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Artículos científicos

¿Cómo reconoce el recién nacido a su mamá sin verla?

FOCUS: Estimulación sensorial
ESTE ARTÍCULO PERTENECE AL PRINCIPIO DEL BIENESTAR DEL BEBÉ: El desarrollo armónico del niño

El recién nacido es capaz de reconocer a su madre a través de varios sentidos, incluso si no puede ver claramente desde los primeros días de vida. Desde el nacimiento, el recién nacido es sensible a las voces familiares, en particular a la de su madre. La voz materna puede asociarse con la alimentación y el confort, creando un vínculo especial entre madre y recién nacido (bonding). El hecho de que el recién nacido sea capaz de reconocer el olor de su madre puede deberse a la familiaridad con la esencia de su madre durante el embarazo y al vínculo químico entre madre y recién nacido a través de la leche materna y otros fluidos corporales. El contacto físico es extremadamente importante para el recién nacido y puede contribuir al reconocimiento de la madre. El bebé puede reconocer el calor y la sensación de la piel de su madre a través del contacto físico, como el contacto durante la lactancia o un simple abrazo. También las respuestas emocionales de la madre, como el tono de voz y las expresiones faciales, pueden ayudar al recién nacido a reconocerla. La madre a menudo transmite calma, confort y amor a través de sus expresiones y su lenguaje corporal, que el recién nacido puede percibir y responder.

Desarrollo de la percepción y la sensación

Los órganos sensoriales del recién nacido son como guías personales en el mundo que lo rodea, permitiéndole captar sabores, olores, sonidos, objetos y personas a su alrededor. Pero a veces lo que percibe no siempre coincide con la realidad física. ¡Es como si necesitara un mágico rompecabezas para organizar toda esta información de manera coherente! Cuando hablamos de sensación, nos referimos a ese primer instante en que el sentido del recién nacido entra en contacto con los estímulos: el aroma de la leche de su madre, el ruido que produce el coche de papá mientras conduce, o la sensación de seguridad en su cochecito…

¡Es como un saludo cariñoso por parte de todos los sentidos! Pero la percepción neonatal es un poco diferente: es como si su cerebro tomara todas estas sensaciones y comenzara a juntarlas como piezas de un rompecabezas, tratando de entender qué está ocurriendo realmente a su alrededor.

Según la teoría de Helmholtz, el recién nacido es como un lienzo en blanco, listo para ser pintado con los colores de las experiencias. ¡Así que cada vez que descubre algo nuevo, comienza a pintar su cuadro único en el mundo!

¡Mamás, papás! Imaginen el viaje sensorial del recién nacido en la silla de coche como una aventura emocionante. Mientras viajan por la carretera, el recién nacido se sumerge en un mundo de estímulos sensoriales únicos e interesantes. Primero, está el sonido constante del motor del coche y el ruido del tráfico que se mezclan armoniosamente con las melodías dulces de su voz o de la música que han elegido poner de fondo. Estos sonidos familiares pueden ser reconfortantes para tu bebé, ayudándolo a sentirse seguro y tranquilo durante el viaje. Luego está la sensación del movimiento: el suave balanceo del coche mientras recorre la carretera crea una sensación similar a mecerse en una hamaca.

Este movimiento delicado puede ayudar al recién nacido a relajarse y dormirse, convirtiendo el viaje en una ocasión perfecta para una siesta reparadora. Y no olvidemos la vista. Aunque el recién nacido podría no ser capaz de ver mucho más allá de la silla de coche, puede disfrutar de los colores y las formas que pasan fuera de la ventana. Las luces que parpadean y las sombras que se mueven pueden captar su atención, ofreciendo una experiencia visual estimulante durante el viaje. En esencia, el viaje en silla de coche puede ser un momento de exploración y maravilla para tu recién nacido, lleno de estímulos sensoriales que contribuyen a su desarrollo cognitivo y sensorial. ¡Así que prepara la silla de coche y disfruta de esta aventura junto a tu nuevo pasajero!

Sensorialidad acústica

La sensorialidad acústica asume un papel primordial en favorecer la relación madre-embrión, por un lado, porque alcanza la plena madurez en época fetal, y por otro por la relevancia que tiene en la comunicación entre los seres humanos y por el estrecho vínculo que mantiene con el desarrollo del lenguaje, sobre el cual se funda nuestra civilización (BWF, 2022).

Desarrollo de la capacidad auditiva fetal

El desarrollo de la capacidad auditiva fetal comienza con el oído interno (el único que alcanza la completa madurez a mitad del embarazo), seguido por el oído medio y luego el externo. Las percepciones auditivas son posibles gracias a la maduración anatómica y funcional del oído medio, que ocurre a partir de la octava semana de gestación y continúa hasta el octavo mes de vida intrauterina. A este respecto, ya se ha demostrado que una respuesta a los estímulos auditivos está presente en el feto ya a las 12 semanas. La membrana timpánica se desarrolla a partir del ectodermo, mientras que la cadena de huesecillos del mesodermo. Entre las dieciocho y veinte semanas comienza a funcionar el órgano de Corti, sede de los receptores auditivos. La cóclea, órgano auditivo del oído interno, completa su morfogénesis a las 10 semanas, alcanzando el tamaño definitivo (7 mm) a las 20 semanas y la maduración definitiva al octavo mes de embarazo. Los potenciales evocados auditivos son demostrables a partir de la semana 25 y, desde la semana 26, son detectables variaciones de la Frecuencia Cardíaca Fetal (FCF) y de los Movimientos Activos Fetales (MAF), en respuesta a estímulos vibroacústicos.

Entre la semana 24 y la 28 de gestación, el sistema auditivo fetal completa su desarrollo; se afina el diálogo entre madre e hijo. La percepción acústica se desenvuelve sobre una variedad de estímulos acústicos diferenciables en la percepción del sujeto por: intensidad (correlacionada con la amplitud de la onda sonora, por ejemplo, sonido fuerte o débil), altura (correlacionada con la frecuencia de la onda, por ejemplo, sonido grave o agudo) y timbre (correlacionado con la forma de la onda sonora y objeto de las mayores variaciones de significado. Reconocimiento y comparación son actividades que requieren la posibilidad de conservar en memoria y luego recuperar el estímulo sonoro en cuestión y, por lo tanto, la habituación fetal puede ser así, de imaginar fragmentos ruidosos, esperar y reconocer materiales sonoros, son procesos mentales que, juntos, construyen un “puente sonoro”, una tangible traza de continuidad entre la vida pre y postnatal, que no se interrumpe con el nacimiento, sino que informa e influye en las preferencias auditivas del pequeño. El sonido, por lo tanto, es una herramienta potencial de conocimiento y canal de comunicación a disposición del ser humano desde la época prenatal, es una señal de aprendizaje. Por esta razón se recomiendan ayudas para la primera infancia que reproduzcan la música que la gestante ha escuchado durante el embarazo.

En el útero, el feto es alcanzado por una variedad de sonidos, provenientes tanto del interior del cuerpo materno como del exterior, caracterizados por bajas frecuencias, que parecerían tener un efecto calmante sobre él, y por sonidos de alta frecuencia que avivarían y estimularían su motricidad; él tiene la capacidad de escuchar tanto unos como otros y de mantener sus huellas mnémicas, pero, sobre todo, memoriza la voz materna, que destaca notablemente en el universo sonoro uterino. La voz materna se imprime en la memoria fetal en sus aspectos rítmicos y melódicos, en las inflexiones y modulaciones, tanto que el feto es capaz de reconocer entre todos los demás sonidos y las otras voces, la voz de la madre y responde a ella de manera peculiar, en una especie de “proto-diálogo”. La voz de la madre es un vehículo significativo de la relación madre-embrión y una condición determinante para favorecer la evolución del feto hacia las estructuras lingüísticas postnatales; constituye “la masa sonora” sobre la que se modela el lenguaje, una especie de imprinting lingüístico.

Los expertos sugieren al futuro padre que hable con el bebé durante su gestación y, si es posible, que cante, experiencia privilegiada para entrar en sintonía con las vivencias maternas y fetales; a través de la voz, de hecho, el padre puede sentir que “entra” en las paredes uterinas que acogen al hijo, puede hacerse reconocer, puede renovar su presencia en el proceso generativo y contribuir a la maduración sensorial fetal, así como a la de su relación. La escucha de la voz del papá es, para el niño, una experiencia irrenunciable que se inscribe en una relación sonora, nueva y diferente respecto a la vivida con la mamá. La voz paterna es “puente y puerta” comunicativa hacia el exterior, a través de la cual el nonato experimenta precozmente un dentro y un fuera, un interior y un exterior, una presencia y una ausencia. La voz paterna, además, garantiza la posibilidad concreta de relacionarse con el otro a través del sonido. Una posición diferente ocupa la voz materna: propagándose desde el interior del cuerpo, emerge del ruido de fondo con una frecuencia notablemente superior a la de las demás voces, de este modo el feto puede reconocerla fácilmente.

Canta para entrar en relación con tu hijo

Una forma interesante de comunicación sonora entre la madre y su bebé está representada por el canto, que se traduce, ya durante el embarazo, en un verdadero instrumento de relación. El uso del canto durante el embarazo tiene múltiples beneficios, tanto en el plano físico como, sobre todo, en el psicológico, comenzando con la posibilidad de madurar una conciencia de las potencialidades comunicativas de la propia voz, experimentando modos de comunicación propios de los niños. En la dimensión lúdico-creativa que se origina del canto, la madre alimenta el apego y la relación empática con su bebé, sintonizándose con él, hablando con él y cantándole, acompañando el fenómeno fisiológico de regresión que se produce en el embarazo.

La cóclea y el aparato vestibular, partes fundamentales del oído interno, alcanzan su completa maduración alrededor del quinto mes de gestación. Esto hace que la escucha y el movimiento estén estrechamente interconectados durante el desarrollo fetal. Se hipotetiza, por lo tanto, que el estímulo auditivo también pueda actuar como estímulo táctil, sugiriendo que la voz de la madre pueda tener un efecto tranquilizador y casi “calmante” sobre el embrión. Las nanas, con su ritmo regular que recuerda los latidos del corazón materno, representan una forma universal de acunamiento vocal, seleccionada a lo largo de milenios y presente en todas las culturas del mundo.

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