Skip to content

Artículos científicos

El vínculo afectivo desde la concepción hasta el nacimiento

FOCUS: Regreso a casa
ESTE ARTÍCULO PERTENECE AL PRINCIPIO DEL BIENESTAR DEL BEBÉ: Cuidados y atención amorosa

El embarazo siempre se ha tenido muy en cuenta, por todas sus posibles repercusiones, no solo en el desarrollo del embirón, sino también del bebé después del nacimiento. En las últimas décadas, este interés también ha encontrado reconocimiento científico gracias a las investigaciones que se han desarrollado en torno a los acontecimientos gestacionales y perinatales.

El proceso de desarrollo afectivo/emocional y cognitivo del bebé depende del tipo de relaciones que se establecen antes y después del nacimiento y también depende de las personas que conoce. Es fisiológico que el bebé se relacione preferentemente con su madre y de ahí nace la primera relación exclusiva.

Qué es el vínculo afectivo

Winnicott definió por primera vez la palabra “VÍNCULO”. Se trata de una necesidad primaria de apego y pertenencia que se produce entre el bebé y su madre y, posteriormente, entre el lactante y su madre. El diálogo y la interacción entre madre e hijo comienzan biológicamente ya en la concepción, continúan adaptándose durante el embarazo y siguen construyéndose sobre sus cimientos durante los primeros meses de vida del niño. Esta maduración se produce a través de las experiencias que, tanto el embrión en el útero como el lactante tras el nacimiento, experimentan en su relación con el otro, concretamente con la madre, y con su entorno.

Cómo se desarrolló el bonding

El término bonding se originó en Estados Unidos en 1982 y significa unir, atar, aproximar. De hecho, el bonding es el proceso de unión entre los padres y su hijo. El niño y su progenitor crean un vínculo, una conexión, una intimidad entre ellos. El vínculo es un diálogo, una experiencia física, emocional, hormonal y relacional entre la madre, el hijo y el padre; el vínculo es un proceso articulado y complejo que comienza en el periodo prenatal, se consolida al nacer y continúa durante el primer año de vida. Muchas variables influyen en su devenir: el entorno, las características de los padres, el tipo de parto, el estado de salud de la madre o del bebé. A lo largo de este proceso, los padres desarrollan empatía y sensibilidad hacia su hijo, cuidándolo, mimándolo y protegiéndolo.

Para qué sirve el vínculo afectivo

De la bibliografía se desprende claramente que el vínculo entre la tríada se ve favorecido por una preparación adecuada durante el embarazo, por las experiencias sensoriales positivas que vive el embrión en la vida intrauterina, por un parto lo más fisiológico posible, por un contacto precoz piel con piel entre la madre y el bebé o con el padre, y por una lactancia materna iniciada precozmente, que ayuda a la madre y al bebé a reconstruir los hilos relacionales interrumpidos durante el parto, favoreciendo así la continuidad entre la vida intrauterina y extrauterina.

La importancia del contacto piel con piel

El vínculo afectivo favorece la aparición de habilidades de comunicación, las mismas que permiten a las madres responder eficazmente a las necesidades de su bebé. Entre los diversos métodos, el “contacto piel con piel”, es decir, el procedimiento de dejar al recién nacido aún desnudo en brazos de la madre en las horas posteriores al parto, es de una ayuda fundamental. Esto se debe a que las primeras horas tras el parto son el periodo más sensible para el establecimiento de una relación íntima y profunda en la que madre e hijo sintonizan en un diálogo que comienza con el cuerpo y se desarrolla en un lenguaje único propio de esa pareja. De hecho, se ha demostrado que si en las primeras horas tras el parto se mantiene al recién nacido en contacto piel con piel con la madre, se facilitará el conocimiento de ambos, desencadenando una relación poderosa e íntima que permite a ambos reconocerse y encontrarse fuera del útero y construir un sentimiento de pertenencia mutua.

La importancia del vínculo afectivo

Los momentos críticos son breves: la sensación de haber perdido algo de uno mismo, la transición del “niño imaginado” al “niño real” (que a veces no se corresponde con el primero), la sensación de un “espacio vacío” que hay que volver a llenar con la búsqueda de nuevas satisfacciones. La separación puede volverse difícil, y el vínculo con el bebé puede ayudar a reconstruir esos hilos relacionales, interrumpidos por la experiencia del parto.

En las primeras horas, tras el nacimiento, tiene lugar el primer y muy importante contacto del recién nacido con el mundo. El recién nacido se encuentra en el estado de vigilia tranquila en el que abre los ojos, mira a su madre, escucha su voz, percibe su olor y busca el pecho por sí solo.