Artículos científicos
Del calor uterino al mundo exterior: bienestar en la termorregulación
La temperatura corporal del feto representa un indicador fisiológico de fundamental importancia para el correcto desarrollo y el bienestar de este durante el embarazo. La termorregulación fetal es un proceso dinámico y complejo, estrechamente modulado por una serie de factores interconectados, entre los que se incluyen las condiciones ambientales intrauterinas, el flujo sanguíneo placentario, el metabolismo materno y la maduración progresiva del sistema termorregulador del feto. El delicado equilibrio de estos factores determina la capacidad del feto para mantener una temperatura corporal estable y adecuada para su crecimiento, influyendo de manera directa en la salud y el desarrollo de los órganos y tejidos fetales.
En el contexto intrauterino, la temperatura corporal del feto es generalmente más alta que la de la madre. Estudios han demostrado que la temperatura fetal puede oscilar entre los 37,5 y los38 °C, mientras que la materna se mantiene entre los 36,5 y los 37 °C La principal fuente de calor para el feto es el metabolismo materno, ya que el feto, al carecer de un sistema termorregulador completamente desarrollado, depende del calor corporal de la madre. El flujo sanguíneo placentario y el nivel de actividad materna también son factores determinantes: la actividad física o la exposición a temperaturas ambientales elevadas pueden aumentar el flujo sanguíneo y, en consecuencia, la cantidad de calor transferido al feto.
Dado que el sistema nervioso del feto no está completamente maduro antes de la 20ª semana de gestación, su capacidad de autorregularse térmicamente es limitada. A partir de la 20ª semana, el feto comienza a desarrollar una mayor capacidad de termorregulación, pero la completa maduración del sistema no ocurre hasta el tercer trimestre. La termorregulación es, por lo tanto, un proceso gradual que depende de la maduración del sistema nervioso autónomo y de la funcionalidad del sistema vascular y cardiovascular fetal.
Cambio de temperatura inmediatamente después del parto
Al nacer, la situación cambia de manera significativa: el neonato ahora está expuesto a un ambiente externo, que lo obliga a adaptarse a la termorregulación independiente. La temperatura corporal del neonato al nacer es generalmente más baja que la fetal y se sitúa alrededor de los 36,5 °C debido a su superficie corporal relativamente mayor en comparación con su masa corporal, los neonatos son particularmente vulnerables a la pérdida de calor, un fenómeno conocido como hipotermia neonatal. La termorregulación del neonato es inicialmente ineficaz, pero con el tiempo, gracias a la activación de la termogénesis en la grasa parda y al desarrollo del sistema nervioso, el neonato comienza gradualmente a consolidar su temperatura corporal.
La cabeza del neonato es una de las áreas corporales más vulnerables a la dispersión del calor, ya que representa una porción significativa de la superficie corporal total en relación con el tamaño del cuerpo. La piel del cuero cabelludo, al ser delgada y rica en vasos sanguíneos, facilita la pérdida de calor, especialmente en ambientes fríos. En condiciones de hipotermia, la cabeza se convierte en una de las principales vías de dispersión térmica, aumentando el riesgo de un descenso de la temperatura corporal. Por este motivo, es fundamental proteger la cabeza del neonato, por ejemplo, cubriéndola con un gorro de algodón, con el fin de reducir el riesgo de hipotermia y favorecer una correcta termorregulación en los primeros días de vida.
Además, una adecuada gestión del control de la temperatura en el neonato, especialmente en los primeros días de vida, es fundamental para evitar disfunciones metabólicas o complicaciones como la hipotermia severa, que puede comprometer el bienestar neonatal. La protección contra el frío, mediante el uso de ropa adecuada y el contacto piel con piel con la madre, es esencial para permitir que el neonato mantenga una temperatura corporal óptima.
La temperatura corporal del feto y del neonato es, por lo tanto, un parámetro fisiológico fundamental que depende de diversos factores, entre ellos la maduración de los sistemas termorreguladores y el entorno intrauterino y externo. Comprender los mecanismos de termorregulación durante el embarazo y en el neonato es esencial para garantizar el bienestar y asegurar un crecimiento y desarrollo óptimos. La gestión de la temperatura en el período perinatal es crucial para la salud y el bienestar del bebé, especialmente en los primeros momentos de vida, cuando el neonato aún se encuentra en fase de adaptación al mundo exterior.
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