Artículos científicos
Guía sobre cómo tratar la piel del bebé en invierno
Con el nacimiento, se puede decir que un recién nacido «cambia de piel». Pero no es solo la piel la que se transforma: todo cambia. El bebé viene al mundo, empieza a respirar de forma autónoma, a alimentarse y a poner en funcionamiento sus pulmones, su aparato digestivo y su vista, sistemas que ya habían realizado su primer «ensayo general» en el útero.
La piel, por su parte, se adapta visiblemente de forma rápida y extraordinaria, activando nuevas funciones y capacidades fundamentales para la vida extrauterina. Estos cambios complejos y armoniosos marcan la singularidad del periodo neonatal, una época de extraordinaria transformación y adaptación.
La piel de un recién nacido es algo más que una cáscara: es un contenedor único, dotado de una cualidad extraordinaria e irrepetible. Un verdadero traje térmico natural, confeccionado con un tejido sorprendentemente resistente y elástico, capaz de proteger no solo contra el calor, el frío y los traumatismos, sino también contra las agresiones infecciosas, el agua y las pérdidas hídricas. Una barrera preciosa, sofisticada y vital. La piel de los bebés es delicada y especialmente sensible, sobre todo en los meses de invierno, cuando el aire frío y seco puede provocar sequedad, rojeces o irritaciones. Es esencial tomar ciertas precauciones para mantenerla suave e hidratada. He aquí los mejores consejos para cuidarla.
- Hidratación diaria
La piel del bebé tiende a secarse con facilidad durante el invierno. Aplica una crema hidratante específica para la piel sensible del bebé después del baño y siempre que la piel parezca seca. Elige productos hipoalergénicos y sin perfumes artificiales. - Baños cortos y no demasiado calientes
El agua caliente puede eliminar los aceites naturales de la piel, aumentando la sequedad. Los baños deben ser cortos, preferiblemente no más de 5-10 minutos, y utilizar limpiadores suaves sin jabones fuertes. Después del baño, acaricia suavemente la piel con una toalla suave sin frotar. - Protección contra el frío
Cuando salgas de casa, protege bien a tu bebé, asegurándote que la cara, las manos y los pies estén protegidos del viento y el frío. Utiliza cremas barrera específicas para proteger la piel expuesta, como mejillas y labios, de grietas y rojeces. - Humidificar el ambiente
La calefacción en casa puede reducir la humedad del aire, haciendo que la piel del bebé esté más seca. Utiliza un humidificador en la habitación del bebé para mantener un nivel de humedad óptimo (entre el 40 % y el 60 %). - Ropa suave y natural
Preferiblemente, ropa de algodón o materiales naturales que permitan respirar a la piel y eviten irritaciones. Evita los tejidos sintéticos o ásperos, y lava la ropa con detergentes suaves sin productos químicos irritantes. - Presta atención a las zonas sensibles
Presta especial atención a los pliegues de la piel (cuello, axilas, ingles), que pueden resecarse o irritarse con más facilidad. Hidrata estas zonas con cuidado y asegúrate de que estén secas después del baño. - Observa la piel del bebé
Si observas enrojecimiento persistente, piel extremadamente seca o signos de irritación, consulta al pediatra o a un dermatólogo pediátrico. La piel de los bebés es más propensa a afecciones como la dermatitis atópica o el eczema durante los meses fríos.