Artículos científicos
Cambio de horario: la adaptación del bebé al otoño
Mamás, papás: los relojes cambiarán del horario de verano al horario estándar del 26 al 27 de octubre
Con la llegada del otoño, todas las madres y sus hijos se enfrentan a una importante transición. Aunque el otoño ofrece la oportunidad de disfrutar de paseos al aire libre, gracias a la belleza de los colores naturales y al clima más suave en comparación con los meses de verano, también es una estación que trae consigo algunos retos, especialmente para los más pequeños.
El otoño es una estación llena de oportunidades para las familias. Los paseos por parques y ciudades pueden ser una experiencia muy agradable, con la naturaleza cambiando y ofreciendo espectaculares paisajes llenos de color. El clima, menos caluroso que en verano, hace que estas salidas sean más confortables y pueden fomentar una mayor actividad física al aire libre, beneficiosa para todos los miembros de la familia.
La luz natural, la serotonina y el niño
La luz natural tiene un impacto significativo en la producción de serotonina en nuestro organismo, un neurotransmisor que desempeña un papel crucial en la regulación del estado de ánimo, el sueño y otros procesos fisiológicos del niño. La menor exposición a la luz solar en otoño puede contribuir a disminuir los niveles de este neurotransmisor. Estudios como los realizados por el Dr. Michael Terman, de la Universidad de Columbia, sugieren que la reducción de la luz diurna puede alterar el funcionamiento del sistema serotoninérgico,
lo que podría provocar irregularidades de comportamiento o irritabilidad en el niño.
Fuente: Dr. M. Terman: The Health Clock: Improving Sleep and Mood for Better Living with Chronotherapy (2013).
He aquí cómo afecta la luz natural a la serotonina y, en consecuencia, al estado de ánimo y al bienestar del lactante y del niño:
- La luz natural estimula la producción de serotonina en el cerebro. La serotonina suele denominarse la «hormona de la felicidad» porque contribuye a la sensación de bienestar y felicidad del niño. Por eso se recomienda salir con el cochecito, a ser posible por la mañana o hacia las 12 del mediodía.
- La luz natural ayuda a regular el ritmo circadiano, el reloj biológico interno que influye en los ciclos de sueño y vigilia del niño. Un ritmo circadiano bien regulado favorece una producción equilibrada de serotonina y mantiene un estado de ánimo estable.
- La exposición a la luz natural puede mejorar el estado de ánimo y aumentar los niveles de energía. Los niños y adultos que pasan más tiempo al aire libre durante las horas de luz tienden a sentirse más felices y sonrientes.
- La luz natural ayuda a regular los ritmos del sueño, mejorando la calidad del sueño nocturno. Una buena calidad del sueño está estrechamente relacionada con unos niveles equilibrados de serotonina.
Cómo maximizar la exposición a la luz natural
- Paseos al aire libre
- Aprovecha la luz natural en casa:
- Ventanas y luz: coloca la zona de sueño y juego cerca de ventanas para maximizar la exposición a la luz natural. Abrir las cortinas y dejar que entre la luz del sol puede ayudar a mantener altos los niveles de serotonina incluso dentro de casa.
- Iluminación adecuada: durante los meses más oscuros o en días nublados, utilice lámparas de espectro completo para simular la luz solar y ayudar a mantener los niveles de serotonina.
- Rutinas y horarios regulares: mantenga una rutina de sueño regular y pase tiempo al aire libre todos los días para favorecer un ritmo circadiano saludable y una producción equilibrada de serotonina.
Consejo. La Sociedad Italiana de Pediatría afirma que la luz natural desempeña un papel esencial en la sincronización de los incipientes ritmos circadianos de los lactantes, que influyen en diversas funciones corporales como el metabolismo y la regulación de la temperatura corporal (termorregulación neonatal).
Los retos de la transición del calor al frescor otoñal
Sin embargo, la transición del calor veraniego al fresco otoñal y, posteriormente, a los meses de invierno, puede suponer todo un reto tanto para los adultos como para los niños. Queridos padres, la gestión del armario del bebé puede parecer una auténtica aventura. Ahora que los pequeños crecen deprisa y las estaciones cambian en un abrir y cerrar de ojos, he aquí algunos consejos útiles para afrontar mejor esta etapa del año.
- Adaptar la ropa significa vestir a tu hijo con ropa de piel de cebolla, que puede ayudarle a mantener una temperatura corporal agradable y a hacer frente a los cambios de temperatura durante el día.
- Elige ropa de materiales naturales, transpirables y suaves. Imagina envolver a tu bebé o niño pequeño en una nube de delicado algodón, perfecto para pieles supersensibles. Estos tejidos no sólo son respetuosos con el medio ambiente, sino también con la piel de tu bebé.
- Asegúrate de que los bodies no sean demasiado ajustados ni rígidos. Los trajes de bebé deben permitir que los bebés se revuelquen y que los niños mayores jueguen sin restricciones.
- Durante las temporadas de transición, la mejor estrategia es vestirlos por capas. Piensa en el body como el «pijama de juegos» y en el mono como el «supertraje de batalla» contra el frío. Así podrás añadir o quitar capas en función del tiempo y de los caprichos de la meteorología.
- Ten a mano ropa variada: algo ligero para los días más cálidos y ropa más abrigada para los momentos de frío. Y no olvides una muda extra: ¡pueden surgir pequeñas sorpresas!
Los bebés sienten el frío y los cambios de temperatura, sólo que no pueden decírnoslo directamente. Por eso es importante:
- Controla la transpiración de tu bebé: comprueba de vez en cuando si tiene demasiado frío o demasiado calor. Gracias a la ropa por capas, puedes añadir o quitar rápidamente una prenda sin hacer demasiadas piruetas.
- Materiales naturales: la clave del bienestar. Elige ropa con materiales naturales para una piel feliz. Los tejidos transpirables ayudan a mantener una temperatura corporal ideal y facilitan la aclimatación a los cambios de temperatura.
¿Por qué utilizar algodón?
El algodón es el tejido perfecto para los recién nacidos por varias razones:
- Suave con la piel: el algodón es un material suave y natural que minimiza el riesgo de irritaciones o rozaduras. Es especialmente adecuado para los bebés con piel sensible.
- Transpirabilidad: el algodón permite que la piel respire, lo que ayuda a evitar la sudoración excesiva y la acumulación de humedad, que podrían causar irritaciones o dermatitis.
- Absorbe bien el sudor, manteniendo la piel seca y fresca, una característica muy importante para evitar molestias como la dermatitis del pañal.
- Sin productos químicos: los tejidos de algodón orgánico, en particular, no contienen productos químicos agresivos ni colorantes, por lo que son aún más seguros para la frágil piel de los bebés.
Consejos. Ni siquiera los hijos de Cleopatra, reina de la elegancia atemporal, podían prescindir del algodón. Se dice que incluso ellas vestían delicadas blusas de algodón, una fibra tan suave y preciada que atravesó siglos y continentes. El algodón ya era muy apreciado en la época por su capacidad para hacer respirar la piel y mantener el frescor incluso bajo el sol abrasador del desierto egipcio.
Durante milenios, el algodón ha sido el auténtico trotamundos de la naturaleza. De la India a Perú, del cálido Oriente al lejano Occidente, esta planta ha sido cultivada y amada en todos los rincones del mundo. Su fibra, junto con la lana, es una de las más utilizadas, y su historia se remonta a 9000 años. Ya en el valle del Indo, las semillas de algodón se consideraban una pequeña maravilla, mientras que los mayas, los aztecas y los incas lo utilizaban ampliamente para confeccionar sus preciados tejidos. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con tu bebé recién nacido? Pues mucho. El algodón es una de las mejores opciones para vestir a los bebés: es natural, transpirable y suave con la piel.
Sueño y ritmos circadianos y el mágico mundo de la melatonina
El cambio horario de otoño, del horario de verano al horario solar, puede afectar al estado de ánimo y al sueño de muchas personas, incluidos los niños. Este cambio puede provocar una serie de efectos que se manifiestan de diferentes maneras; por ejemplo, algunos bebés pueden ser especialmente sensibles a los cambios en sus ritmos diarios, mostrándose más irritables o con dificultades para reconfortarse y conciliar el sueño.
El sueño es uno de los pilares del bienestar del bebé y, con el cambio de hora, pueden producirse algunas pequeñas «alteraciones». Por ejemplo, por la noche puede tener sueño más tarde o dormirse más rápido. A la inversa, por la mañana puede despertarse antes de lo previsto, y este cambio de ritmo puede provocar cierto cansancio o somnolencia durante el día.
Lo mismo puede ocurrir con las comidas: el niño puede sentir hambre más tarde, ya que su reloj biológico sigue ajustado a la hora antigua. Para ayudar al niño a recuperar el equilibrio, es importante mantener la rutina de las comidas y el sueño, sin cambiar demasiado los hábitos. Así, su organismo se irá adaptando poco a poco al nuevo ritmo otoñal.
Imagínate que la melatonina es como el director de orquesta de nuestros ritmos circadianos, orquestándolo todo, desde el sueño hasta la energía del día. Pero cuidado, ¡esta «orquesta» puede sufrir algunos cambios cuando cambian las horas de luz!
En los bebés, la producción de melatonina es un poco como un grupo de música ensayando: aún no es perfecta. Como su sistema circadiano aún está desarrollándose, puede que no sea tan preciso como el de los adultos. Por eso sus ritmos biológicos internos, como los niveles de energía, la temperatura corporal y el metabolismo, pueden parecer un poco desordenados.
Así que si tu recién nacido parece un poco desincronizado con el mundo exterior, no te preocupes, ¡sólo es la melatonina intentando encontrar su ritmo en la gran sinfonía de la vida!
Por eso los bebés pueden dormir a horas extrañas o despertarse varias veces durante la noche: su pequeña «hada de la melatonina» todavía está intentando averiguar cuándo es el momento de apagar las luces.
Pero no temas. A medida que crecen y se acostumbran al ciclo día-noche, la producción de melatonina se sincroniza y, poco a poco, el sueño se vuelve más regular. Un poco de paciencia y ese «hada» lanzará su hechizo otoñal.
¿Qué es la melatonina?
La melatonina es una hormona producida de forma natural por nuestro organismo, principalmente en la glándula pineal, una pequeña glándula situada en el centro del cerebro. A menudo se la denomina la «hormona del sueño» porque ayuda a regular nuestro ciclo sueño-vigilia. Cuando la luz empieza a atenuarse por la noche, nuestro cuerpo empieza a producir más melatonina, enviando una señal al cerebro de que es hora de relajarse y prepararse para dormir. Por la mañana, cuando nos exponemos a la luz solar, la producción de melatonina disminuye, lo que nos ayuda a despertarnos y a sentirnos con más energía. En los bebés, la producción de melatonina es inicialmente baja y su ciclo sueño-vigilia aún no está bien definido, pero con el paso de los meses, su organismo empieza a producir más, haciendo que sus patrones de sueño sean más regulares.