. La estimulación del pezón favorece la liberación de oxitocina en la madre, que facilita la bajada de la leche y promueve comportamientos protectores. Para el bebé, la succión regular ayuda a regular el hambre, el sueño y el estado de alerta, mejorando la estabilidad fisiológica, la frecuencia cardíaca, la respiración y la termorregulación. La capacidad de modular el ritmo de succión y alternar pausas constituye un comportamiento adaptativo que previene la fatiga, permite una digestión eficaz y favorece la autorregulación.
- Integración de comportamientos instintivos: estos comportamientos se integran de forma coordinada con las respuestas maternas, creando un sistema dinámico de interacción madre–bebé. La secuencia de movimientos autoposicionantes, la búsqueda del pezón y la succión inicial permiten iniciar eficazmente la lactancia, obteniendo beneficios fisiológicos y afectivos, mientras la madre responde a las señales del bebé facilitando el contacto, el agarre y la regulación mutua. Esta corregulación constituye la base de una lactancia exitosa y de un vínculo afectivo estable y temprano.
MADRE
La madre, durante la lactancia, manifiesta una serie de comportamientos instintivos que facilitan el agarre correcto al pecho, la producción de leche y el vínculo afectivo. Estos comportamientos están mediados en gran parte por cambios neuroendocrinos y por circuitos cerebrales especializados en la elaboración de señales del recién nacido.
- Liberación de oxitocina y regulación fisiológica: el contacto de la boca y las manos del recién nacido en el pezón estimula la liberación de oxitocina, una hormona clave con múltiples efectos en el cuerpo de la madre y en el vínculo con el bebé. Fisiológicamente, la oxitocina provoca contracciones uterinas que reducen el sangrado posparto y favorecen la recuperación uterina. Al mismo tiempo, estimula el reflejo de eyección de la leche, permitiendo que el recién nacido reciba de forma eficaz calostro y leche madura. La oxitocina también tiene un papel psicológico: aumenta sentimientos de apego, seguridad y protección hacia el bebé, reduce el estrés y la ansiedad materna y promueve una conducta sensible y receptiva a las necesidades del recién nacido.
- Respuesta comportamental instintiva: independientemente de la experiencia previa, muchas madres muestran conductas espontáneas durante la lactancia, como inclinarse hacia el bebé, ajustar cuidadosamente su posición, modular el tono de voz para calmarlo y así incentivar la succión, y mantener contacto visual directo. Estas conductas no se aprenden formalmente, sino que emergen como predisposiciones biológicas evolutivas que maximizan la eficacia de la lactancia.
- Sensibilidad a las señales del recién nacido: el cerebro materno es especialmente sensible a estímulos del recién nacido como el llanto, los movimientos espontáneos, las expresiones faciales y los olores característicos. Estudios de neuroimagen muestran que estos estímulos activan áreas límbicas que regulan la motivación, la empatía, el cuidado y el comportamiento protector. Esta sensibilidad permite una modulación automática de las respuestas maternas —como aumentar el contacto físico o estimular la succión— sin necesidad de instrucciones externas.
- Integración con la secuencia típicamente neonatal: los comportamientos maternos se sincronizan con las fases instintivas del recién nacido durante el agarre y la succión. La madre ajusta la postura y el contacto en respuesta a los movimientos exploratorios, la búsqueda del pezón y los movimientos de escalada del bebé, facilitando el paso de la exploración a la succión eficaz.
Estudios observacionales —entre ellos los de Widström et al. (2011) y Moore et al. (2016)— han identificado una secuencia relativamente coherente durante el primer skin-to-skin. Justo después del nacimiento, el recién nacido entra en un estado de quietud relativa con respiración regular, pocos movimientos y ojos semiabiertos. Luego sigue una fase de mayor alerta: abre los ojos, orienta la cabeza y responde a estímulos sensoriales de la madre, incrementando la atención hacia el pecho.
A continuación, aparecen movimientos de búsqueda como el rooting reflex, que lo guían hacia el pezón; sus manos se mueven hacia el rostro y el pecho materno, generando contactos exploratorios que facilitan el agarre.
En el momento del agarre, el recién nacido abre la boca y comienza a succionar, coordinando succión, deglución y respiración en ritmos variables. Alterna episodios de succión intensa con pausas que permiten regular la toma y la ingesta de leche. Una vez saciado, suele soltarse espontáneamente, pudiendo reiniciar la búsqueda para tomas posteriores, manteniendo el contacto y reforzando el vínculo afectivo.
Interacción madre–bebé y sincronización comportamental
La lactancia materna es un proceso de corregulación donde madre y bebé modulan continuamente sus comportamientos y respuestas fisiológicas. El recién nacido manifiesta señales de hambre, estados de alerta y comportamientos exploratorios que guían el agarre y la succión eficaz; la madre, en respuesta, ajusta la postura, el contacto visual, el tono de voz y las conductas táctiles.
Esta sincronización conductual no es solo un fenómeno observable, sino que tiene bases neurofisiológicas sólidas: la estimulación del pezón induce la liberación de oxitocina y prolactina materna, que facilitan la producción de leche, las contracciones uterinas y una predisposición emocional al cuidado. Paralelamente, la cercanía continua y el contacto piel con piel favorecen la estabilidad fisiológica del recién nacido, mejorando la termorregulación, la frecuencia cardíaca y respiratoria. La madre se vuelve progresivamente capaz de interpretar las señales del recién nacido, modulando su propia respuesta para favorecer la succión, el confort y la regulación emocional del bebé. De este modo, la interacción madre–bebé durante la lactancia constituye un sistema dinámico de intercambios recíprocos, en el que el comportamiento instintivo del recién nacido estimula respuestas neuroconductuales en la madre y viceversa, creando un entorno óptimo para la nutrición, el desarrollo y el vínculo afectivo.
El conocimiento de los comportamientos instintivos de madre y recién nacido tiene importantes implicaciones clínicas para la práctica obstétrica y pediátrica. Permitir que el recién nacido atraviese espontáneamente la secuencia de búsqueda del pezón y de agarre al pecho mejora la eficacia de la succión, reduciendo el riesgo de traumatismos en el pezón y de dificultades en la lactancia. Apoyar a la madre en la interpretación de las señales del recién nacido y en el mantenimiento del contacto piel con piel permite un inicio temprano y sostenible de la lactancia, aumentando su duración y exclusividad. Además, la observación y el apoyo de los comportamientos naturales del recién nacido favorecen el bonding, reducen el estrés materno y aumentan la confianza en las propias capacidades parentales.
La práctica clínica debe incluir un posicionamiento adecuado del recién nacido sobre el torso materno, limitar las separaciones innecesarias, monitorizar la succión y el agarre, y formar al personal sanitario para respetar y facilitar estos comportamientos instintivos. Integrar estos principios en las rutinas hospitalarias contribuye no solo al éxito de la lactancia, sino también al bienestar general de la díada madre–bebé, optimizando los resultados clínicos y psicológicos tanto a corto como a largo plazo.
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