Skip to content

Artículos científicos

Adaptaciones fisiológicas de la mujer embarazada: dinámicas biológicas en contextos de alta temperatura

FOCUS: Familia y maternidad
ESTE ARTÍCULO PERTENECE AL PRINCIPIO DEL BIENESTAR DEL BEBÉ: Su bienestar comienza mucho antes del nacimiento

El embarazo conlleva modificaciones fisiológicas significativas, entre ellas cambios en los sistemas de termorregulación y metabolismo. Durante los meses estivales, la exposición a temperaturas elevadas representa un factor de riesgo para el equilibrio homeostático materno-fetal, haciendo necesarias estrategias preventivas específicas.

Fisiología materna y riesgos de hipertermia en el embarazo

La hipertermia materna —definida como un aumento de la temperatura corporal central por encima de los 38 °C— puede provocar una termorregulación ineficaz, hiperhidrosis y deshidratación osmótica, comprometiendo la perfusión placentaria y aumentando el riesgo de hipoxia fetal y daño neuroconductual. Estudios epidemiológicos relacionan la exposición a altas temperaturas con un incremento del parto prematuro, RCIU y anomalías neurológicas (ISS, 2023).

Desde el punto de vista fisiológico, la gestante presenta un aumento del metabolismo basal y del volumen plasmático, con una capacidad termorreguladora reducida debido a modificaciones del sistema nervioso autónomo y una respuesta sudomotora ralentizada. La hiperactivación del sistema renina-angiotensina-aldosterona puede inducir desequilibrios electrolíticos. Por lo tanto, es fundamental una adecuada ingesta de líquidos y electrolitos, con especial atención al sodio, potasio y magnesio (Edwards, 2019).

Las medidas conductuales incluyen evitar la exposición solar en las horas centrales, usar ropa transpirable y mantener ambientes climatizados o ventilados. La actividad física moderada y planificada en horarios frescos contribuye a reducir el estrés térmico.

Desde el punto de vista nutricional, es necesaria una ingesta equilibrada de micronutrientes antioxidantes y líquidos para contrarrestar el estrés oxidativo y prevenir trastornos metabólicos. El monitoreo clínico debe incluir la evaluación de la presión arterial, peso corporal, balance hídrico y funcionalidad renal, especialmente en mujeres con patologías concomitantes como preeclampsia o diabetes gestacional (Chen, 2020).

  

Tabla 1. Recomendaciones nutricionales para la mujer embarazada en verano

Categoría alimentaria Recomendaciones específicas Beneficios principales
Frutas y verduras frescas Mínimo 5 porciones al día, ricas en vitaminas y antioxidantes Combate el estrés oxidativo, hidratación
Proteínas magras Pescado azul, pollo, legumbres Apoyo al crecimiento fetal y reparación tisular
Cereales integrales Pan, pasta integral, arroz integral Control glucémico estable
Líquidos Agua natural, aguas minerales ricas en electrolitos Prevención de deshidratación y desequilibrios electrolíticos
Alimentos a limitar Comida con alto contenido de azúcares refinados, cafeína Evitar deshidratación y variaciones glucémicas

 

Cuidados adicionales para la mujer embarazada durante el verano
1. Alimentación equilibrada y rica en nutrientes
Durante el verano, es fundamental que la mujer embarazada siga una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras frescas para asegurar una ingesta adecuada de vitaminas, minerales y antioxidantes, esenciales para contrarrestar el estrés oxidativo inducido por el calor. Debe mantenerse la ingesta de alimentos ricos en folatos, hierro y calcio, privilegiando comidas ligeras y fáciles de digerir para evitar molestias gastrointestinales como náuseas y reflujo. La preferencia por alimentos con bajo índice glucémico contribuye a estabilizar los niveles de glucosa en sangre y prevenir picos glucémicos (ISS, 2023).
2. Hidratación adecuada y balance electrolítico
La hidratación es uno de los aspectos más críticos para la mujer embarazada en verano. El aumento de la sudoración requiere una mayor ingesta de agua natural y bebidas ricas en electrolitos (como soluciones de rehidratación o aguas minerales equilibradas) para prevenir deshidratación y desequilibrios electrolíticos. Se recomienda evitar bebidas con cafeína o azúcares refinados, que pueden empeorar la deshidratación. Monitorear la frecuencia y el color de la orina representa un método simple e inmediato para evaluar el estado de hidratación.
3. Protección solar y prevención del eritema solar
La exposición solar directa debe limitarse, especialmente en las horas centrales del día, para evitar los golpes de calor y los daños cutáneos. Se recomienda el uso de filtros solares de alta protección (SPF ≥ 30) formulados para pieles sensibles y embarazadas, además del uso de sombreros de ala ancha y gafas de sol protectoras. La protección cutánea también es importante para prevenir alteraciones pigmentarias típicas del embarazo, como el cloasma gravídico, que pueden verse acentuadas por la exposición a los rayos UV (Gagnon, 2017).
4. Gestión de la actividad física y el descanso
La actividad física sigue siendo un elemento importante para la salud materna, pero en verano debe planificarse para evitar la exposición al calor excesivo. El ejercicio debe realizarse en las horas más frescas, con pausas frecuentes y en ambientes ventilados. El descanso es fundamental para recuperarse del estrés térmico; favorecer el sueño en ambientes frescos y oscuros ayuda a preservar su calidad, reduciendo el riesgo de fatiga e irritabilidad (Lankisch, 2018).
5. Monitoreo clínico y prevención de complicaciones
Además de las visitas de rutina, la mujer embarazada debe ser monitoreada por signos de deshidratación, hipertensión inducida por el embarazo y alteraciones electrolíticas, particularmente frecuentes durante la estación cálida. La evaluación periódica de la presión arterial, diuresis y parámetros sanguíneos (electrolitos, urea, creatinina) es fundamental, sobre todo en embarazos de riesgo. En caso de síntomas como vértigo, cefalea intensa o hinchazón repentina, es indispensable consultar al médico sin demora.

 

La estación estival requiere una atención particular a las necesidades fisiológicas y metabólicas de la mujer embarazada. Un enfoque multidimensional que incluya una dieta equilibrada, hidratación constante, protección solar adecuada, ejercicio físico moderado y seguimiento clínico regular es esencial para garantizar un entorno óptimo para el mantenimiento de la homeostasis materno-fetal. La implementación de estas estrategias permite minimizar los riesgos asociados al estrés térmico y promover la salud materno-fetal, asegurando un curso gestacional seguro y favorable incluso en condiciones ambientales desafiantes.

Chen, H., Li, C., & Zheng, X. (2020). Maternal heat exposure and risk of preterm birth: A systematic review and meta-analysis. Environmental Research

Edwards, M., & van den Heuvel, M. I. (2019). Thermoregulation in pregnancy and implications for fetal development. American Journal of Physiology – Regulatory, Integrative and Comparative Physiology

Gagnon, R., & Shulman, R. J. (2017). Maternal hyperthermia and pregnancy outcome: Clinical implications and prevention strategies. Obstetrics and Gynecology Clinics of North America

Istituto Superiore di Sanità: Linee guida sulla gravidanza fisiologica nel dicembre, 2023

Lankisch, M., & Uebing, A. (2018). Electrolyte balance in pregnancy: Role of magnesium and potassium in maternal and fetal health. Journal of Maternal-Fetal & Neonatal Medicine