Artículos científicos
El maravilloso vínculo entre una madre y su hijo
El embarazo y la maternidad constituyen una etapa muy especial en la vida de una mujer, un camino único y singular que conduce a un cambio radical, no solo físico, sino también psicológico.
Un viaje en el que la mujer se prepara para su papel de madre, lo que da lugar a una profunda reestructuración de su identidad.
Las tres fases dan origen a la identidad como madre y crean el vínculo con el bebé
La identidad de madre no se conquista simplemente en el momento del parto, sino que se abre paso a través de las tres fases del proceso del nacimiento: endogestación, parto y exogestación.
Solo cuando el bebé crece y se desarrolla gracias a los cuidados maternos, la mujer puede sentirse verdaderamente “madre” y la actitud maternal alcanza su plenitud. Durante los nueve meses de gestación, empieza a establecerse entre la madre y su hijo ese maravilloso y profundo vínculo, también conocido como bonding, compuesto por sensaciones, percepciones, caricias, sonidos y olores. Un vínculo que se materializa físicamente antes del nacimiento, a través de las caricias en el vientre, el canto y el diálogo con el feto, y, después del nacimiento, cuando madre y bebé por fin se encuentran, se reconocen y se enamoran. El vínculo continuará, intensificándose cada vez más, después del parto y en los primeros meses de vida del pequeño, para luego durar toda la vida.
La importancia del vínculo
El vínculo es un proceso físico, emocional y hormonal de relación y cuidado entre el bebé y sus figuras parentales, que sirve para establecer las bases no solo de las relaciones paterno-filiales, sino también de todas las relaciones sociales y afectivas que el pequeño, establecerá en su vida adulta.
La función de la oxitocina
El vínculo de apego madre-hijo se establece desde el nacimiento también por la acción conjunta de hormonas y neuromediadores, el más importante de los cuales es la oxitocina (OT), una hormona hipotalámica que vela por la conservación de la especie. La OT actúa en antagonismo con el eje hipotalámico-hipofisario-suprarrenal que, en cambio, es responsable de la conservación del individuo (reacciones de ataque y huida). La OT está implicada en los aspectos fisiológicos y comportamentales inducidos por las relaciones sociales en un contexto general, pero sobre todo lo está en la fisiología de las relaciones sexuales, el parto y la lactancia, de los que rige contextualmente los aspectos comportamentales relacionados: el vínculo de pareja y el vínculo de apego madre-hijo.
La importancia de la comunicación para la creación del vínculo materno-filial
El vínculo entre madre e hijo es fundamental para promover un crecimiento sano, que se produce alentando, respondiendo y alegrándose de cada gesto espontáneo y creativo del bebé. De hecho, desde que nace, este busca instintivamente una relación que le provoque emociones positivas y le dé seguridad, y que encuentra en su figura cuidadora, su madre. Para el bebé, la madre es el origen de toda vida, la fuente de todo alimento y la protección contra todo peligro.
Los sentimientos positivos de una madre hacia su pequeño pueden favorecer el crecimiento de la materia gris del cerebro límbico del recién nacido, la representación de sí mismo y de los demás, con una reestructuración de la autoestima y la representación corporal. También son muy importantes la calidad de la voz y los intercambios vocales, junto con las expresiones faciales y las vocalizaciones no verbales. Todo esto se basa en la comunicación entre el hemisferio derecho de la madre y el hemisferio derecho del bebé.
La conexión entre la madre y el recién nacido se produce a nivel cerebral, de modo que ambos aprenden a percibirse y comprenderse mutuamente, por lo que su comportamiento suele ser simbiótico. Con las comunicaciones no verbales visuales-faciales, táctiles y auditivo-prosódicas, la madre y el bebé aprenden la estructura rítmica del otro y modifican su comportamiento para ajustarse a esa estructura, cocreando así una interacción específicamente adaptada en todo momento.
Para ayudar a tu hijo a crecer sano y desarrollar su verdadero Yo, es fundamental alentar, responder y alegrarse de cada gesto espontáneo y creativo, con cariño y una sonrisa.